Juan y Joaquín
Ellos se definen como dos gallegos de corazón argentino. Dos pájaros del alba y del alma. Juan y Joaquín son dos artistas descomunales que siguen cantando mientras se hunde el viejo mundo llamado Titanic.
Ellos se definen como dos gallegos de corazón argentino. Dos pájaros del alba y del alma. Juan y Joaquín son dos artistas descomunales que siguen cantando mientras se hunde el viejo mundo llamado Titanic. Son felices arriba del escenario y nos transmiten esa felicidad a todos. Juan Manuel Serrat canta canciones de Joaquín Sabina y viceversa. Se mezclan, se potencian, se celebran uno al otro y juntos celebran la vida. Un catalán y un andaluz que son muy distintos y muy parecidos.
Se podría decir que se complementan. Que uno es romántico y el otro, atorrante. Que uno es seductor y el otro, provocador. Que uno disfruta de los paisajes humanos y el otro de los excesos. Que uno tira poemas y el otro pone bombas. A primera vista parece que es así. Pero si uno mira mas a fondo se pueden invertir los términos. Hay un denominador común que los une además del talento y la sensibilidad. Es la lucha permanente por la libertad. Juan y Joaquín fueron perseguidos por eso.
Fueron al exilio y volvieron fortalecidos. Francamente enfrentaron a Franco. Lucharon, sangraron y pervivieron. Fueron como un árbol carnal, generoso y cautivo. Hay una cierta sospecha de que Juan es a los Beatles lo que Joaquín es a los Rolling. Que uno es más Lennon y el otro más Jagger. Messi y el Kun Agüero. Del Barsa y el Atleti. Que uno sana y el otro rompe. En el escenario del Luna Park, juegan a ser payasos, galanes maduros que se las saben a todas y se siente en el aire como las mujeres se desmayan de placer y sacan a pasear sus bombachita. Y los hombres los envidiamos por eso. Ellos se ríen de si mismos que es la mejor risa de todas. Dicen que está prohibido arrojar prendas íntimas al escenario, salvo que las llevan puestas.
Saben dar la mano y cerrar el puño. Enseñan caminos sin bajar línea. No levantan el dedito, levantan la bandera de sus letras y sus voces, de sus vuelos combativos y de sus aterrizajes forzosos. Ya le ganaron un par de batallas a la muerte. Sobre todo Joaquín que juega todo el tiempo al límite. Juan se lo dice en su canción homenaje que llamó “Martínez”: Y su mala vida, y su burlada muerte/ a rondar la luna se fueron las dos/La vida cantando ronca de aguardiente/la muerte le hace la segunda voz.
En sus orígenes se puede encontrar la personalidad y la madera de la que cada uno está hecho. Juan es hijo de un obrero anarquista de Poble Sec que le enseñó a amar a su prójimo más que a si mismo y el padre de Joaquín fue un agente de la policía franquista que tuvo que reprender a ese hijo que flotaba con banderas rojas en las rebeliones estudiantiles. Uno está mas a la izquierda que el otro. Uno está más desencantado que el otro. Uno tiene fama de bueno y el otro la leyenda de malvado. Uno usa funyi y el otro, bombín. Juan estudió para tornero en un colegio industrial y se ganó la vida fabricando ilusiones. Joaquín se formó entre las monjas carmelitas y los padres salesianos y terminó siendo un demonio. Se admiran, se respetan, escriben a cuatro manos y cada uno le saca al otro lo mejor que tiene. Hay canciones de Juan que en la voz de Joaquín suenan como sueños. Y hay temas de Sabina que en la versión de Serrat parecen más bellos todavía si eso fuera posible.
El Luna es como su casa. Y nosotros somos sus invitados. Aplaudimos, desfinamos, lloramos cuando ambos se emocionan con esos locos bajitos y reímos cuando juegan a ver quien se lleva la muchacha más bella y quien la tiene más grande. Una grita que ama a Joaquín y Juan le contesta que “es porque no vives con él”. Y la gente no se va. Y una más que no jodemos más. Y van mechando los clásicos que son himnos en la Argentina. Seis mil compatriotas hacen un coro multitudinario porque saben de memoria todas las letras. Y ellos no lo pueden creer. Y los cantores se callan para que cante la gente. Y ellos hacen la segunda voz.
Y en el Luna codo a codo son mucho más que dos. Es Sabina denunciando que nada decía la prensa de hoy de esta sucia pasión ni del olor a colonia barata del amanecer. Es Joaquín chicaneando a ese amanecer de los folletos turísticos: peor para el sol, que se mete a las siete en la cuna del mar a roncar,… mientras un servidor le levanta la falda a la luna.
Juan y Joaquín. El catalán y el andaluz que nacieron en estas pampas. Serrat y Sabina, son hermanos nuestros que están en España. Dos gallegos con corazón argentino, joder.