El caso Scioli siempre fue un misterio para los consultores de opinión pública. Nunca pudieron explicar bien cual es el secreto de este dirigente que hace muchos años ocupa los primeros lugares en intención de voto e imagen positiva. Y hoy más que nunca. Estuvo a punto de apoyar las listas de opositores más suaves como Sergio Massa o más duros como Francisco De Narváez pero, finalmente, se comprometió a respaldar a Cristina y sus candidatos.

Debe ser un caso único en el mundo. Se siente cómodo y estudia posibles alianzas con los que le quieren poner un límite a la eternización de la presidenta y finalmente se queda con esa persona que es la mas lo maltrató en público. Algunos hablan de masoquismo político. Otros de falta de carácter. El siempre dice que lo subestiman y que su estilo de peronista náutico lo trajo flotando hasta acá, es decir hasta ocupar los puestos mas importantes de la política como gobernador, vicepresidente y diputado. Su flexibilidad voluntarista o pragmatismo de ideología light lo llevó a trabajar con todos los peronistas del poder. Con Menem, con Rodríguez Saa, con Duhalde y con el matrimonio Kirchner.

Siempre fue leal, nunca traicionó y jamás tuvo palabras excesivamente duras contra nadie y mucho menos contra sus sucesivos jefes políticos. Muchos de sus más cercanos colaboradores sienten que este es el final de esa actitud de poner siempre la otra mejilla ante los ataques furibundos. Algunos esperan el resultado de las elecciones para cruzar el charco y anotarse al lado del ganador. Nunca se puede decretar la muerte política de nadie y menos en la Argentina que es el festival de los muertos vivos. Solo hace falta ver las listas. Pero hay analistas del peronismo que aseguran que hasta aquí llegó la buena estrella de Daniel Scioli. Que ya no tendrá posibilidades de cumplir su sueño de llegar a la presidencia en el 2015 tal como lo había anunciado. Están convencidos que ya no importa ni siquiera lo que pase en las urnas.
 
Dicen que si Cristina saca buenos resultados con su candidato al hombro ya no va a necesitar de Scioli para nada y por eso impulsará la destitución del gobernador. Y que si a Cristina le va mal y es derrotada con amplitud en octubre, la mayoría de la dirigencia va a emigrar con los ganadores y no con quien se quedó al lado de la mariscal de la derrota. Para decirlo más claramente: los intendentes que todavía están con Cristina dicen por lo bajo que Daniel Scioli va a ser afectado por todo lo malo del kirchnerismo y no va a poder disfrutar nada de lo bueno.
 
Que va a pagar todos los costos de apoyar a Cristina y no va a poder gozar de ninguno de los beneficios. Que esta vez se equivocó porque entregó todo a cambio de nada. Repito: en política nada es definitivo porque la última palabra siempre la tiene la gente. Y hasta ahora, pese a los problemas de inseguridad, educación, el gobernador bonaerense sigue cosechando un alto nivel de simpatías ciudadanas. Vamos a ver que pasa de ahora en más. Nunca será heredero del kirchnerismo porque Cristina lo considera un neoliberal mediocre parido por el menemismo al que Néstor no tuvo más remedio que apelar para ganar varias elecciones.
 
Nunca será visto como el que batalló para que Cristina no gobierne ni un día mas ni un día menos, porque no se le conocen palabras condenatorias para este gobierno. Sus gestos suaves de diferenciación, de buena onda, de diálogo y no confrontación le alcanzaron hasta ahora. Hay que ver como sigue esta película. El sábado, mientras la política ardía con la conformación de las listas, Daniel Scioli difundía fotos con su nieta, con Carlos Tevez y Maravilla Martínez.

Lo mismo que hizo siempre: figuras populares, pocas posturas taxativas, optimismo serial y gestión, es lo que caracterizó a Scioli estos años. Es un caso raro para los encuestadores y para los analistas. Cuesta definirlo porque el no se define. Hoy Cristina lo necesita para apoyar sus candidatos y el espera que la retribución llegue con fondos para asegurar la gobernabilidad de la provincia. Muchos creen que se está cavando su propia fosa. Que le pide generosidad a un liderazgo mezquino y sectario como el de Cristina. Puso la otra mejilla. Pronto vamos a saber si lo van a crucificar