El terremoto que azota los mercados financieros en las últimas semanas mueve el apicentro hacia un actor inesperado. Francia, la segunda economía de la eurozona, desató ayer la alarma de los hipersensibles inversores ante una posible rebaja de la calificación de su deuda. Francia tiene triple AAA, la nota más alta posible, y se teme que corra la misma suerte que EE UU.


La apertura de Wall Street mostró que el respiro de los inversores fue breve y hoy los índices vuelven a derrumbarse. El comunicado de la Fed había generado ayer un repunte en los promedios y las acciones tuvieron su mayor suba en dos años, el día posterior a la jornada más oscura desde la debacle financiera de 2008.


El presidente francés, Nicolás Sarkozy, intentó cortar por lo sano el riesgo de contagio de la crisis de deuda convocando una reunión de urgencia de su Gobierno para acelerar los recortes del déficit. El efecto, sin embargo, fue demoledor. Las Bolsas europeas, que hasta esa hora registraban una sesión relativamente tranquila, saltaron otra vez al vacío. Al final, sufrieron caídas superiores al 5% con la banca al frente de las pérdidas y el rojo llegó también a Wall Street.

Sarkozy ha seguido de cerca la situación financiera de los últimos días pero había escogido no interrumpir sus vacaciones para evitar lanzar un mensaje de alarma. Hasta ayer. Animado por la aparente estabilización de la Bolsas y con la vista puesta en los crecientes rumores que sitúan a Francia como la próxima víctima de los tijeretazos en su deuda soberana, el mandatario regresó a París para reunir de urgencia a un gabinete de crisis. Al término del encuentro, encargó a los titulares de Economía y de Presupuesto, François Baroin y Valérie Pécresse, la elaboración de nuevas medidas de reducción del déficit para aplacar las crecientes dudas de los inversores. El objetivo, además, es que se aprueben dentro de dos semanas para presentarlas en el Parlamento lo antes posible. Esto es, en septiembre.




Antes del inicio de las operaciones en los Estados Unidos, el impacto de las novedades de ayer dieron un respiro a las bolsas asiáticas y alentó momentáneamente a las plazas europeas. Pero no alcanzó para disipar del todo las dudas sobre la salud de la economía mundial, que se profundizaron luego de la rebaja en la calificación de la deuda norteamericana el viernes por parte de la agencia Standard and Poor's. Además, se multiplican los interrogantes entre los europeos y resurgen los temores sobre una recesión mundial.