La mítica composición de Ariel Ramírez, que cumple justamente 50 años, fue el himno elegido para la festividad de Nuestra Señora de Guadalupe, un himno folclórico y religioso en una celebración profundamente latinoamericana, que hasta lució la bandera de los pueblos originarios.

"Señor ten piedad de nosotros", arrancó la cantante argentina, con su voz firme, poderosa, y enfundada en un vestido azul (diseño de Roberto Piazza) a tono con el coro y con el protocolo. Se la vio disfrutando el momento, único, en una iglesia repleta, con mayoría de sacerdotes latinoamericanos que viven o estudian en Roma, y cinco cardenales del continente americano y una nutrida comitiva argentina, entre quienes estuvieron Eduardo Valdés, el nuevo embajador argentino ante la Santa Sede y Teresa Parodi, la ministra de Cultura, entre otros.

"Son los pueblos y naciones de nuestra patria grande latinoamericana, los que hoy conmemoran la festividad de Nuestra Señora de Guadalupe", dijo el Papa. Ya había sonado el charango, y el grito de "gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres". Y La Misa Criolla se fue intercalando con las oraciones de la ceremonia, en español, portugués e inglés.

Una ceremonia solemne y a la vez íntima. Matizada por la historia de esta composición, que Ariel Ramírez presentó allí mismo en el papado de Pablo VI. Matizada también por las declaraciones previas de Francisco. "Los himnos en español, acompañados por instrumentos criollos, son un paso importante para el desarrollo de la iglesia en Latinoamérica", dijo. Y también bromeó cuando saludó a Patricia Sosa y a Facundo Ramírez, hijo del compositor, quien contó que el Papa le dijo que su padre era un grande y un místico. "¿Van a tocar o van a desafinar?", les había preguntado, fiel a su estilo.