"La paso muy bien conmigo, aprendí a hacerme compañía"
La actriz, que estrenó la obra "La Fuerza del Cariño", en una conversación a corazón abierto con Alejandra Canosa: el trabajo, los vínculos familiares y las pasiones, en una charla imperdible.
Quienes la conocen bien saben que Julieta Ortega es una mujer adorable y sensible, con un sinfín de curiosidades que la hacen aún más interesante a la hora de comenzar una conversación. Llega al teatro dos horas antes de la función, saluda a Alejandra Canosa con una sonrisa y expresa: “¡Qué lindo verte y que hayas visto la obra! Elijamos el lugar que te quede cómodo en la platea y arrancamos la nota”. Y el lugar ideal fue un lateral derecho de la sala, mientras del otro lado de la platea iban pasando algunos de sus compañeros de elenco, la directora y el sonidista para ajustar detalles.
Hace algunas semanas se estrenó “La Fuerza del Cariño”, versión teatral de la película multipremiada que protagonizaron Jack Nicholson y Shirley MacLaine, en 1983. En este caso, y luego de 19 años de su último proyecto juntos, Soledad Silveyra y Osvaldo Laport, una de las parejas más queridas e icónicas de la ficción argentina, se vuelven a reencontrar en el escenario para protagonizar junto a Julieta Ortega, la obra de Dan Gordon, en versión de Federico González del Pino y Fernando Masllorens, con dirección de Corina Fiorillo y producción del reconocido compositor Ángel Mahler. El elenco se completa con Dolores Ocampo y Damián Iglesias y se puede ver en el Multiteatro Comafi.
-Siempre que hago teatro soy feliz, porque siento que estoy donde tengo que estar, es lo que sé hacer y me pone contenta.
-¿Estaba en tus planes hacer teatro este año?
-No, para nada, porque después de la temporada de verano anterior, con la obra “Perdidamente”, de José María Muscari y Mariela Ascencio, que me encantó hacer, necesitaba parar, limpiar la mente y la agenda. Entonces aproveché ese momento en el que algunas de las actrices también se bajaban de la obra por otros proyectos, y aún con la incertidumbre que te genera tomar esa decisión cuando no tenés nada cerrado de antemano. Al toque le dimos forma al podcast con mis amigas, conduje “Códigos de Arte”, un programa de entrevistas que no me insumía tanto tiempo ya que por lo general son proyectos cortos, aunque tengo claro que no es fácil transitar el año sin tener la tranquilidad y la estabilidad que te da un trabajo.
-¿Cómo calmás la mente cuando te quedás sin trabajo o lo que te ofrecen no te cierra por ningún lado?
-No me genera nada que me incomode ni tengo problema con el ocio, justamente cuando le doy tiempo a mi mente es cuando aparecen buenas ideas y otros proyectos, pero es verdad que me corre el tema económico, como a todo el mundo. No puedo estar tantos meses sin trabajar y lamentablemente los actores sabemos que es así.
En la obra, Soledad Silveyra es “Aurora” y Julieta es “Emma”, madre e hija muy unidas, pero con puntos de vista muy distintos sobre la vida. Aurora, que es viuda, es una mujer temperamental pero de buen corazón y Emma es una joven rebelde que desea salir de su casa e independizarse; para lograr su objetivo elige casarse.
A su vez Aurora tendrá un romance otoñal con un exastronauta (Osvaldo Laport). En síntesis, “La Fuerza del Cariño” es una obra que estimula los sentidos y conmueve al espectador desde el comienzo hasta el final, con ovación de pie por parte del público.
-¿Cuándo te propusieron formar parte de la obra?
