Divide y reinarás
El nuevo lema que la presidenta pretende instalar es Unidad y Organización. La pregunta es, ¿Para que? Y a la luz de la realidad parece ser que esa unidad y organización es para dividir y desorganizar a los que no se inclinan ante su majestad. Si uno analiza lo que viene pasando en la Argentina tiene mas que ver con el viejo concepto monárquico del divide y reinarás.
El nuevo lema que la presidenta pretende instalar es “Unidad y Organización”. La pregunta es, ¿Para que? Y a la luz de la realidad parece ser que esa unidad y organización es para dividir y desorganizar a los que no se inclinan ante su majestad. Si uno analiza lo que viene pasando en la Argentina tiene mas que ver con el viejo concepto monárquico del divide y reinarás. Repasemos: hay radicales K, socialistas K, medios de comunicación y periodistas K, jueces K y ahora están desarrollando una mesa de enlace y una Unión Industrial también K. En todos los rincones y todos los terrenos el gobierno dio batalla desde que asumió Néstor Kirchner para conducir, cooptar a dominar todos los organismos en los que se articula la sociedad. Su ofensiva, con recursos millonarios y aparato del estado tuvo mucho éxito a la hora de quebrar entidade históricamente unidas. Ya hay dos CTA, la histórica que conduce Pablo Micheli y la oficialista, la K, que lidera Hugo Yasky. Y todo indica que se viene la mayor de las fracturas.
La de la CGT que hoy preside Hugo Moyano. Si eso ocurre, algo que insisto, es muy probable, será un triunfo más de Cristina Fernández que hace tiempo quiere cortarle la cabeza a Moyano. El criterio es el mismo: debilitar al resto, dividir y desorganizar para unir y organizar a la propia tropa. Es bastante binario y esquemático el mecanismo pero le viene dando muy buenos resultados al gobierno. Piensa Cristina que Moyano con solo una parte de la CGT quedará cerca del retiro y será mas fácil domesticar. Otros analizan el tema al revés. Dicen que si se concreta la fractura ambas centrales obreras van a competir entre si para conseguir los mejores aumentos a sus trabajadores y eso va a producir una presión muy fuerte sobre la inflación. Algo de eso está ocurriendo. El candidato preferido de Cristina, el metalúrgico Antonio Caló convocó a un paro que se está desarrollando en estos momentos.
Caló fue elegido por Cristina para que moderara los reclamos. Para que tuviera una actitud prudente en la discusión paritaria y para que no se hicieran huelgas, ni movilizaciones ni otras medidas de fuerza. En dos palabras: para subordinarlo. Pero Caló no puede liderar a sus bases si no exige que los aumentos, por lo menos, igualen la verdadera inflación y no la que malversa Guillermo Moreno en el INDEC. ¿Se entiende? Es difícil representar a trabajadores sin pelear por sus intereses. Por eso Caló fue al paro. Aunque algunos dicen que estaba todo arreglado y que es una forma de fortalecerlo y que su candidatura tenga más épica sindical que el solitario dedo de la presidenta. Veremos. Lo cierto es que muchos gremios están inquietos porque empiezan a ver la desaceleración de la actividad y que algunos sueldos se pagan en cuotas, con atrasos, y que aumentan las suspensiones y algunos despidos.
Moyano fue astuto para dejar en evidencia las intenciones de Cristina. Dijo que el apoya a la presidenta en su reclamo para que Inglaterra se siente a dialogar con Argentina por la soberanías de las Malvinas. Y que así como los ingleses no quieren conversar porque saben que no tienen razón, de la misma manera, la presidenta no recibe a Moyano porque sabe que no tiene raón. Porque los descuentos que los trabajadores están sufriendo por ganancias y asignaciones familiares son iguales o superiores a los recortes que impuso en su momento Fernando de la Rua. La respuesta de Cristina es el silencio y el trabajo hormiga para despojar a Moyano de varios de sus aliados históricos.
El taxista Omar Viviani ya dio el salto al antimoyanismo. Y dicen que en los próximos días va a haber más informaciones para este boletín. El primer libro biográfico que se publicó de la presidenta de la Nación se tituló: “Reina Cristina”. Ella nunca se manifestó incómoda con esa definición. Al contrario, hasta con ironía, decía que ella se sentía como una reina. En lo que tiene que ver con su forma de conducir y acumular está claro esa altanería monárquica y esa obsesión por demoler al que piensa distinto. De hecho hace décadas que este país no tenía una fractura social tan expuesta. Hace décadas que la política no se vivía con esa nefasta dualidad de amigo o enemigo. Hace décadas que el divide y reinará no tenía tanto éxito.