Siempre digo que la plata va y viene. Que lo importante es la salud de una sociedad. Lo digo irónicamente. En realidad, creo que lo más importante de cualquier gobierno es bajar a cero la pobreza y la desocupación y que van a ser juzgados por la historia por esos temas que hacen a la dignidad de las personas. Pero cuando hablo de la salud de la sociedad, hablo de la profundidad de la fractura expuesta de una comunidad que sin dudas es muy marcada en estos tiempos.

Ese odio que se fue fogoneando desde el poder será seguramente la peor herencia del kirchnerismo. Ese abismo que se abrió entre los argentinos que no pueden ni hablar de política solo tiene antecedentes en la histórica pelea entre peronistas y gorilas. Nuestros padres nos contaban que había familias enteras que dejaron de dirigirse la palabra. O amigos que nunca más se vieron. Suena muy triste, muy terrible porque ese es el momento que hemos vuelto a vivir. Lo peor del pasado. La herida que más costó cicatrizar.

Fueron generaciones peleadas por las persecuciones implacables del peronismo y por los comandos civiles o los bombardeos a plaza de mayo de los antiperonistas. Se acusaban de las barbaridades más atroces. Decían que el que no era peronista estaba en contra de la patria. Otros le deseaban la muerte a Evita y celebraron su cáncer. Es degradante, matarse por una idea. Desatar una cacería entre hermanos porque tenían camisetas partidarias distintas. Costó mucho resolver semejante drama. Perón y Balbín dieron un gran paso con el famoso abrazo. El radical lo despidió con ese histórico discurso, al lado del cajón diciendo: “que un viejo adversario despide a un amigo”. Balbín había sido encarcelado por Perón. El balbinismo llegó a representar al radicalismo más gorila. Sin embargo se abrazaron y dieron un mensaje de coexistencia pacífica maravilloso.
 
Ese tajo terminó de cerrarse con Raúl Alfonsín en la presidencia. Se decía que don Raúl era el más peronista de los radicales. Antonio Cafiero, el más radical de los peronistas estuvo en la Plaza de Mayo defendiendo la democracia durante el levantamiento carapintada. Siguieron las discusiones, las broncas y las miradas distintas. Pero sin el odio de querer hundir al otro. Las diferencias entre adversarios políticos siempre son bienvenidas. Por eso pertenecen a partidos o ideologías distintas. Esa diversidad es el ADN de la democracia plural. Pero ver en el otro a un enemigo es lo peor que nos puede pasar. Insultarnos, descalificarnos, desearnos calamidades uno al otro nos hace retroceder a la edad de piedra. Es muy triste que nos esté ocurriendo algo así. Y no me diga que no pasa. Yo conozco muchas historias. Hijos que discuten a los gritos con sus padres hasta en la mesa dominguera. El padrino que ya no visita más a su ahijado. Colegas de todos los trabajos que no se saludan ni se dirigen la palabra. Hay que preguntar primero quien esta invitado a un acontecimiento determinado para no cruzarse en agresiones u hostilidades con otro. Escraches y provocaciones en las calles. Hay que vencer la pobreza y la desocupación primero. Por supuesto.
 
Pero después, esto es lo peor que nos está pasando. La dos Argentinas que se miran con odio y sospecha. La bronca de estado. Las ganas de pelear para ver quien es el culpable de tal o cual problema en lugar de construir una solución. Dar la batalla y quebrar todas las organizaciones, clubes, y, si es posible, hasta el consorcio. Divide y reinarás es el peor de los conceptos. Es lo mismo que sembrar vientos en tu propia cocina. El momento culminante fue durante la pelea del gobierno con el campo. Pero la cosa sigue por distintos motivos que se van sumando. Hay hasta parejas, matrimonios que se destruyeron por la antinomia K anti K. Aparece en los mensajes de los oyentes. En los 140 caracteres de twitter. Hay profesores universitarios que se cruzan de vereda cuando aparece quien hasta hace unos años fue el mejor de sus discípulos. Y estoy hablando de intelectuales muy conocidos y prestigiosos.
 
No puedo creer como estas en contra de este gobierno: te hiciste de derecha, dice uno. Yo no puedo creer como vos defendés a uno de los gobiernos mas corruptos de la historia, contesta el otro. Y juntos dan a luz la intolerancia. Es un parto que engendra lo peor de nosotros. Es la peor fractura social. La más grave.