Según la Federación de Almaceneros de Buenos Aires (FABA), la caída de ventas en estos establecimientos se sitúa entre el 17% y 20% a nivel nacional, una situación que se atribuye principalmente al deterioro del poder adquisitivo de la población. En este marco, se observa un aumento significativo en la modalidad de ventas a fiado.

Los comercios de proximidad suelen ser frecuentados por los sectores sociales más vulnerables, quienes se ven directamente afectados por la inflación y la disminución de sus ingresos. Durante el primer trimestre, la licuación de los salarios ha sido evidente, aunque la recuperación de estos ha sido insuficiente y desigual entre diferentes grupos socioeconómicos. 

En respuesta a esta problemática, el Gobierno ha centrado sus esfuerzos en la desaceleración de la inflación, considerado como el principal objetivo económico en la actualidad. A pesar de ello, la inflación acumulada hasta junio es del 79,8%, con una tasa interanual de 271,5%, lo que ha contribuido a un debilitamiento general de los ingresos de los consumidores.

La disminución del poder adquisitivo ha afectado gravemente la capacidad de la población para adquirir productos básicos, lo que se refleja en las ventas de los almacenes. Fernando Savore, vicepresidente de la FABA, señala que los consumidores tienden a reducir sus compras y han cambiado sus modalidades de pago. Es cada vez más común que los clientes utilicen tarjetas de crédito para abonar montos que antes no se consideraban, como $6.000, lo que indica un cambio en la forma de gestionar sus finanzas.

Asimismo, Savore menciona que una situación recurrente en los puntos de venta es que los clientes consultan constantemente el costo total de su compra mientras se realiza, lo que les lleva a dejar de lado algunos productos esenciales en el momento de pagar. Entre los productos que se eligen dejar fuera de la compra, se encuentran aquellos de primera necesidad, como puré de tomate, leche y frutas y verduras.

El fenómeno del "fin de mes que llega el día quince" es otra realidad que se ha hecho evidente, ya que a principios de mes los consumidores, tras recibir sus salarios, adquieren productos de marcas que suelen comprar, pero a medida que avanza el mes, se ven obligados a optar por opciones más económicas.

Como resultado de esta situación, la práctica del fiado ha vuelto a resurgir como una modalidad común de endeudamiento en los comercios de proximidad, reflejando una adaptación a las nuevas realidades económicas que enfrentan los consumidores en su día a día.