"En el teatro trabajamos en equipo; en la política eso no sucede"
Su relación con los animales, una amistad de más de 60 años, la angustia por la situación del país, las injusticias y el humor, en una charla sin límite de tiempo con Alejandra Canosa.
Vive alejada de la ciudad, en un lugar muy grande que, según describe “tiene una parte medio salvaje, y los vecinos están lejos de la zona que habito”. Se define como una persona bastante solitaria que disfruta de las pequeñas cosas de la vida. “No soy de gastar dinero y comprarme cosas porque sí. Disfruto mucho de mis ocho perros (Julio, un galgo, y Pichu, Magui, Bianca, Meloni, Cacha… todos perros callejeros)”, agrega. Y cuenta que al último lo encontró en la calle yendo a votar por las PASO y decidió bautizarlo con un nombre simpático por orden de llegada: “Le puse “Ocho”. Y si bien hay algunos gatos dando vueltas por ahí, el que vive dentro de la casa se llama Sandokán.
Si bien reconoce que tiene un impulso vital que no sabe bien de dónde lo sacó, “siento que los animales me ecualizan, cuando estamos todos juntos en el pastito, al sol, se produce algo muy lindo que se genera con la jauría. Se disfruta el silencio y a la vez me protegen. Si yo no estuviera con todos ellos, sería muy difícil vivir donde vivo, no estaría tranquila sin ellos porque son como un escuadrón que me rodea”, describe.
Actriz y directora, con un largo recorrido en la tele, el teatro y el cine, ya pasó por los nervios del estreno de “Antígona en el Baño”, una comedia atravesada por la tragedia en tono de humor, donde le tocó en suerte interpretar a “Ignacia”, una estrella de otro tiempo que está a punto de salir a escena después de un largo exilio en la televisión. La obra plantea temas como la edad, la decadencia del cuerpo y otros miedos inconfesables.
Sus aliados en escena son el actor Esteban Lamothe, como el hijo de su representante de siempre, que hace todo lo posible para estar a la altura, y Héctor Díaz, quien personifica a un insólito “coach ontológico”, especialista en asistir víctimas en tragedias. Codirigida por Laura Paredes y Llinás, quien también comparte la autoría con Facundo Zilberberg, la escenografía es responsabilidad de Julieta Ascar; el vestuario, de Sofía Di Nunzio; la iluminación, de Eli Sirlín, y la producción general, de Juan Manuel Caballé, Ricardo y José Luis Gallo.
Llinás evita sobrecargar la agenda porque sus tiempos son acotados…
-¿Cuánto tiempo necesitás para hacer la nota, Canosa?-, pregunta desde la confianza.
-No más de cuarenta minutos, y estuve en la función de prensa, así que como suelen hacer los médicos, dame un sobreturno.
Rápidamente accede, tentada de risa, y con la mejor onda. La actriz ya había disfrutado del exitazo de “Dos Locas de Remate”, una comedia que protagonizó con Solita Silveyra en la cartelera porteña, en temporada marplatense, y en gira por provincias del interior del país. Hace poco confesó públicamente que con Solita “tenemos caracteres muy fuertes las dos… ella pertenece a otra escuela, es una estrella y yo vengo de la época de la “Gambas al Ajillo”, mundos distintos, pero igual nos queremos”.
-¿Qué te sedujo de esta tragicomedia delirante que no tiene nada que ver con la propuesta anterior?
-Me la habían ofrecido hace cuatro años, la leí y me encantó, pero no estaban dadas las condiciones. Inclusive, recuerdo que les propuse otra actriz, pero el autor prefirió esperarme y reconozco que la obra me había quedado dando vueltas en la cabeza. En principio, estaba más aspectada para el ámbito del circuito off pero entendí que con algunas modificaciones definitivamente podría llegar al circuito comercial y abarcar más público. En el mientras tanto me ofrecieron otras obras, pero ninguna me convencía, así que llegué a la conclusión de que “Antígona” era la obra que tenía que aceptar. Fue genial porque confluyó todo para un mismo lugar y apenas se lo propuse a los productores (los mismos de “Dos Locas de Remate”), previa modificación de alguna parte del texto por mi parte, confiaron y nos jugamos por esta maravillosa aventura.
-Es una obra que pone en juego la edad, el paso del tiempo y la aceptación. Un baño antiguo, una bañera repleta de espuma, un inodoro y un taburete forman parte de la escenografía en la que tu personaje se atrinchera a comer salchichas en medio de un ataque de pánico, antes de salir a escena.
-Es maravilloso lo que sucede con el personaje y la reacción del público. La escenografía en general tiene cierta complejidad, no es el típico living al que estamos acostumbrados, así que nos vamos adaptando a medida que avanzan las funciones y lo disfrutamos mucho. La gente lo pasa genial y la obra sigue creciendo. Trabajamos muy bien con la directora y mis compañeros que se involucraron y aportaron un montón de ideas desde el inicio. A mí me encanta trabajar en grupo y escuchar la opinión del resto, no me siento invadida para nada. No me quiero olvidar de Atina Arias, nuestra asistente que nos facilita todo y es muy necesaria. Por las distancias de las que te hablé, necesito planificar con tiempo y por lo general, los días que tengo función evito tener la agenda cargada de actividades, prefiero descansar y vocalizar. Si salgo de casa, y a mitad de camino reparo en que me olvidé algo, no tengo opción de retomar porque no llego con los tiempos. Intento prever para no estar detrás del problema y que el día se complique
-Estamos atravesando tiempos difíciles y la gente está bastante irascible ¿Qué cosas te ponen de mal humor?
