Luis Alberto Ramos ha sido condenado a reclusión perpetua por el Tribunal Oral en lo Criminal N° 2 de La Plata, en relación al asesinato y desaparición de Tehuel de la Torre. Esta sentencia se dictó tras las solicitudes de prisión perpetua realizadas por la fiscalía y la querella, quienes argumentaron que el acusado había cometido homicidio agravado por odio a la identidad de género, calificación por la que fue finalmente sentenciado. El tribunal estaba compuesto por los magistrados Claudio Joaquín Bernard, Silvia Hoerr y Ramiro Fernández Lorenzo.

El juicio se llevó a cabo en el contexto de la desaparición del joven trans, que ocurrió en marzo de 2021. Durante la jornada previa al juicio, se presentaron los alegatos. El fiscal Juan Pablo Caniggia, junto con la querella, representada por los abogados Flavia Centurión y Cristian González, pidieron la máxima pena para Ramos, mientras que la defensa solicitó su absolución.

De acuerdo con la acusación, el día 11 de marzo de 2021, Ramos había citado a Tehuel en su residencia de Alejandro Korn bajo el pretexto de ofrecerle un trabajo de mozo en un evento. Posteriormente, se encontró el celular de Tehuel, que había sido incinerado, y se hallaron manchas de sangre en la casa de Ramos. Hasta la fecha, el cuerpo de Tehuel no ha sido localizado. Ramos fue considerado reincidente, ya que había sido condenado previamente por su implicación en un homicidio en el año 2009.

En relación al otro acusado, Oscar Montes, aún se está a la espera de la fijación de la fecha para el juicio por jurados que enfrentará.

Norma Nahuelcurá, madre de Tehuel, compartió su experiencia tras escuchar los alegatos, describiendo el impacto emocional que le causaron las imágenes y los videos presentados en el juicio, a los que no había tenido acceso previamente. La presentación de la evidencia, que incluía fotos de manchas de sangre en la pared de la casa de Ramos, resultó ser particularmente abrumadora para ella.

El caso de Tehuel de la Torre ha resonado profundamente en la sociedad argentina, convirtiéndose en un símbolo de la violencia que enfrentan las personas trans. A lo largo de los años, su desaparición y asesinato han movilizado a diversos colectivos LGBTQ, generando marchas y actos de visibilización en todo el país, que exigen justicia y un mayor reconocimiento de los derechos de las personas trans.