Pícaro, inteligente, a veces puzante, siempre cálido. El enorme Garardo Rozín fue parte de la trova rosariana del periodismo, probablemente su mayor expositor. Sus primeros tiempos en cámara, junto a Nicolas Repetto, era el encargado de hacerle al invitado "la pregunta animal", esa que nadie se animaba a hacerle.