A la Corte le gusta jugar a esconderse. Le da un halo de misterio, de superioridad. Quien no deja ver sus intenciones, maniobra con el poder de la incertidumbre. Suele hacerlo. También el hecho de que el Alto Tribunal no tiene plazos para expedirse, es una herramienta que suele usar para que las cosas se resuelvan solas, cuando por cuestiones políticas no quiere o teme resolver determinada cuestión.