-Si bien yo ya me había enterado del proyecto, me llamaron ya habiendo avanzado bastante el año (2023) y de hecho había escuchado nombres de actrices más jóvenes para los personajes de Emma y Aurora. Apenas me lo ofrecieron, me dijeron que originalmente el personaje de la madre era para Solita, quien por entonces no podía hacerlo por otros compromisos, pero que ahora estaban dadas las condiciones. Me hicieron llegar el guión y apenas lo leí, sentí estar viendo la película, lloré en el mismo lugar en el que lloraba de chica viéndola e inmediatamente me convencí de que lo tenía que hacer. La obra llegó en el momento justo. Pensá que el film está basado en un libro y la obra, en la peli. Leerlo fue meterme completamente en la historia que yo vi, disfruté y tanto me gusta. El montaje de la obra es muy vertiginoso y hay que responder a cierta dinámica, sumados a los tres momentos de proyección y los diez cambios de vestuario que exige mi personaje. Más allá de que necesitaba el trabajo, pensé en que no muchas veces te convocan para hacer un trabajo del que sos medio fanática.
-¿Qué te sedujo de Emma para interpretarla?
-Es uno de los personajes favoritos de toda mi adolescencia, recordando el trabajo extraordinario de Débora Winger en la película, a la que tampoco se la vio mucho públicamente después. El personaje no me quedaba cercano, siempre lo ví muy hermoso y lleno de amor, medio como un animalito que regresa a mí, a pesar de los gritos y del vínculo que tiene con su madre. Siempre me pareció una relación muy tóxica y bastante más habitual de lo que sugiere. La madre aparenta ser muy extrema en lo salvaje y feroz que es con su hija.
-Por suerte, a medida que fue pasando el tiempo, algunas cosas han cambiado.
-Sí, absolutamente, hoy las chicas se paran desde otro lugar. Antes, la madre estaba habilitada a decirte todo, te anulaba por completo, te condicionaba… El hombre era muy machista y se le perdonaban ciertas cosas. Por eso, volviendo a la obra, siempre me pareció tierno cómo esta hija la quería a pesar del vínculo, la sabiduría que ella tenía, porque en ningún momento se enoja con la madre. La ve como si la madre fuera ella, la mira con ternura, como alguien que le da lo que puede y también sufre. En la película ella dice: “Sería bueno tener una madre que a todo el mundo le guste”. Ella los quiere unir a todos aún sabiendo que su madre es insoportable. Emma transforma lo tóxico de la madre en algo amoroso y siempre sostuve que la escena del hospital es una joya, esa donde ella les habla a los hijos y que en la versión teatral redacta una carta para ellos. Emma es puro amor y no importa lo que hicieron con ella. Todo lo que sucede en la obra es conmovedor. En esa época, tanto “La Fuerza del Cariño” y “Gente Como Uno” fueron dos películas que tocaron el tema del amor filial y de los malos enganches en el vínculo con los padres.
-Y en la vida real, ¿cómo es el vínculo con Evangelina, tu mamá?
-Mi mamá también fue madre de esa época, al menos conmigo. Con mi hermana Rosario no tanto por cuestiones generacionales, quince años después todo había cambiado. Seguramente mamá habrá dicho o hecho cosas que hoy no repetiría con sus nietos porque todos aprendemos con el tiempo y las nuevas generaciones te marcan cosas. El vínculo con las madres siempre es complicado, no es un vínculo fácil. Mi mamá vino al teatro a ver un ensayo general y se moría de risa con el personaje de Solita; las madres la entienden y no la juzgan. Se ríen porque es una bestia, pero la entienden por lo que ve en la hija, por lo que se queja, sobre todo una madre tan espléndida como Aurora. Yo, personalmente, fui menos sumisa con mi mamá, le hacía más frente con las cosas que no me gustaban o que no quería escuchar, por eso mi amor por el personaje que me toca interpretar en la obra. La crianza no es un tema fácil, hay que desarrollarlo y aprenderlo en el mientras tanto, vas viendo el devenir de una persona, lo que sucedió con sus padres, la historia personal de cada uno. Me veo muy parecida a mi mamá en muchas cosas y seguramente a ella le habrá pasado con mi abuela.
-Tenés una familia famosa, con la que compartís buenos momentos. Palito Ortega, tu papá, Evangelina Salazar la reina madre y cinco hermanos: Sebastián, Martín, Emanuel, Luis y Rosario, todos sumergidos en el mundo artístico. ¿Qué lugar ocupan los vínculos para vos?
