El abrazo de Tinelli
La desaparición de Néstor Kirchner le edificó a la presidenta Cristina Fernández el mejor de los escenarios y le dejó una importante herencia. Falta ver lo que hará ella con esos ahorros de capital político. Nada es lineal ni previsible. Carlos Menem tiró por la borda rápidamente la corriente de afecto solidario que se generó después de la muerte de su hijo.
La desaparición de Néstor Kirchner le edificó a la presidenta Cristina Fernández el mejor de los escenarios y le dejó una importante herencia. Falta ver lo que hará ella con esos ahorros de capital político. Nada es lineal ni previsible. Carlos Menem tiró por la borda rápidamente la corriente de afecto solidario que se generó después de la muerte de su hijo. Ricardo Alfonsín manejó con prudencia la explosión de simpatía hacia su figura que le transfirió el fallecimiento de su padre.
El síntoma mas claro de la ausencia de Kirchner es que ahora todos quieren ocupar posiciones y no le piden permiso a nadie para hablar en los medios. Esa “libertad de movimientos” que Néstor controlaba con celo y obsesión puede generar una lucha salvaje por ocupar espacios que en el peronismo se parece históricamente mas a una pelea de Kick Boxing que a un match de ajedrez.
El otro tema es la militancia juvenil actual forjada en las pantallas de las computadoras y de la tele al revés de sus antepasados setentistas que lo hicieron en el combate callejero y en los libros de Fanon y Cooke. Su bienvenida vocación de participar e incidir en el debate público muchas veces se transforma en anárquicos espasmos maniqueos que los pueden alejar del verdadero sentimiento de las mayorías. La lógica amigo-enemigo sirve para afirmar identidad pero no para crecer entre los ciudadanos de a pie. Ya en los 70, el militantismo y el reunionismo encerraban el pensamiento entre paredes dogmáticas y transformaba los deseos propios en espejismos colectivos. ¿Era la patria socialista y la guerra popular prolongada una aspiración de las masas o del pueblo trabajador? ¿O era una proyección ficcional que el ciudadano común jamás acompañó? ¿Cuanto de patrulla perdida tuvo esa postura que no fue protegida por los argentinos cuando se vino la masacre de la dictadura?
Marcelo Tinellli es un ejemplo. Para el peronismo, incluída Cristina, es un ídolo popular que conviene tener al lado y por eso logró ese abrazo profundo con la presidenta, con tatuajes en primer plano, al que no llegaron ni siquiera importantes ministros. Para el kirchnerismo más ideologizado, incluída Cristina, Marcelo Tinelli es un productor de frívolos escándalos narcotizantes de la conciencia revolucionaria que encima hace que Canal 13, la nave insignia del monopolio arrase en los ratings. Ese abismo entre ideologismo y vida cotidiana suele ser generador de frustraciones y cuestionamientos. ¿Es Tinelli un aliado o un enemigo del gobierno?, se preguntan los muchachos punto com.
Si las elecciones fueran mañana Cristina Fernández de Kirchner ganaría en la primera vuelta. La muerte de su marido y el fenomenal operativo de beatificación que se montó tuvieron un alto impacto. La fotografía muestra a la presidenta más fuerte que nunca. Eso no significa que se pueda dar por segura su victoria en los comicios del 2011.
No se trata de un hecho inmodificable. Falta un año. Hay que ver la película completa que, como suele ocurrir, es mucho más compleja que las encuestas que muestran una imagen positiva envidiable. Esa energía social colocada para “que le vaya bien a Cristina para que nos vaya bien a todos” tiene bases económicas muy sólidas y algunas acechanzas que no deben subestimarse. ¿Es seguro que Cristina será reelegida presidenta? La moneda está en al aire. La historia se está pronunciando.
Cristina, Néstor, Canal 13