En el día mundial del agua quiero hablarle de otro elemento indispensable. Así como no hay vida sin agua, no hay democracia verdadera sin transparencia. Ambas cosas son imprescindibles y por eso debemos descubrirlas y cuidarlas. Lo concreto aunque líquido del agua. Y lo abstracto aunque sólido de la transparencia.
 
La honradez, las manos limpias y las uñas cortas, son requisitos necesarios aunque no suficientes. Son los cimientos sobre los que se debe edificiar un liderazgo político, pero no alcanza solamente con ser honesto. Además hay que tener formación y capacidad intelectual y una trayectoria que demuestre coraje y convicciones absolutamente democráticas. Yo se que no es fácil encontrar dirigentes que reúnan todas estas condiciones. Pero existen.

Y vale la pena destacarlos y rescatarlos. Y utilizarlos como espejo de agua en el que podemos mirarnos. Hablo de Ricardo Lagos, por supuesto. Ya le conté que tuve la posibilidad de compartir casi 4 horas de su sabiduría gracias a que la fundación OSDE me convocó para coordinar su exposición. Y me dediqué todo el tiempo a abrir mi cabeza, mis orejas y tratar de convertirme en una esponja. Siempre lo admiré pero ahora que lo conozco personalmente, lo admiro más todavía.. Porque tiene de sobra todos esos atributos de los que le hablaba hace un instante.

Valentía para luchar contra la dictadura demostró en todo momento. Y eso lo colocó en el primer lugar del afecto de los chilenos democráticos. Fue perseguido por Augusto Pinochet después que dio el sangriento golpe de estado contra Salvador Allende. Tuvo que exiliarse, primero en Buenos Aires y después, cuando Videla también instaló el terrorismo de estado en nuestro país, Ricardo Lagos marchó a Estados Unidos con su familia. Fue profesor en la universidad de Carolina del Norte. En pleno régimen pinochetista, en 1978, Lagos regresó y trabajó para las Naciones Unidas en Santiago.
 
Pasó a ser un referente del Partido Socialista y un motor fundamental para la construcción de la Alianza Democrática. Tal vez por eso, el 7 de setiembre de 1986, fue detenido por la temible policía secreta. Dicen que tenían previsto asesinarlo y que se salvó porque estaba preso. Fue la voz cantante del plebiscito de 1988 donde llamó a votar por el “No” y el 25 de abril de ese año conmovió lo más profundo de la conciencia de su pueblo. En televisión, aprovechó para mirar a la cámara y hablarle directamente al general Pinochet. Le dijo que los chilenos con su voto iban a impedir 8 años más de torturas, asesinatos y violaciones a los derechos humanos.

Sin balas y solo con palabras, Ricardo Lagos le produjo al tiranosaurio Pinochet la más profunda herida que lo llevó, mas temprano que tarde, a su muerte política. Comenzaron a abrirse las grandes alamedas, otra vez, como quería ese martir de la paz y el socialismo, llamado Salvador Allende.

Ricardo Lagos es abogado, economista, catedrático universitario y seguramente uno de los intelectuales más importantes de América Latina. Amigo de Felipe González y Raúl Alfonsín, tuuvo a su cargo programas de naciones unidas de todo tipo y encabezó el proyecto de FLACSO que aún hoy sigue abasteciendo de materia gris de excelencia a las democracias de la región. Fue ministro de Educación y Obras Públicas de dos los dos presidentes democristianos de la Concertación. Y finalmente en el 2.000 fue elegido presidente de la Nación en segunda vuelta y después de derrotar al candidato de la derecha Joaquín Lavín. La historia saldó asi una gran deuda. Con los votos volvía al gobierno otro socialista.

En el poder afrontó la crisis económica mundial y demostró capacidad de diálogo, eficiencia en la administración, siguió viviendo en su departamento de tres ambientes de clase media y se retiró del poder con el mismo modesto patrimonio con el que había llegado. Fue un símbolo de la rectitud y la equidad, cosa que recibió como herencia temprana de su padre agricultor que lo dejó huérfano a los 8 años. Fue tan bueno su gobierno que le permitió a Michelle Bachellet, su compañera de partido, que ella también ganara las elecciones y se convirtiera en la primera mujer jefa del estado en Chile.
 
Lagos anda por el mundo fortaleciendo las democracias con equidad e inclusión, los derechos humanos, el cuidado del medio ambiente, la tolerancia y la independencia. Es un ejemplo para los políticos argentinos. Se puede estudiar su pensamiento en todos los libros que publicó. O analizar su gobierno para ver como resolvió problemas, bajó la pobreza y consolidó las instituciones. Pero su vida es un testimonio que merece colocarse en un altar cívico. Para emularlo. Para utilizarlo como un faro y una guia. Para bañarnos en esos Lagos transparentes y tratar de ser mejores.