"No hay proyecto que me haya dado mayor satisfacción que la que me dio mi hijo"
Desde Estados Unidos, en donde trabaja buena parte del año, una charla variada, con definiciones categóricas y mucha sensibilidad. La voz autorizada de un hombre con enorme experiencia en cine, televisión y teatro.
La conversación se inició vía whatsapp y dos o tres mensajes fueron suficientes para coordinar día y horario. “Hola Canosa, en un par de horas te confirmo porque en este momento entro al set de filmación y en un rato sabré qué franja horaria voy a tener disponible”, avisa Juan José Campanella sin divismo. Y así sucedió algunas horas más tarde. De perfil bajo, y con la mejor predisposición, aclara de entrada que prefiere no opinar sobre política porque sería meterse “en un océano de lobos donde se mezcla todo”, advierte con tono amable para arrancar. Y agrega: “Hablemos de lo que quieras”.
Director de cine, guionista, productor, montajista de cine y tv y, como si fuera poco, disfruta mucho de dirigir obras de teatro como en su momento lo hizo con “¿Qué Hacemos con Walter?”. Hoy en cartelera tiene “Parque Lezama”, protagonizada por Luis Brandoni y Eduardo Blanco, obra que también adaptó y que se puede ver en teatro Politeama de su propiedad y, dicho sea de paso, es espectacular.
Campanella habla pausado, con un sentido del humor privilegiado y esas ganas de hacer que generan mucha empatía a su alrededor.
-¿Estas definitivamente instalado en Estados Unidos? ¿Con qué frecuencia venís a la Argentina?
-No, no estoy definitivamente instalado acá, lo que pasó fue que hace cuatro años me agarró la cuarentena en Estados Unidos y nos quedamos con mi familia. A eso se sumó que coincidió con una seguidilla enorme de trabajo con la serie “La Ley y El Orden”, y un piloto y la serie “Los Enviados”. Eso implicó que tuviéramos que tomar una decisión con la escuela de mi hijo. Viajo periódicamente a la Argentina y así será hasta que él termine la secundaria ya que le falta muy poco.
-Sé que estarás a cargo de la producción de una serie animada basada en Mafalda, a sesenta años de la aparición de la tira cómica. ¿Va a ser un tributo a Quino?
-Por default, seguramente va a ser un tributo a Quino porque vamos a sumarle muchísimo; no solamente a los personajes sino también en el humor para los fanáticos como yo. Obvio que habrá muchos chistes conocidos por todos, pero tenemos que crear los guiones, una dinámica de comedia que va a ser en movimiento y hablada, por lo tanto… tiene un tempo distinto a la tira. Va a tener muchas características propias, pero es absolutamente un homenaje al dueño del personaje, aunque no esté presente. Te diría que el 80 por ciento de la serie será Quino.
Mafalda fue traducida a más de veinte idiomas, amada por varias generaciones alrededor del mundo y está más vigente que nunca. Aun no se sabe la fecha de inicio, pero desde la productora Mundoloco, la encargada de los éxitos de “Metegol” y “Mini Beat Power Rockers” detallaron que buscarán preservar la obra del autor, uno de los más grandes humoristas gráficos del siglo XX.
-¿Cuándo leíste a Mafalda por primera vez y qué significa para vos?
-Leí a Mafalda por primera vez a los ocho o nueve años. Fue el segundo libro que salió de las recopilaciones de las tiras que se llamaba “¡Así es la cosa Mafalda!”. Por supuesto que había un 20 por ciento de los chistes que en ese entonces no entendía y justamente eso es algo que quiero rescatar en la serie, que es un humor que puede hacer reír a los chicos pero que también tiene una lectura principalmente para adolescentes grandes y adultos. Yo no leía a Mafalda en el diario, sino que esperaba ansioso a que salieran a la venta los libritos, la recopilación que se publicaba cada diez meses o una vez por año.
-¿Corrías al kiosco a comprarla?
-Sí. No te imaginás la ansiedad con que la esperaba. Y ahora que estoy revisando todas las tiras, reparé en que me los acordaba tal cual.
-Hablemos de “La Ley y El Orden: UVE”, serie que marcó un hito en la televisión con varias temporadas y en abril pasado se estrenó el episodio titulado "Duty to report", bajo tu dirección, ¿Cómo es trabajar en ese equipo, el back, la filmación en Estados Unidos?
