El kirchnerismo en el gobierno tuvo muchos aciertos pero el más grande de los fracasos es doble. Va por la calle del INDEC y vuelve por la avenida del FMI. Son siglas que dicen mucho y dicen poco. Porque ambas fueron manipuladas para enmascarar la verdad de las palabras. El daño a la credibilidad oficial que generó la malversación de los datos del INDEC es difícil de mensurar. Los funcionarios fueron obligados a defender las mentiras de las cifras como talibanes y esa farsa los empujó al abismo del ridículo de donde nunca se vuelve como dijo Perón. Hasta el mismísimo Horacio Verbitsky al que nadie puede acusar de opositor calificó de vandalismo lo que hizo Guillermo Moreno y su grupo de tareas.

Ante el silencio oficial y de la CGT denunció la presencia de patotas armadas entre los escritorios del INDEC. Desde ese momento los trabajadores de ATE denunciaron sistemáticamente el atropello a su dignidad y a las estadísticas. Ni la Feria del libro se salvó de un escrache de estos energúmenos que querían corregir a las trompadas lo que destruyeron en las planillas. Fue como una religión en la que solo creyeron los fanáticos que siempre aprueban todo a libro cerrado si viene del poder. Son los mismos que aplaudieron eufóricos, borrachos de antiimperialismno la satanización del Fondo Monetario Internacional como el padre de todas las corporaciones destituyentes y oligárquicas. Siempre el FMI quebró dignidades y soberanías con recetas que destruyeron los mundos productivos y apostaron al dinero fácil de la patria financiera. Hoy el desprestigio internacional de la burocracia del Fondo es similar al desprestigio del INDEC en Argentina. Tal vez por esa trampa del destino suena tan disparatado que el diablo del Fondo sea convocado a la Argentina para corregir los angelicales números del INDEC.

Parece una broma macabra del destino. Es como un juego de espejos negros para ver a quien rechazan mas los ciudadanos independientes. ¿Al Fondo o a este INDEK con Ka? Sin embargo lejos de cualquier actitud de autonomía el gobierno fue obligado a aceptar una nueva misión del Fondo y a pedirle consejos. El diablo sabe por diablo pero más sabe por viejo. De pronto después de tanta negación militante resulta que ahora era cierto lo que decían los periodistas no chupamedias o los políticos opositores o los más sensatos del oficialismo. El INDEC mentía y ahora tienen que reconocer que la inflación existe. Que aunque no la veamos la inflación siempre está. Porque no se tomaron medidas para combatirla.
Porque se eligió esconderla bajo la alfombra. Negar lo evidente. Ahora se han caído varias caretas. La que muestra la verdad de un INDEC devastado por el engaño y las palabras inflamadas de emancipación contra el Fondo hasta que el viento de la conveniencia cambió de rumbo. Y como si esto fuera poco, un gobierno que se presenta como nacional y popular tuvo que despreciar el excelente trabajo que hicieron las universidades argentinas y bajarse los pantalones ante la absoluta inexperiencia en el tema del FMI que viene como gendarme a invadir nuestras carpetas. Muchos no supieron explicar lo inexplicable. Encontraron miles de eufemismos para no pronunciar la palabra inflación. Deslizamiento de precios, llegó a inventar uno.

Gambetas al lenguaje para eludir la verdad. Aparecieron metidas de pata monumentales como el ministro Amado Boudou asegurando muy suelto de cuerpo que la inflación no perjudicaba a los más pobres. Fue como tirarse un tiro en los pies. Porque si dejaron de ser creíbles los números de la inflación también perdieron certeza otros indicadores que eran muy positivos para el gobierno como los de la reducción de la pobreza o la desocupación.

No se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo. Por eso el gobierno fue preso de si mismo. Porque cayó en su propia trampa.

Boudou, Moreno, Verbitsky