La presidenta Cristina Fernández le ordenó a Carlos Zannini que rescatara del escándalo a Lázaro Báez. No lo hizo por amor ni por afecto hacia el Yabran K. Ella lo desprecia ética y estéticamente. Pero quiere ayudar a Báez porque es como ayudarse a si misma. Cristina protege a Báez en defensa propia. Elisa Carrió, anoche, por televisión y en vivo y en directo, probó con papeles que Lázaro y Néstor fueron socios. En el 2007 la revista Noticias lo definió como “El testaferro de Néstor”.

La presidenta se dio cuenta que la investigación de Jorge Lanata es un golpe directo al corazón corrupto del modelo. Es tan grave para el relato presuntamente progresista del cristinismo que no tuvieron empacho en poner en funcionamiento los movimientos básicos del manual de la mafia. Salieron a apretar ferozmente a dos arrepentidos y lograron que se volvieran a arrepentir. Los testimonios de Jorge Alejandro Fariña y Federico Elaskar fueron patéticos. Sus flagrantes contradicciones y mentiras seriales conforman un verdadero insulto a la inteligencia. Fariña delira y sueña que alguien le va a creer que inventó todo para darle la ficción que el golpista Lanata quería. Elaskar dijo “nos tiramos baldes de mierda encima” y también cedió a las presiones brutales, pero sus palabras fueron tan burdas que da vergüenza ajena. Del rosario de falsedades quiero subrayar las que se caen del mapa.

Dijo que se equivocó porque estaba enojado y es muy joven y que nunca nadie lavó dinero, que nunca nadie lo amenazó de muerte y que le pide disculpas a todo el mundo que está lleno de madres teresas de Puerto Madero. Con cara de piedra aseguró que resolvió desmentir sus propias palabras porque recién ahora se dio cuenta de la gravedad y la conmoción social que generó. Sin embargo, en franca contradicción, también relató que le había pedido 5 veces a Lanata que no pusiera su testimonio al aire.

Que había llorado frente a Lanata, presa de un ataque de pánico y le dio a Rolando Graña un mail del 9 de abril donde le rogaba a Lanata que no utilizara sus declaraciones a cámara abierta. Pregunta: si sufrió ataques de pánicos y de llanto en aquel momento, ¿Cómo es que recién ahora se dio cuenta de la gravedad del tema? ¿A quién teme ahora? ¿Qué tipo de amenaza le han hecho como para que se de vuelta como una media y se haya convertido igual que Fariña en mentirosos y arrepentidos al cuadrado? Una vez en el canal 13 y otra vez en América.

Otro infantilismo que nos quieren hacer creer: ¿Cómo es posible que ambos hayan hecho, cada uno por su lado, el mismo invento, con las mismas acusaciones, personajes y cifras de lavado de dinero negro de la corrupción, de los euros, las sociedades truchas y las guaridas de piratas fiscales y los bancos en Panamá o Belice? ¿Hubo telepatía? ¿Juegan de taquito? ¿O ambos dijeron la verdad y ahora ambos recularon en chancleta? Cualquiera se da cuenta de la operación que montó el monje negro Zannini por orden de Cristina. Ensuciar la causa, embarrar la cancha, deslegitimar los personajes, frivolizarlos y apuntar a que sus testimonios se caigan y no tengan validez. Y de paso, intentan minar la credibilidad de Jorge Lanata que en todas las encuestas de la década aparece como el periodista más confiable. En las redes sociales está circulando una foto de Marlon Brando caracterizado como Don Corleone en la película “El Padrino”. Tiene un cartel que dice: Hay gente que no quiere manchar su honor y aclara: “No tengo nada que ver con Lázaro Baez”. Tragicomedias de la era K. El padrino no quiere que lo vinculen con Lázaro. Humor corrosivo y doloroso en tiempos de cólera.

Lo concreto es que la carátula del expediente que está en la justicia dice: “Báez Lázaro y otro sobre encubrimiento y asociación ilícita”. Si el juez produce el milagro de investigar a fondo y procesa a alguien, tal vez pueda encuadrar esos delitos como “lavado de dinero”. Veremos. Tengo mis dudas. El juez participa del movimiento kirchnerista llamado “Justicia Legítima” que quiere decir justicia militante. Tiene razón la procuradora general, Alejandra Gils Carbó, jefa espiritual de esa movida. Ella dijo que hay que democratizar la justicia porque hoy es “ilegitima, corporativa, oscurantista y de lobbies aceitados”.
 
En este caso, con la parálisis y lentitud exasperante y adrede, parece que a la justicia se le escapó la tortuga del mayor escándalo de corrupción de la última década. De hecho todos sabemos que casi no hubo funcionarios que hayan ido presos o condenados por corrupción en estos 30 años de democracia. La pregunta terrible se cae de madura. ¿En este tiempo, no hubo corrupción o no hubo justicia? La gente no es tonta y sabe la respuesta. En Argentina hay una reina que reina: la impunidad.