-Esa serie fue la que me dio la primera oportunidad de dirigir en el prime time de la televisión americana en mi vida. Yo hice el capítulo 4 de la segunda temporada y si bien dejé de trabajar del 2010 al 2020, después vinieron los años de la peli “Metegol”, de mucho trabajo en Argentina, y otras series que hice que en ese tiempo y me tuvieron alejado de los Estados Unidos. Eso significó que después de esos diez años de ausencia, se produjera un hermoso reencuentro porque supuestamente iba a ser la última temporada y me llamó Mariska, entusiasmada para que regresara con otros directores clásicos de las primeras épocas y así fue que viajamos con otro colega. Me encontré con una mujer que no estaba cansada ni haciéndolo como rutina sino con una energía tremenda. Hoy es productora y me esperaron con todo el elenco y con sorpresas sumamente agradables. Ken Brown que en su momento fue mi asistente de dirección pasó a ser el productor; Michael Ciliento, que era el aprendiz en la sala de autores, pasó a ser el productor de piso… Me reencontré con gente que conocí hace más de veinte años y por eso siento que trabajo con un equipo de amigos y me siento muy cómodo. Con Mariska tenemos una conexión muy grande, creativa, es un placer y un desafío cada año cambiar algo del estilo, encontrar esa cosa que la renueva, sin que pierda la sustancia; es decir, que la serie se mantenga fresca sin perder su origen. Sin ofender al fanático.
-Es una de las pocas series que hizo tantas temporadas.
-Es cierto, no son muchas las series que hacen 22 o 24 capítulos por año. Por lo general son series con temporadas de 10 capítulos y hay mucho trabajo en esto. Estamos todos en permanente contacto y vemos los capítulos de los otros directores, nos entusiasmamos y destacamos algo que nos parece novedoso e interesante. Mirá, si yo tuviera que elegir un solo trabajo para hacer por el resto de mi vida, sería éste y el teatro de Buenos Aires.
-¿Qué estás filmando actualmente y cómo viene aspectado tu año?
-Estamos inmersos en el mundo Mafalda y en noviembre empiezo a ensayar una obra de teatro nueva en Buenos Aires, que seguramente estrenaremos en enero del año próximo y también estamos detrás de los derechos de una novela para hacer otra obra de teatro y estrenar dos en el Politeama. En agosto empieza la nueva temporada de “La Ley y El Orden: UVE” y ya me meto de lleno con un capítulo nuevo.
-¿Qué te parece si recordamos una anécdota genial de cuando fuiste a ver la peli "Cantando bajo la lluvia" y corriste a la librería El Ateneo a comprar el libro "Así se hace cine", de Tony Rose.
-Uy, sí, vos sos muy joven, Canosa. Pero antes del video, las películas se volvían a estrenar en varios cines y en el año 73 sucedió con “Cantando bajo la lluvia” por su vigésimo aniversario. Yo tenía 13 años y mi mamá insistía: tenés que verla, tenés que verla, me repetía, y si bien yo siempre fui fanático del cine no me gustaban los musicales. Así que medio que me llevó a la fuerza, a pesar de mi desinterés, al auditorio Kraft que aún sigue estando en Florida y Viamonte. Y, definitivamente, me cambió la vida. Fue la primera vez que me pregunté: ¿Cómo se hace esto? Pensá que yo soy de la época de los cines de barrio que cambiaban de programación todos los días y solía ir al cine a ver cuatro o cinco pelis. Por lo general, veía diez películas por semana. Respecto a “Cantando bajo la lluvia”, salí fascinado. Apenas sale Gene Kelly del auto y sonríe, dije: Nooo, no se puede ser tan cool. Y como bien mencionás, apenas terminó la película, me fui a la librería El Ateneo a comprar un libro. Hace unos meses pasé por la puerta, lo grabé y lo subí a mi cuenta de Instagram. Apenas entré en la librería le pregunté al vendedor si tenía un libro para hacer películas, me sugirió el que vos mencionás: “Así se hace cine”, de Tony Rose, un librito chiquito que aún conservo. Y ahí empecé. Me compré una camarita en Súper 8 y empecé a filmar.
-¿Cuántas veces viste esa peli?
-¡La ví 22 veces en cinco semanas! En ese momento estaba en la escuela secundaria y apenas salía de la escuela me iba al cine y la veía dos veces. Después la bajaron, no había videos y no pude verla durante varios años. Pasaron diez años y la volví a ver con el mismo entusiasmo de siempre.
-¿Qué otros intereses y curiosidades o placeres tenés fuera del cine?
-Me interesa muchísimo la historia y durante una época de mi vida me interesó la filosofía, pero ya no tanto. Después de leer cuatro mamotretos que dicen una “filosofía de vida” y después leer otro mamotreto de otro autor que lo contradice a la perfección con argumentos sólidos, dije: ¡Stop! Porque es muy opinable todo. Fue ahí que empecé a leer historia griega, que me atrapo con el siglo IV A.C., la época de oro de Atenas y seguí con los romanos. Me gusta mucho la historia. Otro de los placeres es la programación, volví a mi primer amor porque yo estudié Ingeniería, Análisis de Sistemas y abandoné por el cine. Pero actualmente me veo seducido por eso también, me paso horas programando, hice todo el sistema de datos del teatro Politeama.
