La superficie destinada a girasol para la campaña 2023/24 llegaría a 1,95 millones de hectáreas
El anuncio lo realizó la Asociación Argentina de Girasol, teniendo en cuenta las estimaciones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
El escenario inicial refleja una tendencia negativa en términos de área a implantar para el cultivo de girasol. Esta situación se debe principalmente a una relación insumo-producto desfavorable, ocasionada por la baja de los precios de la oleaginosa. Además, la perspectiva climática de un año con mayores precipitaciones durante primavera-verano llevaría a los productores a optar por otros cultivos de gruesa. Sin embargo, es importante destacar que en el núcleo girasolero del norte existe una preocupación adicional debido a la escasa humedad de los perfiles del suelo, lo cual podría afectar la siembra del girasol en esa región.
Frente a este panorama se proyecta una superficie total destinada al girasol de 1.950.000 hectáreas para la nueva campaña, sujeta a la evolución del contexto económico y a la ocurrencia de precipitaciones durante la ventana de siembra. En términos relativos, la actual proyección refleja una disminución interanual del área sembrada del 11% (es decir, unas 250.000 hectáreas por debajo al ciclo previo) y un incremento del 11% en comparación al promedio del último quinquenio.
El inicio del otoño estuvo marcado por una paulatina recuperación de las reservas hídricas a lo largo del área agrícola nacional. Esta recuperación registrada es espacialmente heterogénea ya que encontramos zonas como el oeste del área agrícola con niveles de humedad por debajo de los óptimos y hacia el este del país situaciones de excesos hídricos puntuales. Nuestro último informe agroclimático estacional, menciona que la anomalía de lluvias se mantendrá en valores superiores a los valores normales en el norte del área agrícola nacional.
Este fenómeno coincidiría con la ventana de siembra ideal del núcleo girasolero representado por las zonas NEA y Centro-Norte de Santa Fe. En el centro este del país, las lluvias tendrían registros cercanos a los normales, por lo cual serán necesarias nuevas precipitaciones en la primavera para asegurar una humedad óptima en los primeros centímetros del suelo. Por otro lado, las temperaturas mantendrán un promedio por encima de lo normal, pero con intensas rachas de frío causadas por cortas pero vigorosas irrupciones de los vientos polares, aunque sin llegar a los rigores experimentados en las campañas previas.
Ya hacia la primavera, el régimen térmico será más moderado que en las temporadas anteriores, con menor riesgo, tanto de heladas tardías, como de calores tempranos. Las anomalías positivas de lluvias se concentrarían en el sur del área agrícola, coincidiendo con la ventana de siembra de núcleo girasolero del sur. En cambio, en las provincias de Córdoba y Santa Fe, las precipitaciones podrían estar por debajo de los valores normales provocando situaciones más ajustadas de humedad en los perfiles.
Con el propósito de analizar los incentivos económicos que tendrán los productores en la próxima campaña agrícola 23/24 para el cultivo de girasol, es esencial considerar múltiples variables que conforman el escenario. Entre estas variables se incluyen los precios de mercado, los costos de 2 producción y finalmente la relación entre ambos para determinar los incentivos finales recibidos por el productor. Se trata de un contexto de incertidumbre donde, a nivel internacional, concluyó el Acuerdo de Granos del Mar Negro y, a nivel local, nos encontramos con un año electoral en medio de una situación económica compleja. Para iniciar el análisis, es importante destacar la evolución de los precios internacionales de los aceites vegetales, los cuales experimentaron un retroceso significativo en el último año debido a diversos factores, luego de que a mediados del 2022 se corte la tendencia alcista que venía arrastrándose desde 2020.
Uno de los elementos clave fue el restablecimiento de las cadenas de suministro en la región del Mar Negro, con la firma del Acuerdo de Estambul en julio del año pasado en un contexto donde la oferta global mejoraba. Este acuerdo permitió a Ucrania extraer sus productos agrícolas a través de los puertos del Mar Negro y promovió levantar ciertas sanciones que obstaculizaban las exportaciones de Rusia. Cabe mencionar que Rusia y Ucrania son responsables de más del 50% de la oferta de girasol y más del 70% de la oferta de aceite de girasol a nivel mundial. La implementación de este acuerdo tuvo como consecuencia directa un flujo masivo de los stocks retenidos en Ucrania, lo que resultó en una oferta significativa en el mercado.
