El gaucho patriota
Mañana se cumplen 30 años del final de la guerra de Malvinas. Y en homenaje a todos los argentinos que dieron la vida para defender nuestra soberanía, me gustaría recuperar la leyenda de Antonio Rivero. El gaucho Rivero fue un verdadero patriota que en vida generó múltiples polémicas hasta que se convirtió en una suerte de hecho maldito de la lucha contra los ingleses.
Mañana se cumplen 30 años del final de la guerra de Malvinas. Y en homenaje a todos los argentinos que dieron la vida para defender nuestra soberanía, me gustaría recuperar la leyenda de Antonio Rivero. El gaucho Rivero fue un verdadero patriota que en vida generó múltiples polémicas hasta que se convirtió en una suerte de hecho maldito de la lucha contra los ingleses.
Todavía hoy es discutido por muchas escuelas históricas que no se ponen de acuerdo en casi nada. Muchos lo acusan de haber sido apenas un delincuente. Otros creen que su figura fue utilizada por la derecha. Pero lo cierto es que el coraje del gaucho Rivero, facón en mano se fue abriendo horizontes a fuerza de rebeldía contra las injusticias.
El 26 de agosto de 1833, todo Puerto Soledad se conmovió por los acontecimientos. Rivero y dos gauchos más junto a cinco indios se sublevaron a tanto maltrato y asesinaron a 5 personas que eran un poco el símbolo del poder que los sojuzgaba. Analfabetos y corajudos, con boleadoras y cuchillos tuvieron la suficiente lucidez patriótica como para arriar la bandera inglesa e izar la enseña patria. Eran hombres duros y sufridos que habían sido explotados en forma inhumana.
El comerciante que vendía los alimentos se negaba a recibirle los vales con los que les pagaban el trabajo a los gauchos. Reclamaba monedas de plata que esos muchachos no habían visto en su vida. Se llamaba Williams Dickens y fue el primero que mataron. Habían llegado a las Malvinas acompañando al gobernador Luis Vernet que un día resolvió regresar al continente y les dejó unos papeles por los servicios prestados.
No les permitían comer otra cosa que animales salvajes y difíciles de cazar. Eran discriminados por los representantes ingleses. Después de aquel heroico levantamiento tuvieron que refugiarse en los montes y utilizar la táctica de guerra de guerrillas frente a los enemigos que eran muchísimos más y que tenían armas muy modernas como pistolones al lado de la pobreza extrema de los criollos y los indios que se defendían como podían. Fueron cayendo de a uno. Sufrieron la traición de un desertor. Y finalmente el gaucho Rivero fue capturado y embarcado engrillado a Gran Bretaña.
Su destino eran las frías y oscuras celdas de de la isla Sherness, en la desembocadura del Río Támesis. Finalmente resolvieron repatriarlo para no echar mas leña al fuego en las relaciones con estas pampas pero no se atrevieron a liberarlo en el puerto de Buenos Aires. Lo hicieron en Montevideo, para evitar la movilización popular que iba a recibirlo como a un héroe.
Rivero fue tan arisco que a muchos historiadores todavía le cuesta domesticarlo y colocarlo en una casilla que lo defina para siempre y lo cristalice. Su leyenda fue creciendo y hoy es un emblema para todos los muchachos que defendieron Malvinas fusil en mano. Se podría decir que el gaucho Rivero fue el primer ex combatiente de Malvinas, o el primer criollo que se levantó en armas contra sus patrones. Es tan inquietante todo lo que hizo que tal vez por eso fue prolijamente olvidado, una suerte de primer desaparecido de la historia oficial de casi todas las tendencias.
Había llegado a las hermanitas perdidas a bordo de una nave cuyo nombre era premonitorio: “La Heroína”. Tal vez nunca había escuchado la palabra emancipación pero en sus venas llevaba la sangre indomable de un potro nacido para ser libre y soberano y para no dejarse humillar por nadie y mucho menos por los extranjeros usurpadores de nuestro territorio. Me gusta pensarlo en esa estirpe de los guapos. De esos hombres que no agachan la cabeza ante nadie.
No estaremos muy lejos si interpretamos al gaucho Rivero como el que le salió al cruce y abortó la tercera invasión inglesa. Las dos primeras habían sido repelidas en las calles de Buenos Aires con aceite hirviendo y coraje nacional. Esta había sido directamente en Malvinas y nos iba a marcar por los siglos de los siglos. Los piratas que depredaban nuestra pesca y que se robaban las pieles de los lobos marinos ya tenían esas actitudes de codicia sin límites en esa época. Se creían los dueños del mundo. Los primeros imperialistas.
El gaucho que hoy homenajeamos había nacido en Concepción del Uruguay y dicen que murió en su ley, enrolado en el ejército de Juan Manuel de Rosas, combatiendo a sus enemigos de siempre en la batalla de la Vuelta de Obligado. Hay mucha discusión y poca documentación al respecto. Pero sobre todo José María Rosa asegura que la resistencia y el valor de aquellos hombres los hace merecedores de un lugar en la historia.
Él general José de San Martín enterado de la resistencia en la Vuelta de Obligado y asombrado por tantas agallas en una carta dijo que esos argentinos demostraron que no son empanadas que se comen sin mas trabajo que abrir la boca. La bravura demostrada por nuestros ex combatientes, a 30 años, lo confirma. Fueron como san martines, como gauchos riveros a los que la patria les latía en el pecho.