-Los vínculos son todo. Yo viví tres años en Los Ángeles, en una época muy fértil de mi vida, cuando apenas tenía veinte años. Es una ciudad que extraño cada vez que veo y el otro día leí algo de Jorge Luis Borges que decía que no se extrañan los lugares sino quiénes éramos cuando estábamos ahí. Extraño lugares, pero sé perfectamente que decidí regresar a mi país por los vínculos. Es muy duro estar en una ciudad donde a nadie le importa si tenés fiebre, el corazón roto, estás triste o alegre porque tenés algo para celebrar.
-En esa época las comunicaciones eran limitadas y más costosas.
-Sí, tal cual. Yo hablaba una vez por semana con mis padres, se escuchaba mal, era otro mundo. Entonces, estar afuera y estar lejos de las personas queridas era durísimo. Yo nací en Argentina y mis vínculos más importantes están acá y uno se ve con la gente querida, sabe lo que les pasa y eso no se da en todos los países. Ni en Los Ángeles ni en New York se parecen en ese sentido; cada uno está en lo suyo, quizás en algunos países de Europa sean más parecidos a nosotros. Es angustiante estar viviendo en un lugar y no tener con quién hablar. Quizás por eso empecé a desarrollar mi pasión por la lectura, iba al teatro y tenía mucho tiempo libre. Siempre me conmovieron mucho los vínculos de familia.
-¿Cómo te llevás con vos misma? ¿Cuál es tu refugio?
-La paso muy bien conmigo, aprendí a hacerme compañía. La experiencia de haber vivido sola mucho tiempo me dio buenos resultados, me hago buena compañía. En este momento mi hijo está de vacaciones con su papá hasta fin de mes y yo disfruto estar en mi casa hasta que llega la hora en que tengo que ir al teatro. Voy al súper, visito a mi mamá, hago cosas afuera, pero regreso a casa y estoy bien. Leo cosas que me interesan, veo documentales, hablo con alguna amiga un rato largo, o investigo sobre algún asunto que me interese, o busco los nombres de los actores de una peli que vi y me gustó. Para mí todo eso es el cielo. Ayer que no tuve función y llovía, así que me acomodé en un sillón, empecé a leer un libro, me quedé dormida y me desperté feliz de la vida pensando que era un placer no tener que ir a ningún lado y disfrutar de este momento.
-¿Cómo es el vínculo con tus amigas?
-Mis amigas tienen un rol fundamental en mi vida, son parte de esos vínculos necesarios y están alto en el ranking de los amores de mi vida.
-Julieta es mamá de Benito, de dieciocho años, fruto de su relación con el cantante Iván Noble, con quien tiene un vínculo súper amigable. ¿Cómo es tu relación con él?
-Tenemos buen vínculo. Ahora empezó una nueva etapa para él porque terminó la secundaria y está en ese impasse de la búsqueda. Dice que va a estudiar teatro y estos días le envié data de algunos lugares donde podría estudiar si quisiera, tiene todo el apoyo de su papá y mío. Los hijos eligen y muchas veces los padres tenemos que aprender a callarnos. Es tremendo el tema de los padres, la presión que hay en lo que uno dice y lo que pensamos realmente. Los chicos se dan cuenta, nos pasó a todos. Es difícil esperarlos, no llenarlos de ansiedad. Me genera ansiedad pensar en que aún no sepa lo que quisiera ser porque yo siempre supe lo que quería. Pero hoy es distinto y hay que darles tiempo a procesar. Hace dos años lo habían llamado para hacer dos castings y sin embargo en ese momento no quería ser actor ni famoso ni que lo conociera nadie, popularmente hablando Los padres tenemos que acompañar, quizás termine eligiendo otra cosa, no lo sé. En otras épocas empezabas una carrera y la terminabas porque había que hacerlo; hoy los chicos son más escuchados y eso es bárbaro, pero como padres es difícil porque hay que acompañarlos sin no transmitirles ciertas inseguridades. Respetar los tiempos y opinar lo menos posible, pero anticiparles si hay algo que no anda bien o puede ser un problema a largo plazo. Quizás en la preadolescencia la relación con Benito fue más compleja, como nos pasa a todas las madres con hijos en esa etapa, pero ahora está más dócil y lo disfruto.