Este exceso de oferta provocó significativos descuentos en los precios de exportación de la región, lo que a su vez afectó los precios mundiales de los aceites vegetales, incluyendo el aceite de girasol. Se observaron caídas superiores al 40% en los precios de todos los aceites en comparación con junio del año pasado, mientras que la soja y el maíz experimentaron caídas del orden del 20%. Luego, fueron importantes el levantamiento de las restricciones de exportación que imponían países clave, como Indonesia, en las exportaciones de aceite de palma en Asia el año pasado.
Con respecto a los precios de los principales insumos, se observa una disminución para la campaña 2023/24 a excepción de los herbicidas, que respecto al año pasado se mantienen un 15% por encima. Mientras que, tras eventos inesperados que llevaron a los mercados globales de fertilizantes a valores máximos, la oferta y la demanda se normalizan gracias a la recomposición de las cadenas de suministros en Asia y el Mar Negro. Ante esto, vienen acumulando una baja de 36% y 31% respecto a julio del año pasado, cifras menores a las registradas para el girasol, que acumula una reducción del 50%.
Debido a la significativa caída en los precios del girasol, la relación insumo-producto ha empeorado considerablemente para todos los insumos de producción. Específicamente, en el caso del combustible hubo una desmejora del 41% en comparación con la campaña anterior. Si lo comparamos con el promedio de las últimas 5 campañas, el deterioro es del 19%. Estos datos indican que los costos de los insumos necesarios para la producción de girasol han disminuido en menor medida que los precios de la oleaginosa, lo que afecta negativamente a los agricultores y a la rentabilidad de la actividad.
Además, comparando con la evolución de precios y costos de la soja y el maíz, competidores del girasol, se observa una ventaja relativa de los primeros en las relaciones insumo-producto. Esta mejora se debe a que los costos han experimentado una baja más pronunciada en comparación con los precios. En resumen, hasta el momento se ha observado un empeoramiento en las relaciones insumo producto para el cultivo de girasol, lo que podría resultar en una menor rentabilidad para los productores y su inclinación a optar por otros cultivos más favorables. Sin embargo, es importante destacar que la situación puede ser dinámica, ya que el fin del acuerdo del Mar Negro podría generar cambios significativos en los precios y condiciones del mercado. Por lo tanto, es 3 fundamental seguir de cerca cualquier desarrollo relacionado con el acuerdo, ya que podría tener un impacto directo en los precios y las oportunidades económicas para los productores.
Luego de realizar la primera estimación de área para la campaña 2022/23 en septiembre de 2022 durante nuestro Lanzamiento de Campaña Gruesa, se observaron cambios significativos en las variables clave que influyen en la elección del cultivo. Estos cambios, que se produjeron durante la ventana de siembra, tuvieron un impacto en la superficie finalmente destinada al cultivo de la oleaginosa. Podemos agrupar estos cambios en dos categorías: disponibilidad de semillas y densidad de siembra. En primer lugar, a través de relevamiento ReTAA, se ha verificado que los productores han optado por disminuir la densidad de siembra en comparación con campañas anteriores.
Para la campaña agrícola 22/23 la densidad promedio a nivel nacional fue de 47000 plantas/ha, un 8% menor que la campaña previa. Esta estrategia les ha permitido utilizar la misma cantidad de semillas para sembrar una mayor extensión de hectáreas. Por otro lado, se ha verificado una mejora en la disponibilidad de semillas en comparación con el inicio del ciclo. Las limitaciones iniciales que se presentaban en el suministro de semillas se han superado, lo que ha permitido a los productores contar con una mayor cantidad de semillas para la siembra. Este incremento en la disponibilidad de semillas ha sido un factor determinante para el aumento de la superficie cultivada.
Estos cambios en la estrategia de densidad de siembra, combinados con la mejora en la disponibilidad de semillas, han impulsado el incremento en la superficie destinada al cultivo de girasol. En consecuencia, la superficie finalmente destinada a girasol en la campaña 2022/23 se estima en 2.200.000 hectáreas. Este nuevo escenario tiene un impacto en nuestra proyección de producción, por lo cual se estima un volumen de 4,3 MTn a nivel nacional para el ciclo 2022/23. En términos relativos, la nueva estimación de superficie refleja una expansión interanual del área sembrada del 29 % (es decir, unas 500.000 hectáreas por encima al ciclo previo), y se sitúa un 32 % por encima al promedio del último quinquenio