A esta altura hay dos grandes perjudicados con los fracasos en serie de Guillermo Moreno. El país, en primer término y la presidenta de la Nación. Hoy los opositores reclaman la renuncia del secretario de Comercio pero rezan para que Cristina lo deje en su puesto. Es uno de los argentinos de mayor imagen negativa y ese desprestigio feroz también salpica la investidura presidencial.

Es mas, si me apura, le diría que en la multiplicad de causas que explican la derrota electoral de agosto del oficialismo, la figura de Moreno ha sido un elemento fundamental. Porque se convirtió en un símbolo de lo peor de la mala praxis y el patoterismo de este gobierno. Porque aplicó remedios que fueron peores que las enfermedades. Porque quiso apagar los incendios con nafta. Y así nos va. Saltó a la fama con su estafa fundacional. Con la falsificación de las prestigiosas estadísticas públicas del INDEC, cometió un delito, dinamitó la credibilidad del gobierno y no pudo controlar la inflación.

Pisoteó el termómetro y el muy pícaro se creyó que así bajaba la temperatura. Intervino todos los mercados en nombre de la mesa de los argentinos. En poco tiempo liquidó un stock ganadero de mas de 12 millones de vacas y hoy tenemos que pasar la vergüenza de que Uruguay y Paraguay exporten mas que nosotros. Logró que en el país del trigo no tengamos trigo o sea carísimo para hacer el pan y los fideos. Jamás pudo controlar los precios y nos llevó a estar en el podio de los países del mundo con más inflación.

Encima lo hizo con un grupo de guardaespaldas y a punta de pistola como denunció Horacio Verbitsky a quien nadie puede acusar de opositor. Pero ese fue solo el comienzo de la carrera rutilante de Moreno hacia el precipicio. Se hizo experto en groserías, insultos y desafió a medirse el tamaño de su miembro viril a muchos empresarios. Hay que decir que los empresarios se lo permitieron y no se conoce a ninguno que se haya levantado de la mesa o que lo haya denunciado con todas las letras. Vale destacar por su coraje al economista Jorge Todesca que no se bancó que censuraran su libertad de expresión y de trabajo y fue a la justicia. Moreno que es el gran mentiroso nacional acusó a Todesca y otros consultores de mentir. La justicia tiró un tiro para su lado y ayer procesó a Moreno y lo embargó. El juez Claudio Bonadío entendió que Moreno abusaba de su poder. Algo que se convirtió en su ADN. Es un abusador de poder. Moreno no dejó macana por hacer. Se hizo el guapo con el campeón mundial de Kick Boxing a su lado. Como un cavernícola maltrató en una embajada a la señora periodista Silvia Naishtat.

Quiso dinamitar Clarín con un par de guantes de boxeo y mostró un llaverito que le decía boludo a Sergio Massa. Un boludo bárbaro que en 40 días sacó en un solo distrito la mitad de votos que Cristina en todo el país después de una década en el poder. Inventó varios fracasos bizarros como el cepo cambiario, el inmoral blanqueo y los cedines.
 
Por mucho menos que eso cualquier funcionario hubiera sido expulsado del equipo de un presidente. Pero el capricho, la tozudez es más fuerte. Esa concepción infantil de no dar el brazo a torcer para no mostrarse débil ante los medios fue llevando a Moreno cada vez más arriba y a la economía cada vez más abajo. Se formó en la dura derecha peronista y es idolatrado por los jóvenes de La Cámpora que se creen de izquierda. Un talibán siempre es dañino para la democracia sin que importe su ideología. Es el fanatismo, estúpido. Un militante del patoterismo de estado salpicado con actitudes payasescas y decadentes.

Un agrio que trabaja de ogro. Su amigo Maradona debería decirle que se le escapó la economía como una tortuga. Moreno procesado es una muy mala noticia para Cristina en el medio de varias malas noticias. Es un salvaje que recibió un cheque en blanco de Cristina y lo dilapidó. Cristina le tiene una confianza ciega. Es su niño mimado. Dijo que es un príncipe y es la que le da de comer al chancho. No quiere escuchar que nadie de su gabinete lo critique. Y nadie se anima tampoco. Es un soldado de Cristina que ya se convirtió en su principal verdugo.