-En líneas generales, la sensación de injusticia me pone de muy mal humor, me subleva y me enfurece. No lo tolero ni con los otros ni conmigo misma. El humor es una forma de ver la vida, es no tomarse tan en serio lo que te pasa. El humor bien entendido empieza por casa, poder reírte de vos mismo es la clave. No todo el mundo lo entiende, hay gente que cree que te reís de los demás y nooo. La gente, muchas veces confunde un chiste que hace alusión a algo a, de pronto, sentir que tiene que estar en Plaza de Mayo con una pancarta protestando por todo. Uno no está siempre denunciando ¿Qué nos pasa? ¿Es tan difícil reflexionar?
-Hace pocas semanas hiciste un comentario respecto del precio de las papas y y te saltaron a la yugular.
-Imaginate que yo estaba en la previa del estreno de la obra, con todo el estrés que eso significa y un periodista (Eduardo Feinman) me bardeó por las redes diciendo “TUGO TUGO”, en tono burlón, como si éste fuera mi gobierno y ¡nada que ver! Me conocés y si leés mis notas te das cuenta quién soy. El atacar al otro sin sentido es peligroso. Creo que hay una operación muy grande detrás de todo esto.
-Recuerdo que el año pasado saliste al cruce de José Luis Espert, diputado de Avanza Libertad, mientras un grupo de trabajadores audiovisuales se manifestaban frente a la puerta del INCAA (Instituto Nacional De Cine y Artes Audiovicuales) y él proponía cerrar el organismo nacional.
-Sí, eso también fue tremendo, a mí me parece bueno que exista el INCAA, pero no que sea un reducto de un partido político. Debe ser transparente, efectivo y que no sobre gente. ¿Hay que sanearlo? Sí, obvio, pero eso no quiere decir que tenga que desaparecer. Me inventaron un twit que yo jamás escribí y al día siguiente nos hackearon la cuenta de la obra “Dos Locas de Remate”. Fue rarísimo todo y me generó alto desconcierto. Entiendo que también sucede en otros países, hay gente que tiene mucho poder, necesidad de expresarse y hacer daño con el beneficio del anonimato y de ahí salen las peores basuras del ser humano. Simultáneamente, eso también está siendo muy hostigado y alentado por ciertos medios de comunicación donde algunos periodistas se habilitan a decir cualquier cosa.
La actriz y directora había respondió un twit a José Luis Espert donde se leía: “Me extraña José Luis Espert que, siendo diputado, no tenga un equipo de asesores capaz de informarle que: A) Nunca he sido militante K y B) Que la ley de Cine es anterior al kirchnerismo: fue sancionada en el año 94 por un gobierno que, según entiendo, su espacio político reivindica”. Ese fue el primero de los twits.
-Es muy violento que alguien te insulte o te escrache en la calle ¿Te pasó últimamente?
-Sí, lo viví en carne propia y me afectó mucho. Caminando por calle Corrientes, me increparon dos personas en momentos diferentes y una de ellas me gritaba con una prepotencia increíble. ¿Y ahora, no está en peligro la Patria? Yo no entendía nada. Fue muy desagradable vivir esa situación que respondía a la reacción de un video. Si no le prestamos atención a eso, vamos a caer en un lugar horrible.
-Salgamos de ahí… vayamos al súper. ¿Sos de la que hacen listas y miran los precios?
-Soy de las que hacen listas y después se las olvidan. A veces me viene el impulso de ser prolija, anoto y después reconozco que soy un desbolada, pero de algunas cosas me acuerdo. El otro día fui al súper y compré un pollo, unos bifes, supremas de pollo, llegué a la caja, pagué y cuando llegué a mi casa, ¡upsss, me faltaba un pollo! ¿Será un nuevo modus operandi que haya gente que te afane la mercadería de las bolsas? Dije: listo, ya está, asumo que perdí un pollo. ¿Qué compras hoy con un billete de $ 1000? ¡Ni yerba! Creo que rondan los $1 200 aproximadamente, según la marca.
-Se vienen las elecciones de octubre y se juega el futuro del país. ¿Cómo lo vivís? ¿Qué pensás a la hora de poner el voto en la urna?
-Mirá, la última votación fue un incordio porque no estaban bien marcados los padrones y Moreno es una zona heavy. En un momento me encontré caminando por el Camino de la Ribera, que es muy denso, hasta que encontré la escuela que me correspondía y había lugares que estaban estallados, pero ahí me habían asignado votar. La sensación que tengo es de no saber qué hacer y reconozco que en cada partido político debe haber gente valiosa, pero me siento un poco desmoralizada. Nosotros, en el teatro trabajamos en equipo; en la política eso no sucede. Si un gobierno logra algo, el que viene lo rompe todo porque siente que no le pertenece. Hay una mezquindad gigantesca, que viene de otras generaciones, porque la gente más joven tiene espíritu más cooperativista, no está pensando todo el tiempo en acumular poder sino en transformar la realidad. Me gustaría vivir otra realidad y lamentablemente no lo estoy viendo.
-Quizás hacer una pausa y disfrutar de una linda charla de café sería un buen plan ¿Con quién tenés algún café pendiente?
-Con María Valiero, una amiga de la infancia que está viviendo en la Costa, y tenemos una amistad de aproximadamente 63 años. Hace mucho que no la veo y me encantaría encontrarme con ella y sentarnos en la mesa de un bar sin tiempo.