"Es una pena muy grande que no ya haya ficción nacional en la tele porque no es democrático"
Una de las protagonistas de Made in Lanús, en una charla cargada de emoción con Alejandra Canosa.
Si bien confiesa que por estos días su agenda viene bastante cargada de compromisos, el intercambio de mensajes por whatsapp entre Cecilia Dopazo y Alejandra Canosa fue dinámico, hasta que finalmente coordinaron fecha y hora para compartir una charla sin tiempo en La Pausa de Continental.
Caminando por la Avenida Corrientes es difícil no detenerse ante la bella marquesina de “Made in Lanús” que ofrece la cartelera del Multitabarís Comafi, con otras propuestas en las diferentes salas del complejo teatral. La comedia dramática de Nelly Fernández Tiscornia aún sigue vigente y es tan necesaria que no deberían dejar de verla. ¿Quién no vio la primera versión de la obra con Luis Brandoni como protagonista, el mismo actor que hoy la dirige? ¿Cómo olvidarse del argumento que toca la fibra más íntima y te hace reír y llorar en cada una de las escenas? ¿Cómo no imaginar familias recibiendo o despidiendo familiares en Ezeiza? La nostalgia, le incertidumbre, los duelos no procesados, la bronca, la impotencia de no poder vivir mejor cuando no entra un mango a la casa por falta de trabajo o salarios paupérrimos…
Y en el medio de todo ese tejido emocional revolucionado: el desarraigo que cala los huesos de solo pensar en lo que se extraña el país a la distancia o el desconsuelo de los que se quedan porque no les queda otra. Cuando un pueblo sensible se conmueve con su pasado está a salvo porque se ha reencontrado con su propia identidad.
Dopazo, Alberto Ajaka, Malena Solda y Estaban Meloni protagonizan esta joyita de la cartelera porteña, un clásico argentino que emocionó a todo el país y con dirección de Luis Brandoni. En su versión original, allá por el año 1986, fue protagonizada por el propio Brandoni, Marta Bianchi, Patricio Contreras y Leonor Manso, y fue un exitazo.
-Hablemos del argumento de la obra para quienes no la vieron.
-Es la historia de Osvaldo y Mabel, quienes viven en Estados Unidos desde hace diez años como exiliados políticos, regresan a la Argentina para asistir a un casamiento y eso ocurre porque es la primavera alfonsinista. Apenas llegan, se encuentran con “el Negro”, hermano de Mabel y la “Yoli”, su mujer. La obra trascurre en casa de ellos, los cuatro se adoran porque se criaron juntos en el barrio, en Lanús. Entonces, el reencuentro es pura felicidad. Los que vivieron en Estados Unidos están muy bien económicamente y los que se quedaron en Argentina viven al día, peleándola casi para poder llevar un plato de comida a la mesa. Mabel y el Negro (hermanos) tienen un plan, que es darles la sorpresa a los otros dos para que todos se vayan a vivir al exterior. Mabel ya le consiguió trabajo a su hermano y a partir de ahí, se suscitan determinados hechos que hacen que la obra se ponga cada vez más interesante, se desatan algunos conflictos. Una obra muy inteligente escrita por Nelly Fernández Tiscornia, que realmente vale la pena ver porque es imposible que, siendo argentino, no entiendas la situación y no te conmuevas y porque además la postura de cada uno de los personajes es entendible y entrañable. Como dice Luis Brandoni, todos los personajes tienen razón. Y es ahí donde radica la inteligencia y el dilema de la obra.
-¿Qué cosas te conmueven de Mabel, tu personaje?
-Lo que me moviliza y me conmueve de Mabel es lo que quiere y adora a su hermano, quiere lo mejor para él, que viva bien, con más comodidades y que pueda disfrutar de otra vida con su mujer y su hija adolescente. Además, lo extraña mucho, quiere estar más cerca de él; diez años sin verse es mucho tiempo. Mabel se percibe vulnerable durante toda la obra porque está muy enojada con el país que la lastimó mucho por la dictadura, se vio obligada a irse, entonces también la conmueve que no se quiere enganchar con nada. No se la ve nostálgica como su marido. Intenta estar fría, inmutable ante los recuerdos, aunque en algún momento de la obra eso se le cae porque no lo puede sostener porque en el fondo quiere mucho a su país. Por momentos, se pone una coraza y después la corre, es un personaje hermoso y lleno de matices.
-Creo que fue un acierto que convocaran a Brandoni para dirigir una obra de la que se debe acordar el texto a la perfección.
-Así es. Brandoni es un apasionado de la obra, la quiere como a pocas cosas, respeta a los autores nacionales de toda la vida y esta obra es parte del teatro argentino y en un punto le pertenece y el vínculo es estrecho. Pensá que la protagonizó durante cuatro años, con funciones de martes a domingos, doble función. La estrenaron en Mar del Plata y al mismo tiempo filmaban la película. Una cosa de locos, nunca vista. Se sabe los diálogos de principio a fin, los textos de cada uno de los personajes, conoce como nadie el ritmo y la música que debe tener la obra. Como bien decís, no podría haber habido mejor director para esta versión.
-¿Cómo fueron los ensayos y la dinámica de trabajo con él?
-Se trabajó muy bien, fue muy respetuoso en función de cómo cada uno de nosotros quiso interpretar su personaje, nos permitió probar cosas en los ensayos, siendo muy claro con lo que quería. Es tan claro que como siempre digo “es la obra del pentagrama”, porque sabemos muy bien las notas que debemos tocar, lo que ya desde el inicio es mucho terreno ganado. Él es humilde en ese rol, escucha, observa, está atento y sobre todo, es un apasionado del comportamiento de los personajes y el arco emocional.
