The Economist publicó un duro análisis de la realidad argentina en el cual critica la estrategia del Gobierno durante el conflicto con los holdouts y su inclinación por seguir a sus propias reglas e ignorar aquellas que no le son beneficiosas.

"Fue apenas una sorpresa cuando Luis Suárez decidió expresar su frustración durante el partido contra Italia mordiendo un contrincante. Después de todo, ya lo había hecho dos veces. Más sorprendente fue la reacción de las autoridades uruguayas, tanto en el fútbol como en la política. Primero vino la negación y la teoría conspirativa: las marcas de la mordida estaban hechas con photoshop, o eran de una herida anterior. Luego vino el enojo a la sanción contra Suárez, quien fue recibido como un héroe. Mujica dijo que lo que hizo no era más que 'una broma infantil'."

En esto es que la influyente revista inglesa traza un paralelo entre la violación a las reglas del fútbol que supuestamente demostró Uruguay y "una característica que se hace presente de una manera mucho más habitual del otro lado del Río de la Plata: el ejercicio de una especie de narcisismo adolescente en el que está bien violar las reglas que a uno no le gustan, con la creencia de que uno podrá salirse con la suya".

"Y si no es así, bueno, es injusto porque el mundo está contra vos".

The Economist define este comportamiento con la definición que se le da en Argentina: "viveza criolla".

"La viveza criolla ha sido una característica de la política económica Argentina tanto bajo la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner como bajo la de su marido y predecesor Néstor Kirchner. La creencia de que Argentina podía jugar bajo sus propias reglas en vez de seguir las reglas económicas del resto del mundo fue reflejada con la negación del gobierno al impacto inflacionario de sus políticas expansivas a través de retoques al IPC. Mientras tanto, los Kirchner le echaban la culpa al FMI por todos los problemas del país," agrega la nota.