Hace menos de un mes titulamos esta columna: “Jueces bajo fuego K”. El gobierno de Cristina ya había puesto en marcha un operativo de colonización y control absoluto de la justicia. Sabemos, por confesión de partes, que el gobierno va por todo. Y que eso muestra y demuestra la hilacha totalitaria del oficialismo. También sabemos que por ADN personal y por la teoría de Ernesto Laclau que llama a confrontar como única forma de construir poder, la presidenta siempre redobla la apuesta. Pero debo confesar que no me imaginé que iban a ser tan explícitos y brutales en su apriete contra la justicia.

El jefe de gabinete superó todos los límites. Juan Manuel Abal Medina, medalla de oro de la universidad, y ante la asamblea de materia gris de Carta Abierta, dijo que la Cámara que en su momento falló a favor de Clarín es una “mierda”. Es cierto que hoy se arrepintió de haber usado esa palabra. Pero no es cuestión de pacatería. El lenguaje chabacano no me molesta. Me preocupa que una de las máximas autoridades del país este convencido de que en uno de lo poderes del estado hay mierda. No hace falta ir al diccionario de sinónimos para saber lo que quiso decir con su metáfora maloliente.

Mierda es eso: excremento, caca, deshechos, deposiciones, bosta. Ese es el nivel de desprecio por lo que en cualquier democracia republicana del mundo debería ser un poder independiente, prestigioso y respetado. Esta mierda, como la calificó en primera instancia Abal Medina es mierda porque no se arrodilla y porque no hace lo que el gobierno quiere. Mierda son, por lo tanto, los que no se dejan domesticar ni someter.

Por lo menos Cristina fue menos escatológica cuando dijo que son los fierros judiciales que con los fierros mediáticos los que quieren tumbar a este gobierno. Frente a eso, Cristina proclamó que su gobierno va a levantar esa basura, esa mierda, y va a democratizar la justicia como corresponde. A poco de cumplir una década en el poder, el gobierno se ha decidido a democratizar la justicia. ¿Qué significa eso? Muy claro.

Que todos los jueces sean como el doctor Norberto Oyarbide. Que todos los jueces se subordinen y hagan saludo uno, saludo dos, frente a las exigencias del poder político. A esa subordinación sin valor, este gobierno le llama democratización. El resto, es mierda. Sanatean por ahí hablando de juicio por jurados o de elección por el voto popular de los jueces pero el objetivo es que todos los jueces se comporten como Oyarbide y que todos los miembros de la Corte Suprema se transformen en Zaffaronis. Es decir, en militantes políticos dentro del máximo tribunal.

Cuando Cristina logre eso, cuando finalmente pueda democratizar la justicia a su manera, la Constitución habrá sido desvirtuada y los ciudadanos estaremos mucho menos protegidos. Porque la justicia funciona como un contrapoder. Una contramayoría que protege a las minorías. Por eso no son elegidos por el voto popular. Por eso existe un Consejo de la Magistratura que el kirchnerismo modificó para tener poder de veto. Y lo tienen. Ningún juez puede ser designado o puede ser destituído si el gobierno no quiere. Suman 5 miembros en el Consejo. Y además, entre Néstor y Cristina designaron a más de 420 jueces y 61 fiscales. ¿Usted que cree? Le pregunto. ¿Qué camiseta partidaria tienen puesta los magistrados designados en los últimos 9 años? Pero no les alcanza.

No hay antecedentes desde la recuperación de la democracia de un operativo tan feroz que incluye aprietes y amenazas de todo tipo a los integrantes del poder judicial que es uno de los pilares de la República. La famosa servilleta de Corach durante el menemismo hoy es un papelito en el viento.

El propio ministro de Justicia habló de “alzamiento” y el vocero paraoficial de Cristina, Carlos Kunkel dijo con todas las letras y sin que se le cayera la cara de vergüenza que en la justicia “estaban preparando un golpe de estado”

La guerra que intenta avasallar y meterle miedo al Poder Judicial tiene números y nombres y apellidos que sirven de argumentos contundentes. En solo dos meses el gobierno logró tirar por la ventana a 10 jueces en lo Civil y Comercial Federal que entiende en la ley de medios. Prácticamente desmantelaron ese fuero. Así como lo escucha.
 
Sin vergüenza ni pudor lo dinamitaron con agresiones verbales, amenazas de juicio político, intimidaciones con el mecanismo de revelar cuestiones personales, recusaciones con denuncias penales falsas, calumnias sobre familiares y la vida íntima y la fenomenal maquinaria propagandística amigopólica puesta al servicio de la injuria y la descalificación de los magistrados. Abal Medina prendió el ventilador y ensució de mierda a jueces de la Nación. No se sabe cuando va a terminar esta escalada. Pero hay algo seguro: despide mal olor.