Yo se que no es verdad. Yo se que hago una interpretación muy forzada de la realidad. Pero quiero creer que la revolución conservadora tuvo que asesinar a John Lennon para diseminar toda su perversidad. Quiero creer que en 1980 a Reagan y Thatcher les daba cierta vergüenza o cierto temor gobernar con un testigo semejante. Quiero creer que le temían a ese icono de la paz y la rebeldía que representaba todo lo contrario del veneno que ellos inoculaban en el mundo.

A veces pienso que su asesinato fue una señal prepotente que nos advertía que esos dinosaurios no estaban dispuestos a darle una oportunidad a la paz. Por eso muchos creyentes y adoradores de los Beatles ven a Lennon como una suerte de Jesucristo que fue crucificado con 6 balazos en plena calle 72 en Nueva York y que tanto su nacimiento como su muerte fueron anunciadoras de nuevas culturas y de nuevos comportamientos aquí en la tierra como en el cielo.

Es verdad que su figura flaca y pelilarga nos llevaba a Jesucristo. Su cara angulosa, su mensaje y su prédica en el desierto, esa actitud de poner la otra mejilla y aquel impresionante escándalo que generó cuando, atrevido y provocador, dijo que los Beatles eran más famosos que Jesucristo. Nos estaba anticipando la sociedad mediática y millones de feligreses se dieron cuenta. Y le levantaron capillas en cada guitarreada y repartieron sus estampitas redondas de vinilo que levantaban la pasión de las multitudes en los estadios.

En 1969, Lennon dijo: “Todos somos Jesucristo y todos somos Hitler. Estamos tratando de hacer la palabra de Jesucristo contemporáneo, queremos que Jesús gane.” ¿Qué hubiera pasado con el mensaje de Jesús y de Lennon si hubiesen tenido las redes sociales actuales, el facebook o twitter?

Hoy se cumplen exactamente 30 años del asesinato de Lennon y todavía se nos hiela la sangre de solo recordarlo. Aquel día, en estas pampas que Lennon nunca pisó, estábamos viviendo en medio del terror de estado y su muerte nos dejó más huérfanos todavía. Porque Lennon fue uno de los padres fundadores de nuestra identidad como generación. Porque fue uno de los ríos caudalosos a donde la juventud de todo el planeta fue a beber para empezar a ser mejores personas y para cambiar el mundo como fue cambiando con la música de los Beatles como banda sonora de esa película. Con sus comportamientos que dinamitaban la pacatería, con su loca psicodelia, con el flequillo casi naif mirado desde ahora, con el ácido lisérgico que taladraba cerebros de colores.

Con Lennon como estandarte nos atrevimos a ser nosotros. A rechazar la obediencia debida en todas sus formas, a patear todos los tableros. A tratar al sexo como algo común y silvestre, como un placer de todos los días. A ver a John y a Yoko completamente desnudos en aquella foto que escondíamos de nuestros padres. Es impresionante lo que hizo en tan poco tiempo.

Vivió solamente 40 años. El día que nació los alemanes arrojaron bombas sobre Liverpool esa cuna proletaria, orillera, futbolera y portuaria que parió a los 4 fantásticos. Siempre quise pensar que esas bombas nazis fueron el mas grande grito de guerra que dio la humanidad y sirvieron de bautismo doloroso a Lennon que, en venganza, imaginó con Imagina el mas grande himno a la paz que cantó y que todavía canta la humanidad. O que su madre que murió atropellada ante su mirada no era casualmente mesera en un café de Penny Lane, la calle que después fue una sinfonía que coreó hasta el último de los terraqueos. El pequeño John Winston tuvo que ser criado por su famosa tía Mimi que un día, por suerte para todos, le compró su primera guitarra por 17 libras esterlinas.

John entró a mundo de la música con la cabeza abierta que recibió la impronta de Little Richard, Chuck Berry y Ray Charles. En la escuela de Bellas Artes John fue muy feliz y debutó en la gloria barrial con su primer grupo llamado Quarrymen donde conoció a un guitarrista que se las rebuscaba… un tal Paul McCartney. ¿Lo ubica? No faltó el escéptico que dijo: “¿Lennon y McCartney? No, no creo que funcione, no va a andar… Los compañeros del colegio escribieron158 canciones y se convirtieron en la dupla creativa mas famosa y exitosa de la historia.

Después, hasta el nombre inventó Lennon. Jugó con las palabras y mezcló el Beat que quiere decir ritmo con el Beetle que quiere decir escarabajo. Y pasaron a ser bichos raros de la Caverna, esa cueva subterránea donde crecieron entre cajones de fruta barata y humedad.

En poco tiempo se convirtieron en patrimonio de la humanidad, en Caballeros de la Orden del Imperio Británico, condecoración monárquica que luego devolvieron para seguir siendo reyes populares. El mundo se rindió a sus pies.

El nacimiento definitivo de la leyenda lo provocó el psicópata maldito llamado Mark Chapman que vació su revolver 38 sobre el cuerpo de Lennon que murió como quería, en los brazos de Yoko que abrazaba su cuerpo ensangrentado tirado en la calle con el asesino sentado en el cordón de la vereda esperando que llegara la policía.
Ese día la paz, los derechos humanos, la música celestial, la ética y la estética derramaron una lágrima gigante.
Ese día el mundo perdió un continente.

Hace 30 años de aquél día.
Lennon, Beatles, Reagan