El papa Francisco declaró santo al jesuita español José de Anchieta, conocido por su labor humanitaria y evangelizadora en Brasil, adonde llegó en 1553 y fue conocido como el "apóstol" de ese país. Francisco recibió al prefecto para la congregación para la Causa de los Santos, el cardenal Angelo Amato, y firmó la promulgación de algunos decretos para varias canonizaciones, entre ellas la de Anchieta, informó la oficina de prensa del Vaticano. 

El sumo pontífice católico firmó el acto de "canonización equivalente" para subir a los altares a Anchieta, nacido en Tenerife (Islas Canarias, España), con lo que se evita un largo proceso de canonización, en el que se necesita la aprobación de un milagro. Para que se produzca este proceso, que introdujo Urbano VIII en 1634, el papa tiene que tener en cuenta la devoción que ya se tiene al beato.

En este caso no es necesaria una misa para oficializar la canonización, pero Francisco -también jesuita- ya había adelantado que el próximo 24 de abril presidirá una misa en honor al nuevo santo en la iglesia de San Ignacio, en Roma. Su beatificación se había producido el 22 de junio de 1980 por el papa Juan Pablo II, quien destacó el apostolado en tierra brasileña, su devoción mariana y su defensa de los indígenas contra las injusticias de los colonizadores.

Junto con el padre Anchieta también fueron declarados santos por el procedimiento de canonización equivalente, la mística misionera María de la Encarnación (1599-1672), fundadora del Monasterio de las Ursulinas en Quebec (Canadá) y el que fuera obispo también de Quebec, Francisco de Montmorency-Laval (1623-1708).

Anchieta ingresó en los jesuitas en 1550 y tres años más tarde, fue destinado a las misiones en Brasil, adonde llegó el 13 de julio de 1553, en plena colonización del continente, al por entonces principal puerto brasileño, Salvador de Bahía. Con su llegada, comenzó una misión de 44 años, durante la cual fundó la ciudad de San Pablo y se destacó como defensor de los derechos de los aborígenes y mestizos por sus llamamientos contra la persecución de los indios y el mercado de esclavos.

Su faceta de escritor, poeta y lingüista lo convirtieron en un destacado representante de la cultura carioca, ya que llegó a aprender la lengua tupí, que hablaban los indígenas y es autor de la primera gramática de la lengua tupí. El nuevo santo murió el 9 de junio de 1597 en Reritinga, ciudad que actualmente lleva su apellido, Anchieta, en su honor.