-¿Qué comentarios te hace la gente a la salida del teatro?
-La primera devolución inmediata del público es que están atentos y se ríen mucho porque es precisamente una comedia dramática, pero a medida que transcurren las escenas empezamos a escuchar ruiditos de gente que se suena la nariz, o abren las carteras para buscar pañuelitos y se percibe un silencio sepulcral. Después, cuando finaliza la obra, en el último apagón, se disfruta de un aplauso hermoso de toda la platea que se pone de pie en cada función. Muchos nos esperan a la salida, vemos que se acumula gente y muchos de ellos con los ojos hinchados de llorar por la emoción. Se acercan para compartirnos su experiencia de vida y el porqué se identificaron con la obra. Gente que se emocionó con la obra porque tiene familia viviendo en el exterior y otros porque vinieron y se quedaron acá.
-¿Viviste fuera de la Argentina? ¿Viajarías para protagonizar la obra en el exterior para conectar con aquellos que tuvieron que emigrar por diferentes razones?
-Me encantaría. De hecho, es algo que me ilusiona y ojalá se de esa oportunidad. El elenco original la hizo en Barcelona y en Madrid, pero no estoy segura si fueron dos o tres meses. Fue un éxito e imaginate que todos los exiliados estaban muy agradecidos.
-Pasan los años y parece que fue ayer, sin embargo, es mucha la gente, en su mayoría jóvenes, que decide emigrar en busca de oportunidades para escapar de la dura realidad de la Argentina.
-Sí, es habitual escuchar distintas historias y cada uno transita su propia experiencia en función de su personalidad. Conozco padres y madres que incitan a sus hijos a irse a estudiar afuera en busca de mejores oportunidades y otros que no pueden soportar la partida de sus hijos. Yo no sé qué haría si mis hijos deciden partir a otro país, sería un sufrimiento muy grande, me consolaría viajando a visitarlos o esperando el regreso de ellos para nunca más volver. Yo particularmente no me veo viviendo fuera de mi país por mucho tiempo, sólo lo haría por algunos meses, por algún proyecto laboral.
-La profesión te dio la posibilidad de encarar diferentes personajes ¿Preferís hacer drama o comedia?
-Me gustan mucho los dos géneros y suelo privilegiar el material, aunque suele ser lo más difícil. He hecho de todo y en ese caso lo mejor que pude desde mi rol como actriz con los guiones que llegaron a mis manos. La comedia me gusta muchísimo y en mi naturaleza quizás me incline más para ese lado, pero insisto en que si me seduce el material, si la propuesta es interesante, acepto cualquiera de las dos.
-Las plataformas digitales tomaron alto protagonismo y simultáneamente fue desapareciendo la ficción nacional.
-Es una pena muy grande que ya no haya ficción nacional en la tele porque no es democrático que la gente que no pueda pagar el servicio que ofrecen varias plataformas. La gente se ve privada de ver ficción. Lamentablemente es una fuente de trabajo que se cerró para los actores y es tristísimo y es un tema multifactorial que me excede. Con la llegada de las nuevas plataformas también aparecieron nuevas productoras audiovisuales, nuevas fuentes de trabajo para los actores y en algunos casos se trabaja muy bien, al menos eso puedo decir desde mi experiencia.
Dopazo es de esas actrices comprometidas que no deja detalle librado al azar a la hora de interpretar un personaje y así lo ha demostrado a lo largo de su larga trayectoria en cine, teatro y tv. Últimamente también se la pudo disfrutar con un personaje genial en la serie televisiva “Familia de Diván”, por la pantalla de Canal 9.
-Tu pelo “total white” es tu marca personal. ¿Cómo fue dejar la tintura de lado y procesarlo emocionalmente?
-Sí, es verdad que ya en este punto el pelo blanco es una marca personal y distintiva que llama mucho la atención. Fue dificilísimo dejar de teñirme, mucha angustia, pero también cambio el color cuando los personajes exigen otro color de pelo, como en la obra, que está emplazada en el año 85, que no era común que en esa época una mujer se dejara las canas. Mis primeras canas me salieron en la adolescencia, tenía que ir a la peluquería cada diez días porque se lavaba mucho el color, es un tema genético. Al tener que interpretar diferentes personajes cambiaban los vestuarios y el color de pelo y con el correr de los años ya no había manera de empatar naturalmente el color y quedé atrapada en una cultura que asocia las canas con la vejez Hoy siento una enorme liberación.
-¿Con qué personas/personajes -vivos, o no-, te gustaría compartir un día sin límite de tiempo y de que hablarían?
-Me gustaría compartir un día sin límite de tiempo con Lili Tomlin, la actriz y comediante norteamericana que trabajó con Jane Fonda en la serie “Ladies Night Live”. La ví en varias entrevistas y me pareció muy interesante su vida; es feminista de la primera hora, una comediante que me encanta, muy buena actriz. Rápidamente pensé en que me gustaría encontrarme con una mujer como ella, bastante más grande que yo, que pueda ser una referente para hacerle preguntas y aprender cosas del oficio y de la vida misma.
Cecilia, cálida, serena y con el entusiasmo ir por otra función, saluda con un beso, agradece la nota y el buen momento compartido con ganas de otro café y una nueva pausa para conversar de nuevos proyectos.