Sergio Daniel Uribarri es el preferido de Cristina y de Carlos Zannini. Al gobernador de Entre Ríos le dicen “El pato” y es uno de los dirigentes más verticalistas y leales al proyecto de los pingüinos. Se ganó el corazón de la presidenta y su monje negro en la batalla por la 125. Uribarri no dudó un instante en darle la espalda a los miles de sacrificados productores rurales entrerrianos y en subordinarse a las órdenes de la Casa Rosada. Hizo federalismo al revés.

Por eso fue retribuido con tantas obras públicas de importante infraestructura que supo utilizar electoralmente. Uribarri fue reelegido gobernador con más del 50% de los votos pese a aquella traición hacia el mundo agropecuario y a que hay dos cifras que escandalizan a todo los que creemos que la democracia debe llevar más igualdad a los ciudadanos. Entre Ríos mejoró sus rutas y sus actividades turísticas, pero tiene dos agujeros negros lacerantes. Concordia, es la segunda ciudad mas pobre de la Argentina y Paraná tiene uno de los niveles mas altos de desocupación de todo el país.
 
Esa humillación social que no debería dejar dormir tranquilo a un político que dice estar al servicio del peronismo y la justicia social, sin embargo, a Urribarri no le genera demasiada culpa. Por el contrario, en estos tiempos se dedicó a amasar una fortuna injustificable para alguien que hace 27 años es funcionario y al que no se le conoce ninguna actividad privada rentable.

Anoche, el programa de Jorge Lanata, con el aporte periodístico de Daniel Enz y Mariel Fitz Patrick, desnudó la obscenidad del nivel de vida de un dirigente político que fue intendente, diputado, ministro y gobernador y que jamás trabajó, salvo hace tres décadas cuando era un joven empleado bancario. Su esposa, es ama de casa y de todos sus hijos, el único que no está conchabado en el estado es el futbolista llamado Bruno. Hay que ver la mansión digna de un millonario que tiene Uribarri en el lago Salto Grande con cancha de fútbol, muelle propio, pileta y muchos kilómetros de playa para uso exclusivo. Su salto fue realmente grande.

De aquella estación ferroviaria en la que su padre era jefe en el pueblito de Arroyo Barú hasta esta vida lujosa que no tiene que rendir cuentas a nadie porque en Entre Rios no existe la Ley de Ética Pública. Y hace 6 años que el gobernador recita retóricamente un discurso revolucionario y en sus narices hay niveles de desigualdad social intolerables. Anoche vimos testimonios conmovedores, gente buscando alimentos en la basura de El Volcadero, a pocas cuadras de la casa de gobierno, cuando es una provincia capaz de producir comida barata y de alta calidad nutritiva para miles y miles.

Sin embargo escuchamos a Marcela en el barrio Los Arenales, confesando la desnutrición de sus hijos. O lo que contó Flavia con lágrimas de dolor, respecto de su precaria vivienda y de su actividad como cartonera. Periodismo para Todos lo bautizó como “El delfín de los pingüinos” e iluminó aquella truchada del prototipo de cosechadora ultramoderna que se iba a exportar a Angola de la mano de Guillermo Moreno. ¿Se acuerda? Hasta Cristina se sacó fotos con esa gigantesca máquina, mas de cartón y maquillaje que de metal y tecnología.
 
Los malandras que la inventaron, recibieron 6 millones de pesos y no se sabe que pasó con ese dinero. ¿La cosechadora? Bien gracias. Una mancha mas que le hace al tigre, digo al pato. Será pato pero vuela como el águila con los dineros de todos los argentinos. En aviones privados y helicópteros gasta una catarata de dinero ajeno que debe administrar.

Tiene otra gran casa en Concordia, un departamento en Palermo, otro en Paraná, ambos en edificios VIP. Como se pudo ver, no se priva de nada. Algunos no quieren llevar como jefe de gabinete. Matarían dos pájaros de un tiro. Sacarían a Juan Manuel Abal Medina de esa gestión tan confusa y débil y podrían hacer mas conocido a Uribarri que aún tiene bajos niveles en ese sentido. La idea es prepararlo como un posible heredero de Cristina. Lo prefieren antes que a Jorge Capitanich o a Daniel Scioli.

El Pato quiere ser presidente. Por ahora dice que es un soldado que irá a donde le diga Cristina. Lo disfraza llamando a esa inquietud personal “el sueño entrerriano”. El diputado socialista Lisandro Viale fue certero cuando lo definió como un sueño para Uribarri “pero una verdadera pesadilla” para tantos entrerrianos con las necesidades básicas insatisfechas que han sufrido una década ganada que los mantuvo en la pobreza ni de la indigencia. Sergio Uribarri quiere ser el pingüino numero uno. Por ahora es pato, y a muchos entrerrianos, les salió gallareta.