En Juan Alberto Badía, encima de cualquier otro rasgo, descollaba su calidez.

Un conductor nato, todo le salía fácil. Nunca buscaba su lucimiento personal, aunque lo lograba de la mejor manera. No se interponía con el invitado. Creaba climas sin estridencias.

Hizo una carrera, pero no una carrera como las de ahora, a las apuradas.