"Estoy en una etapa de mi vida en la que quiero caminar liviano, sin vueltas ni tanto rollo"
El actor que protagoniza Los Mosqueteros del Rey, junto a Freddy Villarreal, Nicolás Cabré y Jorge Suárez, en una charla con Alejandra Canosa sobre el amor, el teatro y las complejidades de la vida cotidiana en la Argentina.
Quizás porque cada uno recoge lo que siembra podríamos decir que en los últimos años Nicolás Scarpino está en tiempo de “cosecha”. Llega al teatro a la hora pautada para conversar con Alejandra Canosa y apenas cruzan miradas, se funden en un abrazo cálido y sentido.
-¡Qué lindo verte! Siempre es un planazo conversar con vos. No te imaginás la felicidad que sentí cuando ví tremenda cartelera en calle Corrientes, Nico.
-Brindemos por eso… bueno brindemos con agua o café, jajajaj.
Se ríe Nico e invita a pasar al camarín, su otro mundo lleno de ilusiones. Con una extensa y exitosa carrera como actor, Scarpino atesora más de 50 comerciales, varios programas de TV, cine y teatro. Entre algunas de tantas obras que hizo se destacan “Los 39 Escalones”, “La Dama de Negro”, “Casa Valentina”, “Chorros”, y se divirtió mucho haciendo "Un Estreno o Un Velorio”, en el verano 20/21 en Villa Carlos Paz.
“Me siento muy afortunado con las muestras de cariño de la gente, de mis colegas, del periodismo. Soy un tipo muy tranquilo, respetuoso del trabajo del otro y eso es un boomerang. Estoy en un buen momento y lo disfruto”, suelta.
Actualmente, protagoniza la nueva puesta de "Los Mosqueteros del Rey", junto a Freddy Villarreal, Nicolás Cabré y Jorge Suárez. La obra -cuya creación y dirección le pertenecen a Manuel González Gil y se puede ver de miércoles a domingos en el Teatro Astral- tuvo su versión original allá por los 90, con actuaciones estelares de Miguel Ángel Solá, Darío Grandinetti, Hugo Arana y Juan Leyrado. “Estando en España, recibí un llamado telefónico de Juan Manuel Caballé, uno de los productores del espectáculo y posteriormente tuve una charla con el director. Es un título que siempre me fascinó, que me daba vueltas en la cabeza y tenía muy claro que si en algún momento surgía la posibilidad de hacerla iba a ser un afortunado”, cuenta Nico, ya con el sueño hecho realidad.
-¿Cómo fue el proceso de ensayos y el vínculo con tus compañeros?
-Siempre es muy divertido el proceso de ensayo de una comedia y me tocó en suerte compartirlo con tres compañeros muy talentosos. Tenemos un vínculo extraordinario. Había trabajado con todos, pero con ninguno había hecho teatro. Me encanta el equipo que se armó y lo que generamos arriba del escenario.
-Veo que cada un tiene su camarín pero que entre ustedes está todo bien, ¿no?
-Tenemos camarines individuales, pero obvio que nos metemos en el camarín del otro, nos reímos, charlamos en la previa y después nos metemos de lleno para subir al escenario.
-¿Qué no puede faltar en tu camarín? A simple vista no está tan cargado.
-No puede faltar el agua, una foto con Sergio, mi gran amor, maquillaje, perfume, ojotas, cepillo de dientes, una bata... Hacer teatro es una ceremonia hermosa y la previa antes de subir al escenario es genial.
-Es una obra que Manuel González Gil había escrito para sus sobrinos, es decir, en un principio estuvo pensada para chicos.
-¡Sí, tal cual! Creo que es una obra absolutamente familiar que si bien tomó otra dirección no es particularmente para niños, aunque cuando llegan al teatro con sus padres, espectadores adultos, la disfrutan en grupo y es genial porque es una comedia sin golpes bajos. Vos estuviste en el estreno de prensa Canosa.
-Sí, me encantó y adhiero a lo que decís, porque es una comedia blanca, el lenguaje que utilizan es bien de comedia blanca. Si quieren ser niños por un rato, no se la pierdan. ¿Qué imágenes tenés de tu niñez?
-Tengo las mejores imágenes de esa etapa preciosa. Hablo del pasado, pero reconozco que sigo siendo un niño eterno. De hecho, siempre tengo la misma premisa de intentar no perder ese niño que todos llevamos dentro. Por eso, me parece que este juego teatral que hacemos con “Los Mosqueteros…” aborda a ese niño en el que seguramente se ve reflejado el espectador. Es un lenguaje extraordinario en el que conectamos con la platea entre risas, diversión, aplausos y como bien decís, es una propuesta blanca, sana y sin doble sentido. Yo siento que crecí bien… bah eso creo.
-A partir de un "error actoral" que propone la obra en el arranque, los cuatro actores intentan montar la novela de Alejandro Dumas y ya desde el arranque no escatiman en contratiempos musicales y de los otros…
-Sí, esa es la premisa y de pronto, los personajes se ven afectados por una cantidad inconmensurable de errores y logramos que el público entre en ese juego que proponemos. En el medio hay canciones, donde cada uno tiene su participación individual, y hay otras escenas compartidas, disfrutando de las coreografías que nos marcó Rubén Cuello y la música maravillosa de Martín Bianchedi. Un equipo creativo impecable.
-Tenés un largo recorrido como artista, pero cada obra implica un desafío diferente y el público decide si paga una entrada para verlos ¿Qué percibís cuando ya desde el arranque cuelgan el cartel de “localidades agotadas"?