-Hablando del Teatro Politeama, sé que fue un sueño hecho realidad. ¿Cómo surgió la idea de comprar el terreno para construir un teatro?
-Lo construímos entero de cero. La idea empezó con la obra “Parque Lezama”, que se conectó con la película “Metegol”, donde experimentamos trabajar con mucha tecnología y ahí me dieron ganas de volver a hacer algo de texto, con actores y si hay que mover algo que haya que colgarlo de una soga o una polea y basta de computadoras. También me encantó dirigir la obra “¿Qué Hacemos con Walter?”, y todo eso me fue entusiasmando para decidir tener un teatro y así encaramos el proyecto con mis socios. Además, queríamos tener la experiencia de salir de las decisiones que tomábamos como ejecutivos. Yo añoro las épocas de la tele en las que el productor era un señor de nombre y apellido con quien ibas a almorzar y te arreglabas o no. Hoy con las plataformas, que entra y sale gente, que hay un ejecutivo, cambian, los echan y se mueven y aparecen en otra compañía y el algoritmo… La ví venir, aunque no pensé que iba a ser todo tan rápido.
-La cartelera del teatro va muy bien. ¿Tuviste alguna charla con Carlitos Rottemberg sobre cómo controlar el bordereaux?
-No en este momento, pero he tenido muchas charlas con Carlos, que es el gran narrador del teatro argentino. Todo lo que quieras saber de la historia del teatro, preguntale a Carlitos Rottemberg y lo que primero que te va a decir es que es imposible controlar el bordereaux. ¿Controlar en qué sentido? ¿Que no nos mientan? Siendo los dueños del teatro es imposible. Los problemas pueden surgir en las giras, pero hay un productor que se ocupa de eso. Rottemberg tiene una frase sobre cómo hacer para que vaya más gente al teatro, ¿la conocés? Es una frase de Guillermo Bredeston que decía: “El público… son unos hijos de puta”, así, en plural (risas). Bredeston no se refería a que el público es mala gente sino a que es imposible de predecir lo que el público va a elegir ver en el teatro.
-¿Creés que las plataformas perjudicaron la asistencia del público a las salas de cine?
-Sí, absolutamente. Es notoria la muerte del cine en las salas. Las plataformas mejoraron la experiencia de la televisión, pero perjudicaron muchísimo al cine. Durante varios años educaron al público para no ir al cine. AMC, que es una cadena de cines muy fuerte en Estados Unidos, está al borde de presentar la quiebra, están todos endeudados, los estudios Warner tienen 40 mil millones de dólares de deuda. Las plataformas destruyeron al cine.
-¿Qué significa la familia para vos?
-La familia es lo más importante y la prioridad más absoluta. Yo, más allá de mi familia de sangre, he tenido mi familia con mi mujer y mis hijos de grande. Mi hijo nació teniendo yo 47. Por eso, uno lo toma con una perspectiva mucho más importante y saludable te diría, porque si lo hubiera experimentado de más joven, con una carrera que no arrancaba, que costó mucho y me angustiaba, hubiera sido diferente. Entonces, creo que me llegó en un momento en el que me sentía más establecido y que además pensaba que no iba a tener hijos, es por eso que lo valoro muchísimo. Uno puede negociar. Mirá, tengo este proyecto, tengo que viajar por dos meses, nos visitamos, nos hablamos, pero si alguno de nosotros se siente afectado, abandonado por esa decisión. No hay proyecto que me haya dado mayor satisfacción que la que me dio mi hijo.
-¿Con quiénes compartirías una charla sin tiempo y de qué hablarían?
-Suponiendo que quisieran hablar, me encantaría hablar con el director Ernst Lubitsch; me hubiera encantado conocer a Bob Fosse y no tuve esa oportunidad porque falleció joven; con Nino Manfredi, y también sumaría a esa charla a Frank Capra, a James Stewart… La vida me dio la enorme satisfacción de trabajar con gente que veía de chico como Luis Brandoni, Marcos Mundstock y por ende Les Luthiers, Aída Bortnik. A los quince años, “La tregua” ya había sido la mejor película argentina que había visto en mi vida y conocí a Sergio Renán. Acabo de hacer una película con Oscar Martínez. En Argentina estoy cubierto con esas charlas, pero históricamente me hubiera encantado con tres personas: Niní Marshall, Carlos Gardel y Luis Sandrini. Y si vamos muy para atrás en el tiempo, me hubiera encantado charlar sin tiempo con gente de la historia pero ya sería entrar en sueños.