Chivo expiatorio
Raúl Alberto Garré es un chivo expiatorio. Además es abogado, contador, economista, procurador, fundador del departamento juvenil de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, peronista desde la cuna, hermano de Nilda, la ministra y desde hace unas horas ex jefe de asesores del ministerio de seguridad.
Raúl Alberto Garré es un chivo expiatorio. Además es abogado, contador, economista, procurador, fundador del departamento juvenil de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, peronista desde la cuna, hermano de Nilda, la ministra y desde hace unas horas ex jefe de asesores del ministerio de seguridad.
Lo acusaron de ser el que aplicó como un mamarracho el decreto 1.307 que desató la rebelión de los caradespintadas. Por eso se tuvo que ir a su casa. En realidad el grave problema que se generó con gendarmes y prefectos fue responsabilidad de todo el gobierno nacional. Van a cumplir una década en el poder y todavía siguen haciendo responsable a Menem y Cavallo del desquicio administrativo producido por esa plaga llamada aumentos no remunerativos.
Un eufemismo como para que los estudien los lingüistas. Todo para no decir la verdad: son pagos en negro. Es el estado nacional el que dice combatir el trabajo no registrado y pagaba a los integrantes de la fuerza de seguridad en muchos casos el 70% de sus sueldos en negro.
¿Quién tiene la culpa de eso? ¿Raúl Garré? ¿Carlos Menem? ¿Cavallo? ¿Y quien será el chivo expiatorio que deberá irse del gobierno cuando estallen conflictos similares en todo el territorio del estado? Porque solo a nivel nacional hay 40 mil trabajadores que están en la misma situación. Cobran una parte de sus ingresos en forma ilegal, es decir en negro, con sumas no remunerativas como dicen lo que ocultan la realidad.
Pregunta al paso: ¿Por qué el estado comete ese delito que dice combatir? Porque tienen una mirada corta de presuntos picaros. No pagan aportes jubilatorios ni cargas sociales y se ahorran unos pesos. En realidad es el estado que se roba a si mismo. Una verguenza que complica a la presidenta Cristina Fernández y sus ministros. Pregunta ridícula: ¿Sabía usted que los inspectores del ministerio de trabajo y de la AFIP en muchos casos también reciben parte de sus haberes en negro?
Es verdad que Menem fue el que parió la criatura allá por los noventa. Pero todos los gobiernos siguientes fueron los que alimentaron y ayudaron a crecer a esa criatura que hoy es un elefante en un bazar. Y desde el 25 de mayo del 2003 los responsables de este desquicio fueron Néstor Kirchner y luego Cristina. Y cada uno dejó las huellas marcadas con sus propios decretos ratificatorios del despropósito. El motín de los sargentos es algo gravísimo e inédito en la democracia. Acusar de golpistas a quienes quieren tener un sueldo digno y un mejor trato es una manera sacarse la responsabilidad de encima y poner la culpas afuera.
Pero es cierto que el conflicto debe terminar de una vez por todas. Que las demandas son absolutamente comprensibles y legítimas pero que los rebeldes deben volver en forma urgente a sus hogares y a los cuarteles. La calle, los bombos y los gritos no son lugares para los uniformados. La presidenta, su jefe de gabinete y el ministro de economía no supieron, no quisieron o no pudieron solucionar el desafío que ellos mismos produjeron y potenciaron con su impericia o tal vez, como dice Víctor de Gennaro, con el inconfesable objetivo de victimizarse.
Hay que estar alertas porque la situación de indisciplina no terminó. No es un tema cerrado. Es probable que lentamente los reclamos se vayan apagando por la propia naturaleza jerárquica de instituciones como la Gendarmería y la Prefectura. Pero una cosa es resolver un problema y otra muy distinta es asfixiarlo o aplastarlo. Si los temas se ocultan debajo de la alfombra en algún momento reaparecen. El germen de la bronca queda latente y va generando un resentimiento que no es bueno.
Los integrantes de las fuerzas de seguridad se sienten engañados y traicionados por sus jefes que en algunos casos ganan mas de 80 mil pesos y los mandan al frente a ellos, por la ministra Nilda Garré y por el interventor del ministerio, el coronel Sergio Berni. Les prometieron responder al petitorio y no le dieron ningún tipo de respuesta. Los ignoraron olímpicamente. Eso es pan para hoy y hambre para mañana.
No hay persona que siga como si nada después de una traición. No hay fuerza con disciplina vertical que pueda mantenerse. Si es verdad que los jefes en complicidad con jueces y abogados estafaron al estado deben ser llevados a la justicia y encarcelados. Pero la crisis que desató el gobierno no termina con mentiras ni mucho menos con chivos expiatorios. El gobierno está para solucionar problemas. Y si es posible para dejar de fabricarlos.