Julieta sigue con su emprendimiento de marca propia de pijamas junto a su socia que es ilustradora y la venta es online.
-Si hablamos del tiempo, ¿qué valor tiene para vos?
-El tiempo es un tesoro. Yo necesito tiempo para muchas cosas, pensar si quiero hacer algo que me guste o necesite, tiempo para ensayar una obra y entenderla, tiempo para pensar qué quiero hacer después, para conversar con mis amigas. Vivir el hoy.
-Como actriz, y formando parte de una familia de artistas donde cada uno en lo suyo están conectados con el arte desde siempre, ¿qué opinás acerca del reclamo de los artistas por La ley Ómnibus?
-Estoy muy preocupada con ese tema, creo que hay una tremenda confusión con varios asuntos y en el medio de todo eso hay mucha gente que saca provecho de eso. Si todo el tiempo machacás a la gente diciéndole que viven de nuestros impuestos, de tu plata, la gente empieza a creer y cuando te quieren insultar o minimizar algo que decís se agarran de eso. El teatro comercial es sector privado y yo particularmente en los últimos años fue lo que más hice. Mi otro trabajo es el podcast de “Las pibas dicen”, en Blender, que se ve por youtube y también del sector privado. Nada de lo que yo estoy haciendo en este momento se aproxima a lo que tenga que ver con el Estado. Sin embargo, la gente sigue pensando que el impuesto del cine se sustenta con lo que espectador paga. El cine, desde que tengo uso de razón, se sustenta con las mismas entradas que compra la gente. Por eso, cuando hay una película a la que le va muy bien, como decía mi papá -que siempre hizo películas muy populares-, son las que permiten que se sigan haciendo otras. Tengo un hermano director de cine, otro productor de televisión, dos hermanos cantantes, así que entiendo perfectamente cómo influyen ese tipo de decisiones que seguramente a muchos artistas los afectarán en mayor o menor medida. Nosotros, de hambre, no nos vamos a morir.
-La cultura es la identidad de un país. ¿Coincidís?
-Absolutamente. Es eso, la identidad de un país. Y no porque yo sea artista, sino porque todo lo que hacemos tiene que ver con la identidad del país. ¿Qué sería de nosotros si no hubiéramos tenido a un genio como Charly García, un Fito Páez escribiendo esas canciones? Yo no sé si en Latinoamérica hay otro país con el nivel de artistas que tenemos en Argentina entre músicos, actores, escritores, directores, cantantes, bailarines… Yo, antes del estreno de la obra que estoy haciendo, me dediqué a ver todo lo que quería ver en teatro, en salas pequeñas de cincuenta personas y siempre me sorprendo con el nivel de talentos que tenemos. Las nuevas generaciones de actrices jóvenes, las más grandes con otro recorrido. Toda esa gente necesita apoyo. Nuestro cine también tiene un lugar de privilegio comparado con otros países. Para todo lo que se hace en materia de cultura necesitás un Estado que acompañe. El año pasado disfruté mucho interpretar a Juana Azurduy en la Tv Pública y me enteré de cosas del personaje que desconocía. Me encantó hacerlo. Me parece fundamental que sigan existiendo esos espacios o un canal como Encuentro. Pero bueno, está gobernando un partido político que yo no voté y estamos en democracia y no hay nada para hacer. Salir a protestar y no creo que mucho más.
-¿Te enganchás con las discusiones que se generan en las redes sociales?
-No, yo ya no me engancho ni escribo más nada en las redes. Quizás likeo con un corazón a algo que me gusta o retuiteo si me parece que amerita, pero no me trenzo más en ninguna discusión porque es agotador.
-¿Con qué personajes te sentarías a conversar sin tiempo?
-Se me ocurren varios, pero en este momento aparecen nombres como Eva Perón, Marlon Brando, Nina Simone (cantante, compositora y pianista estadounidense), Jane Fonda, que la amo… y seguro irían sumándose muchos más.
Julieta saluda con la misma sonrisa con la que llegó a la entrevista, se estrecha en un fuerte abrazo con Canosa y, mientras va caminando entre butacas, promete: “Nos vemos pronto para una segunda vuelta”.