Aprender a volar
Lo que ayer Patricia Sosa le contó a Fernando Bravo es otro síntoma grave del nivel de intolerancia feroz que el gobierno de los Kirchner instaló en la sociedad argentina. Ojo que no digo que la descalificación permanente y la ubicación del otro en el lugar del enemigo sea solamente una característica de los Kirchner.
Lo que ayer Patricia Sosa le contó a Fernando Bravo es otro síntoma grave del nivel de intolerancia feroz que el gobierno de los Kirchner instaló en la sociedad argentina. Ojo que no digo que la descalificación permanente y la ubicación del otro en el lugar del enemigo sea solamente una característica de los Kirchner. De hecho a esta altura ya se han generalizado de un lado y del otro los agravios y los ataques verbales de todo tipo. Pero la responsabilidad mayor siempre es del gobierno nacional porque es el que mayores responsabilidades tiene y porque fue el que inició las hostilidades. Fue el que primero empezó a sembrar vientos en la Argentina de los últimos años. Por eso, que quede claro: Así como en su momento repudiamos todo tipo de escraches, repudiamos todo tipo de agresión. No importa quien sea la víctima ni el victimario.
Hay que desterrar de una vez por todas esa costumbre de ir al blog, al mail, a la marcha o al trabajo de nuestro adversario político para expresarle el repudio. Si no te gusta lo que hacen los otros, hace vos algo a favor de tu pensamiento. Pero basta de esa peligrosa costumbre de ir a insultar al otro. Basta con eso de que si no piensa igual es un golpista. Insisto con el tema. Esa fractura social expuesta se ve en distintos sectores pero tal vez por su presencia mediática aparece con más claridad entre el periodismo y los artistas. Por eso hay grupos de personas que se dedican a amar o a odiar a Florencia Peña, Ignacio Copani y últimamente a Andrea del Boca. Los acusan de ser oficialistas. Están en todo su derecho. Vivimos en democracia y cada uno debe expresarse con toda claridad sin temor a ser castigado por eso. Lo mismo cuando la crítica es hacia aquellos que actúan o participan de actividades de organizaciones que son criticas del gobierno como pasó con Patricia Sosa. O cuando se margina a Luis Brandoni porque es radical o no se invita a Jairo a cantar el himno en el Bicentenario cuando, por lejos, era el que más méritos tenía para eso. Cuando se instala una división así entre los artistas populares vamos por el peor de los caminos. Cuando Hugo del Carril y Libertad Lamarque expresaron dos Argentinas distintas nos acercamos al infierno porque la convivencia se tornó imposible. ¿Cómo se puede ser tan fanático y tan energúmeno para acusar a Patricia Sosa de cantar para genocidas? Lo único que hizo fue cantar el himno y Aurora en un acto organizado por la Sociedad Rural.
¿Eso la convierte en una cantante de los genocidas? Esos cobardes anónimos en realidad interpretan o creen interpretar el mensaje que baja desde el poder. Se creen representantes de la patria y todo el que no esta con ellos es la antipatria. Nefasto. La Rural y Hugo Biolcatti no son santos de mi devoción. Defienden sus intereses económicos que en muchos casos no son los de las grandes mayorías. La historia los muestra en apoyo de golpes de estado y silbando al presidente Raúl Alfonsín, entre otras cosas. Es cierto. Ahora, me pregunto. ¿Todo el tiempo se los va a estar juzgando en la actualidad por aquellos hechos pese a que hoy no están los mismos hombres ni las mismas circunstancias? ¿Sería correcto que yo diga que Néstor Kirchner por el hecho de ser peronista tiene que rendir cuentas por José López Rega y la banda asesina de la Triple A? Ojo con transformar la memoria histórica en un permanente motivo de venganza y de odio. Patricia Sosa ayer confesó su dolor. Yo no canto para genocidas, dijo. Y tiene razón. Los genocidas están siendo juzgados y van a seguir presos como corresponde. Patricia Sosa actuó en Teatro por la Identidad que organizan las Abuelas de Plaza de Mayo. Se rompe el lomo en el Impenetrable, en el Chaco donde muchas veces no llega ni el estado. Su fundación se llama “Pequeños gestos, grandes logros”. Esa es su militancia. En eso cree. No le interesa la política partidaria. Muchas veces recibió ayuda del ministerio que dirige Alicia Kirchner para su tarea solidaria. ¿Por eso la vamos a acusar de kirchnerista? ¿Los que se oponen al gobierno tendrían derecho a descalificarla por oficialista? ¡Por favor! Terminemos con esta guerra.
Los pueblos no se dividen entre amigos y enemigos. La vida no es blanco o negro, por suerte. Tiene maravillosos arcos iris y matices. Ayer Patricia estaba en pleno monte, sacando los piojos de la cabeza de los marginados, aportando alimentos, ayudando a curar la sarna. Es un ejemplo y la insultan los autoritarios que se creen dueños de la virtud. Por suerte ella tiene la magia de su voz que la protege de todos los misiles de la intolerancia. Les puede cantar “Aprender a volar” y los desactiva de inmediato. Les puede decir “Duro es el camino y se que no es fácil/ No se si habrá tiempo para descansar./Puedes creer, puedes soñar/ abre tus alas, aquí está tu libertad”. Volar como las águilas y no arrastrarse como los reptiles. De eso se trata la vida.