Manos limpias (Primera parte)
Esta es una columna sobre la relación del pueblo argentino y la honradez. Es un intento de mirar las dos caras de nuestro comportamiento frente a los delincuentes.
Esta es una columna sobre la relación del pueblo argentino y la honradez. Es un intento de mirar las dos caras de nuestro comportamiento frente a los delincuentes. Esta es solo la primera parte, la más oscura. Mañana, se viene la segunda, la más luminosa.
Me impactó muy negativamente todo lo que pasó con Luis Mario Vitette Sellanes, el cabecilla de lo que se conoció como el “Robo del Siglo”. ¿Se acuerda? Fue el 13 de enero de 2006 en el banco Rio de Acassuso.
Como dicen las crónicas policiales el delito tuvo ribetes cinematográficos con la utilización de gomones para escapar por unos caños de desagues y todo. Pero el suceso puro y duro es que una banda de malandras tomaron 23 personas de rehenes y reventaron casi 150 cajas de seguridad y se llevaron dicen algunos, entre 10 y 15 millones de dólares y varios kilos de joyas. Le resumo más todavía. Hubo una batida de una mujer despechada y la policía detuvo a los responsables. Se conocieron detalles presuntamente simpáticos. Que le cantaron el cumpleaños feliz a una clienta asustada. Que dejaron una nota presuntamente poética donde quisieron disfrazar el robo de algo romántico al estilo Robin Hood porque era un banco de ricos y otras presuntas picardías más.
A todo lo pongo “presunto” porque para mi se trataron lisa y llanamente de burlas a la justicia, de tomaduras de pelo a la ley y me pareció que no le hubieran caído nada bien a ningún argentino que le hubiera tocado que le robaran los ahorros de toda la vida. El jefe de la banda, apodado “el uruguayo”, Vitette, fue condenado a 21 años y 6 meses de prisión. La justicia hizo lo suyo. Hubo rehenes, es decir privación ilegítima de la libertad, destrucción y robo de propiedad privada y todo no terminó en tragedia o un tiroteo con la policía de puro milagro. Los empleados y los clientes tenían pánico y peligro de ser asesinados si quedaban en medio de un tiroteo. Sin embargo el responsable máximo de semejante delito ya está paseando en libertad por las calles de su Uruguay natal. ¿Qué paso? La Ley Nacional de Migraciones promulgada en 2005, dentro de esta década ganada por muchos ladrones de guante blanco como Vitette, ordena que los delincuentes extranjeros sean expulsados del país después de cumplir la mitad de la condena.
Y Vitette fue tratado como una verdadera estrella de Hollywood. Porque los millones de dólares que se afanó no aparecieron nunca. Llegó al aeropuerto de Carrasco custodiado para que no le pase nada por el estado argentino que pagamos todos, con personal policial que descuidaba otras tareas de seguridad. Bajó con su tableta IPad y su hija lo fue a esperar en un auto de alta gama como corresponde a un verdadero millonario. Dos cuestiones me partieron la cabeza. El robo fue e 13 de enero de 2006. Lo condenaron a 21 años y 6 meses. Pero lo deben expulsar a la mitad de la pena, es decir en el 2016. Todavía faltan 3 años pero ya está libre, gastando su platita, o mejor dicho la platita ajena que se robó. Buen comportamiento, estudios en la cárcel, chicanas y rebusques legales que permiten facilitar siempre la salida de los chorros y generarle muchos problemas y dolores de cabeza a los honestos. Eso por una parte, lo legal que creo humildemente que debe ser revisado y corregido.
Pero lo más grave es cierta admiración de una parte de la población y del periodismo. Es un genio, dicen los muchachos. No mató a nadie. Parece que no utilizó armas de verdad. Es un bohemio, un poeta romántico que ahora se hizo rico y fue mas vivo que todos. Ese si que la sabe. La hizo bien. Vitette disfruta y potencia esa fama de genio. Se presenta como un experto en inseguridad. Algunos periodistas lo consultan como si fuera un asesor científico y una parte de nuestra identidad argentina celebra el Robo del Siglo porque no le robaron a ellos. Me parece que la señal que se le manda a la sociedad es nefasta.
Que robarle la plata a otro puede ser simpático, genial y digno de admiración. Los policías que lo trasladaron y nos tienen que cuidar a todos ganan dos pesos con cincuenta y viven en barrios marginales. Y el ladrón es un señor respetado y elogiado que da exclusivas por televisión y hasta se da el lujo de que musicalicen sus poemas donde se hace apología del delito. No es Robin Hood ni un bandido rural justiciero.
Es un chorro de lo peor que puso en peligro de vida a mucha gente y que no le dio el dinero a los pobres. No puedo comprender la potencia con que prende en nuestro pueblo ese tipo de cosas realmente despreciables. Es un vivo. Roba pero hace. No mató a nadie. Después no sabemos porque tenemos funcionarios y gobernantes que hacen lo mismo. Son vivos, roban pero hacen y no matan a nadie. Glorificando el delito, admirando ladrones, celebrando su astucia. Que picaros que somos los argentinos. Manos limpias, las pelotas. Así nos va.