Con un empate victorioso, Benjamin Netanyahu logró dos éxitos. El primero contra su rival, Benny Gantz, uno de los tres exgenerales del movimiento centrista Azul y Blanco, aunque haya obtenido la misma cantidad de bancas en la Knesset (Parlamento). El otro contra sí mismo frente a las causas judiciales por supuesta corrupción que pesan en su contra. El eslogan “Bibi o no Bibi” resultó efectivo. Una vez más. Las elecciones de Israel fueron, en realidad, un plebiscito sobre la gestión del primer ministro, aupado hasta último momento por su socio y amigo Donald Trump.