José y Beatriz siempre fueron uno de los matrimonios políticos preferidos de Néstor y Cristina. Tienen muchas cosas en común. Por ejemplo toda una vida dedicada al poder y el dinero y el manejo feudal de la provincia de Tucumán y de Santa Cruz. Por eso José Alperovich recibió los consejos y la información privilegiada a la hora de comprar dólares. No tan casualmente en el 2008, poco antes de que se estatizaran las AFJP apareció la lista de apellidos políticos que habían comprado dos millones de dólares. Esta en esa condición tanto Néstor Kirchner como el padre y la madre de José Alperovich. Pertenecer tiene sus privilegios. La plata llama a la plata.

Por eso Cristina nombró a Beatriz Rojkes de Alperovich como presidenta provisional del senado, un puesto clave desde lo institucional porque ocuparía la presidencia de la Nación si, por ejemplo, Cristina y Amado Boudou estuvieran de viaje o se enfermaran.

A José, los periodistas de investigación de la provincia lo bautizaron como el Zar y a Beatriz, obvio, como la Zarina. No han dejado truchada por hacer. Sembraron el estado provincial de parientes y batieron todos los records de nepotismo. Hay sospechas de corrupción en muchas de las obras y acciones en la que el gobernador intervino en forma personal y, entre las acusaciones mas graves, hay que apuntar al asesinato de la joven Paulina Lebbos.
 
El padre de la chica que fue funcionario del gobierno acusa al hijo de Alperovicha de haber tenido algo que ver con ese crimen y al padre de encubrimiento. Reclama juicio y castigo y recibe persecución permanente como todo el que quiere expresar una voz disidente en la provincia manejada con puño de hierro. Muchos medios de comunicación sufren los aprietes del poder y eso es tan desfachatado que fue denunciado incluso por kirchneristas de la primera hora y amigos de Cristina como Stella Maris Córdoba. Ella hizo un cargo lapidario contra el gobernador cuando dijo textualmente que “se disfraza de kirchnerista y se rodea de bussistas. Promueve a sus socios políticos del gobierno militar”.

Pero el Zar, se convirtió en Jeque y eso seguramente quedará grabado en la historia política como una de las grandes obscenidades de las que son capaces algunos dirigentes que se sienten impunes. Las vacaciones fastuosas que muestran los videos de José y Beatriz, dan vergüenza ajena. No solo porque fueron durante los masivos cacerolazos en su provincia. También porque mientras en Tucumán todavía hay 22 mil chicos con problemas de desnutrición, el matrimonio que gobierna y algún ministro también, se fueron como verdaderos jeques a divertirse a Dubai y Abu Dhabi y se alojaron en uno de los hoteles más lujosos y caros del mundo. Es obsceno ver la opulencia descarnada y recargada. Habitaciones que cuestan entre 5 y 10 mil dólares la noche.

Oro por todos lados, mas de 20 restaurantes, un acuario en el segundo piso de 360 grados que sería la envidia de Disney. Lujo asiático en estado puro. Bailes de odaliscas, dignos de las mil y un noches o de Ali Baba y los 40 ladrones. Digno de magnates petroleros pero indigno de un gobernador que tiene una provincia con serios problemas. Desde el punto de vista ético, moral y político se trata de una falta de respeto al pueblo. De una burla a aquellos que sufren y necesitan. De un exhibicionismo frívolo típico de los millonarios del jet set internacional. ¿Ese es el modelo nacional y popular? ¿Ese es el ejemplo que dan mientras a los ciudadanos comunes les ponen mil trabas con el cepo para venderles unos pocos dólares? ¿Ese es un funcionario preocupado y ocupado por los problemas y los dramas de los tucumanos?

La imagen del matrimonio trepados a un camello es de película. Su pragmatismo les permite treparse a lo que venga. Asi fueron primero radicales, después duhaldistas y ahora kirchneristas. La familia Alperovich se fue convirtiendo igual que los Saadi en Catamarca o los Juarez en Santiago del Estero en poco menos que señores feudales que manejan la provincia casi como si fuera de su propiedad. Algunos dicen que Tucuman dejó de ser el Jardín de la República para convertirse en el Jardín de los Alperovich. De los Emiratos Arabes a Tucuman. Digno de un zar. Digno de un jeque.