-Son muchas sensaciones y si bien el teatro no es matemática sino más bien azaroso, creo que hay muchos factores que hacen que se genere un aluvión de público que, apenas estrenamos, agota localidades. Creo que hay un buen registro de lo que fue la obra en su momento y se promocionó de manera increíble. Sumado a eso, somos un elenco convocante, que interesa y tenemos el valor agregado que no falla: el boca en boca, que es gracias a la gente que ve la obra y la recomienda, más la enorme cantidad de turistas que frecuenta la calle Corrientes, porque la cartelera es increíble.
-Tomando la obra como disparador, ¿en qué situaciones de la vida cotidiana sentís que todo es un berenjenal de confusiones?
-En la obra, la gente se divierte con todo lo que sufren los personajes arriba del escenario, aunque resulte gracioso y tomándolo como referencia para la vida misma, es doloroso e incómodo lo que nos pasa como sociedad. Es como vos decís: un berenjenal de confusiones. De no saber cómo administrarse, cómo sostener una familia, cuántos laburos tenés que generar para llegar a fin de mes, pagar las cuentas, el alquiler… ufff. Sé que hay gente que no la está pasando bien y eso te parte el corazón. Ojalá nos pasara eso de poder reírnos mirando de afuera como si estuviéramos viendo una obra, pero no… la vida es otra cosa.
-¿Cuánto hace que estás felizmente casado con Sergio Paglini?
-El 4 de septiembre cumplimos ocho años de casados, pero catorce desde que nos conocimos. Somos muy felices juntos, es un hombre maravilloso y nos elegimos todos los días.
-¿Cómo es la convivencia? ¿Qué cosas no negocian?
-Siempre tuvimos buena y sana convivencia y las discusiones son banales, nada importante. Hay veces que estamos muy ocupados los dos y hacemos lo que podemos y otras nos repartimos las tareas. Ahora bien, yendo a un plano más íntimo, no negociamos lo que nos unió. Queremos seguir caminando juntos por la vida y que esa burbuja de amor sea nuestra sin que nadie se meta ahí. ¿Se entendió lo que quise decir? Obvio que tenemos planes con familia y amigos, pero lo nuestro es él y yo, y nada más. ¡Enamorado es poco!
-Estuvieron un tiempo en España. ¿Cuándo y por qué decidieron viajar?
-Viajamos en 2021, yo fui a hacer “La Cápsula”, un unipersonal en el que mi marido trabajó como asistente y operador de sonido. Con ese unipersonal logré participar del Festival de Tenerife, pasando por el Festival Hispanidad y haciendo funciones en la Sala Verde de los Teatros del Canal, función en El Escorial y funciones en los Teatros Luchana, con producción de “Tio Caracoles”. Fue una experiencia espectacular. Al tiempo, regresamos a la Argentina y meses después volvimos para allá. En ese tiempo filmé una participación en la serie “Los Galgos”, un drama empresarial y familiar con dirección de Félix Viscarret y Nelly Reguera, con actuaciones de Oscar Martínez, Adriana Ozores y un elenco extraordinario. Por esas vueltas de la vida, mi marido está trabajando mucho allá y yo con el éxito teatral en Argentina. Muy conectados a la distancia y con nuestro amor intacto.
-¿Cómo ves la actualidad del país desde tu lugar de ciudadano común?
-Me produce mucha angustia ver que las cosas no están claras, se repiten los hechos y nunca nos llevan a buen puerto. Nosotros, los ciudadanos, vemos con absoluta autenticidad lo que le pasa al común de la gente y a diferencia de los políticos, nos diferenciamos para entender cómo hace la gente para vivir con poco. Me genera dolor no ver un panorama claro y certero, lo que sí veo es cómo los políticos se pasan la pelota unos a otros y ya es hora que bajen el ego. Hace falta una unión legítima y auténtica para sacar el país adelante, aunque creo que es una utopía. Todos lo que prometen queda ahí, en palabras, es muy poco lo que hacen a pesar de sus discursos. Quizás, si corrieran el ego de lado y pusieran más el corazón, sería diferente. En “Los Mosqueteros del Rey” la premisa es “todos para uno y uno para todos”. Qué bueno sería aplicarlo en la vida fuera de la ficción, ¿no?
-¿Cómo es un día en la vida de Nico Scarpino?
-Mis días, por lo general, son muy tranquilos. Depende de cómo fue el día anterior, me puedo levantar más temprano o más tarde, excepto que algún compromiso modifique el plan. Desayuno, salgo a hacer algún trámite si hace falta, voy al súper, nada que me aleje de lo que hace cualquier persona común y corriente.
-¿Cómo viene aspectado, fuera de Los Mosqueteros, lo que resta del año? ¿Hay alguna propuesta de teatro o streaming para 2024?
-En principio, seguimos así y nos iremos acomodando en función de lo que se pueda proyectar a la temporada de verano. Fuera de eso, al menos por ahora, nada concreto, solo conversaciones por algún que otro proyecto.
-¿Con quién tenés un café pendiente?
-No tengo ningún café pendiente con nadie que no quiera sentarse a tomar un café conmigo. Quiero tener cafés con gente que valga la pena, esa que no reclama, que es amorosa, que va para adelante, que vibre en la misma frecuencia, que no contamine, que sea luminosa. Estoy en una etapa de mi vida en la que quiero caminar liviano, sin vueltas ni tanto rollo. Hay gente muy enroscada y a mis 51 años, ya no me hago más la cabeza tratando de limar asperezas. Ya no. Te quiero, Canosa. Arreglemos para tomarnos un café, nosotros tomaríamos un café en muchos barcitos nobles de Buenos Aires.
Saluda, abraza y sonríe una vez más. Simplemente, Nico Scarpino, un tipo extraordinario.