El Papa llevó, en ómnibus, a la curia a una semana de ejercicios espirituales
Cardenales y obispos lo acompañan en un retiro; no estará para su aniversario
En imágenes que nunca antes se vieron en el Vaticano, ayer a las 16, el Papa, muy sonriente, se subió a un ómnibus como uno más y sin querer privilegios, como podría haber sido desplazarse en helicóptero, para irse al retiro espiritual de Cuaresma junto con 82 cardenales, obispos y demás colaboradores de la curia romana a Ariccia, a unos 26 kilómetros de esta capital.
En un hecho que confirma que una de las grandes prioridades de su pontificado es una reforma, ante todo espiritual, una conversión de los corazones y de las actitudes que debe empezar por casa, Francisco, el primer papa jesuita, volvió a imponer su estilo. Acostumbrado a los ejercicios espirituales ignacianos y hombre de profunda oración, quiso que tanto él como sus colaboradores de la curia hicieran varios días de ejercicios espirituales alejados del mundo, fuera del Vaticano, es decir, alejándose del lugar donde viven y trabajan.
La costumbre de los ejercicios espirituales para el Papa y la curia romana comenzó en 1925 con Pío XI, que llamó a hacerlos en la primera semana de Adviento, el período que precede la Navidad, con predicadores jesuitas. Más tarde, Pablo VI, en 1964, decidió trasladar la práctica al período de Cuaresma y comenzó a elegir predicadores de otros orígenes. Pero hasta ahora se habían hecho siempre en el Vaticano, en un retiro muy distinto al que comenzó ayer en la Casa del Divino Maestro de los paolinos, en Ariccia.
"Había que darles importancia a los ejercicios espirituales anuales: todos tienen derecho a pasar cinco días en silencio y meditación, mientras antes, en la curia, se escuchaban tres prédicas por días y algunos seguían trabajando", explicó el mismo Bergoglio en la entrevista que le concedió al Corriere della Sera.
Muchos vaticanistas notaron que la casa de retiro de Ariccia -que tiene 128 habitaciones muy sencillas y sobrias, sin TV-, queda muy cerca de la residencia pontificia de Castel Gandolfo, que puede verse a lo lejos desde una terraza de este lugar, enclavado en un bosque. Pero Francisco prefirió un sitio más acorde a su estilo austero, que lentamente está imponiendo en el Vaticano.
"Cada uno de nosotros pagará personalmente el propio cuarto de hotel y es una decisión sabia: nosotros ya tenemos un sueldo, por lo que resulta ilógico que quien nos paga ese sueldo tenga que erogar otra cifra para pagar los ejercicios espirituales de cada uno", contó a Tgcom 24 el obispo salesiano Mario Toso, secretario del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, antes de partir.
Durante la oración del Angelus, última cita antes de encerrarse por cinco días en el silencio, el Papa pidió a los fieles que rezaran por él y por sus colaboradores: "Esta tarde comenzaremos la semana de ejercicios espirituales", dijo. Antes, al recordar las tentaciones de Jesús en el desierto, llamó a no dialogar con Satanás, que es un seductor. "Debemos deshacernos de los ídolos, de las cosas vanas y construir nuestra vida sobre lo esencial."