El Grito de Córdoba
La provincia de Córdoba generó un gesto de rebeldía muy fuerte contra la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
La provincia de Córdoba generó un gesto de rebeldía muy fuerte contra la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Mediante una ley con amplio apoyo de la oposición resolvió renunciar al Pacto Federal que le permite al estado nacional sacarle el 15% de la coparticipación para financiar el sistema jubilatorio nacional. Hace 20 años que se firmó ese acuerdo.
Pero el gobernador José Manuel de la Sota y la inmensa mayoría de los cordobeses se cansaron del maltrato al que fueron sometidos por el kirchnerismo. Por eso pateó el tablero. Y por eso la ley fue acompañada por el radicalismo y el juecismo y un bloque vecinal.
Porque Córdoba se siente discriminada y castigada por Cristina. Hay que decir también que los opositores respaldaron los reclamos de los cordobeses pero simultáneamente fueron muy duros en sus críticas hacia el propio De la Sota. Lo acusan de reclamarle federalismo a la Nación pero de ejercer un duro centralismo hacia los municipios. Pero la mayoría de los legisladores pusieron como corresponde por encima de todo su condición de representantes de los cordobeses y aprobaron la ley que está llamada disparar un gran debate.
Porque Córdoba hizo punta, fue la primera. Pero la Santa Fe de Antonio Bonfatti, que tiene el mismo problema podría hacer lo mismo, o la ciudad de Buenos Aires de Mauricio Macri o la provincia de Daniel Scioli. Todas están padeciendo el mismo problema: el asesinato del federalismo. Lo dijo Hermes Binner con mucha sencillez y precisión: “el gobierno nacional concentra riquezas y distribuye obligaciones”. Es de un unitarismo feroz e implacable. La ley dice que Cristina debería repartir el 34,6% de los fondos coparticipables y, con suerte, en algunos casos apenas se llega al 28%.
Estamos hablando de verdaderas fortunas que pertenecen a las provincias y que se las queda el gobierno nacional. Y encima no paga las deudas que tiene con las provincias. Es que utiliza esa caja y esos fondos para disciplinar. Para ordenar subordinación y valor a los gobernadores en una clara violación de la soberanía popular de las provincias. El cristinismo no entiende otra forma de relacionarse que la sumisión y el acatamiento. Anoche en la legislatura cordobesa, Ricardo Sosa, dijo que el gobierno nacional no discute, no dialoga y no negocia. Solo convoca a escuchar.
Eso dijo. Y yo le agregaría que solo llama a los gobernadores para escuchar y para aplaudir las genialidades que dice la presidenta. Pero miran para otro lado cuando De la Sota o Bonfatti le reclaman deudas millonarias que los cordobeses y los santafesinos necesitan con urgencia. Y repito: no están pidiendo un préstamo. Ese dinero no es del gobierno nacional. Es de las provincias. Esto viene generando una situación de mucha tensión con todos los distritos. Los pueblos del interior comienzan a levantar la voz, tal como ocurrió durante la 125. Sienten que les meten la mano en el bolsillo y no les devuelven lo que les corresponde.
Santa Fe y Córdoba ya reclamaron ante la Corte Suprema por las deudas. Pero ahora Córdoba volverá a la carga si la Nación no deja de retenerle el 15 % del pacto federal al que anoche renunció. Fue una sesión histórica. Se criticó a los diputados nacionales kirchneristas de Córdoba por esconderse debajo de las polleras de Cristina. Lo mismo que hicieron ayer los representantes porteños en el tema del Banco Ciudad. Votaron una clara discriminación contra los habitantes de esta ciudad que ellos deberían defender.
Pero así es el sistema de mando de Cristina. No permite ni un mínimo matiz. Verticalismo a ultranza. Anoche, por primera vez participó un gobernador en el recinto de la Unicameral de la docta. Los opositores, insisto, apoyaron el reclamo provincial pero marcaron siempre las diferencias y las distancias con De la Sota. Querían evitar se llevara todo el rédito de haberse plantado con firmeza frente a Cristina. Esos gestos siempre son valorados por todos. A nadie le gusta tener un intendente o un gobernador que se arrodille ante el poder central. La historia de Córdoba, es la historia de la rebeldía. Siempre fue más combativa que dócil. Ayer, Córdoba desafió a la presidenta de la Nación. Después de quejarse porque no se escuchan sus reclamos resolvió levantar la voz y pegar un grito. El grito de Córdoba.