Fierros judiciales
El que avisa, no traiciona. Y Carlos Kunkel avisó. Fue el que dijo con toda claridad y sin que se le cayera la cara de vergüenza que la corporación judicial y la Corte estaban preparando un golpe de estado.
El que avisa, no traiciona. Y Carlos Kunkel avisó. Fue el que dijo con toda claridad y sin que se le cayera la cara de vergüenza que la corporación judicial y la Corte estaban preparando un golpe de estado. Hay que haber perdido la racionalidad para creer que Ricardo Lorenzetti conspira para derrocar a Cristina y quedarse con la presidencia.
El fanatismo cegador debe ser muy profundo para que alguien piense que Elena Highton de Nolasco es antidemocrática o defiende los intereses de las corporaciones económicas. ¿Alguien en su sano juicio puede creer que Carmen Argibay recibe órdenes de Magnetto? Kunkel no hizo otra cosa que anticipar el pensamiento descarnado de Cristina. Anoche, la presidenta, por cadena nacional y curiosamente celebrando la democracia y los derechos humanos, amenazó a la Corte que hasta ahora era evaluada como una de las virtudes del gobierno de Néstor Kirchner. Recordar con toda intención la nefasta Corte que legitimó el golpe contra Hipólito Yrigoyen es faltarle el respeto a la justicia.
Pero Cristina fue más allá con su humillación y maltrato a los jueces. Dijo que las corporaciones económicas pasaron de convocar a los fierros y a los tanques militares a recurrir a los fierros mediáticos pero cuando estos no le alcanzaban apelaron a los fierros judiciales. Esa es una concepción autoritaria que pretende que haya un solo poder. El de Ella. Que nadie la controle, que nadie la cuestione. Que la justicia no se meta donde no la llaman. Que el mundo sepa que todo lo que hace Cristina es bueno para el pueblo. Que nadie sospeche que pueda hacer algo inconstitucional. La presidenta además, hizo una asociación terrible. Planteó que algunos dicen que con cuatro fallos te voltean un gobierno como antes los hacían con cuatro tapas de Clarín. Todos los días suben más el listón. El apriete se intensifica descaradamente.
Nadie se escandalizó cuando el senador cristinista Marcelo Fuentes extorsionó públicamente a los jueces, al decir que le iban a iniciar juicio político si no fallaban de acuerdo a los intereses del gobierno. O cuando el propio ministro Julio Alak habló de alzamiento contra una ley de la Nación para definir una acción de la justicia.
Era lo único que faltaba. Los Kirchner acusaron de ser golpistas a todos sectores sociales y políticos que se atrevieron a expresar alguna crítica o un pensamiento diverso. Faltaba que metieran a la justicia en la misma bolsa de los que atentan contra la democracia. Eso es lo que la presidenta hizo anoche. Le puso la frutilla del postre a la escalada de Fuentes, Alak y Kunkel. Las bendijo delante de la multitud.
El gobierno construyó un nuevo enemigo: la Corte. Y le puso una presión que rompe la división de poderes. Cristina se preguntó como no iban a esperar unos días o unos meses cuando las madres y las abuelas de Plaza de Mayo esperaron tantos años para que hubiera juicio y castigo.
Cristina les apuntó a los Griesas de afuera y de adentro. Intenta instalar que las leyes votadas por el Congreso son palabra sagrada del pueblo. Y no es así. La justicia es la encargada de controlar que no sea inconstitucional y de proteger a alguna persona que se sienta afectada en sus derechos. Por supuesto que los votos populares legitiman a la presidenta hasta el 2015. No se puede discutir su absoluta legalidad. Y el Poder Legislativo representa tanto a pueblo como a las provincias y por eso también es un pilar de la democracia. Pero el juego de equilibrios republicanos incluye a la justicia.
Muchas veces hubo leyes que luego se cambiaron. Muchos defendieron las privatizaciones, por ejemplo, con el mismo entusiasmo que las estatizaciones. Muchos votaron las leyes de obediencia debida y punto final con las mismas convicciones con las que las derogaron. ¿Cuál era el pensamiento del pueblo en cada momento? Para eso está la justicia. Para evitar abusos de poder. Es la tercera pata donde se afirma el sistema. Sin justicia no hay democracia completa.
Ya se lo dije: hay democradura. Por eso quiero encender una luz de alerta. El historiador Luis Alberto Romero hizo dos claras advertencias sobre el golpe a la libertad de prensa y el magnicidio a la justicia. Fue en una nota donde trató de explicar que pasó en estos 29 años. ¿Cómo fue que involucionamos desde la primavera democrática al invierno autoritario?