Moyano ya no
Como suele ocurrir, la foto dice más que mil palabras. Es una editorial de un disparo que hizo un reportero gráfico de la agencia Dyn.
Como suele ocurrir, la foto dice más que mil palabras. Es una editorial de un disparo que hizo un reportero gráfico de la agencia Dyn. Hugo Antonio Moyano mira para otro lado y le da la espalda con toda intención a Juan Pablo Schiavi que está de brazos cruzados, mirando fijo al frente, masticando bronca y caracúlico como pocas veces se lo vio.
No se trata de Pimpinella pero Moyano y Schiavi, el representante del gobierno, se están diciendo uno al otro, me mentiste, me engañaste. Fue en el almuerzo de la cámara patronal de transporte de carga. Casi no se dirigieron la palabra. Poses de culebrón mexicano en donde solo faltó que se ladraran. Esa foto es la foto de la relación actual del gobierno y la CGT o mejor dicho de Cristina y Moyano. Un rato antes, en Lomas de Zamora la presidenta en medio del dolor y la angustia por el suicidio de Iván Heyn, encontró espacio para pasarle una factura al camionero. Yo se lo comenté ayer.
Fue cuando hablando del joven camporista y de su pasado de clase media acomodada, acotó de inmediato, “un niño bien, dirían algunos”. Fue la respuesta a esa chicana de “niño bien”, que Moyano utilizó en el acto de Huracán para referirse a los jóvenes de La Cámpora. Tal vez fue una de las críticas que mas le dolió a Cristina y que no le va a perdonar nunca a Moyano. Ayer lo dijo con todas las letras: yo a estos jóvenes los considero mis hijos y agregó que Iván tenía, 34 años la misma edad que su hijo.
Encima, los trascendidos nunca desmentidos, dicen que llegó a oídos de la presidenta que el jefe camionero en las reuniones obreras se refiere a Máximo Kirchner como Mínimo Kirchner. Imperdonable para cualquier madre y mucho mas para Cristina que tarda siglos en perdonar a alguien. Pero el tema, más allá de la bronca personal es uno de los principales hechos políticos de este fin de año. Son dos pesos pesados. Los dos dirigentes más poderosos de la Argentina. Hay una asimetría por cierto. Cristina está en el momento cumbre de su imagen positiva y tiene en sus manos la capacidad de gobernar un país. Y Hugo sigue con una abultada imagen negativa y su verdadero poder radica en su capacidad de daño.
En su poder de bloqueo, de generar conflictos, de poner palos en las ruedas de los camiones y camiones en la rueda de la economía. Conociendo los personajes, me atrevería a decir que la relación personal entre Cristina y Moyano no se va a recomponer jamás. Por mucho menos, la presidenta, no le levantó el teléfono nunca mas a Alberto Fernández y eso que fue su sherpa en el poder nacional y su compañero de ruta en la línea fundadora del grupo Calafate, es decir en la génesis del kirchnerismo. Eso Moyano lo sabe. El Negro, como me dijo uno de sus amigos, no leyó los libros que leyó Cristina, pero tiene un olfato popular y un instinto de supervivencia impresionante. Y sus discursos son un poco torpes y rústicos pero son sencillos y profundos. Los trabajadores entienden todo lo que dice.
¿Cuál es la pregunta del millón?: ¿Que olfateó Moyano? Varias cosas. En lo económico que se vienen tiempos de ajustes. Que se terminó la fiesta de la mano suelta. Y en lo político que en un sector del peronismo peronista que es el peronismo permanente, está creciendo el hartazgo por maltrato al que son sometidos por los actuales inquilinos del edificio que son los peronistas kirchneristas como en su momento fueron los menemistas o los duhaldistas. Estas ideas se las robé a intelectuales admirables como Andres Malamud y Eduardo Fidanza. ¿Corren vientos de un cambio de época? Yo no podría asegurarlo.
Todo indica que el crecimiento va a ser mucho menor, que van a aumentar los pedidos de sacrificios y que el tsunami de la crisis internacional de alguna manera va a impactar en estas costas. Algunos creen los argentinos tenemos suerte porque la dirigente que mejor está capacitada para pilotear en la tormenta que se viene es la presidenta Cristina Fernández. Moyano cree que como se terminó la plata para repartir y solo queda el camino de la austeridad, dentro del peronismo se viene una rebelión de los sometidos. Una indisciplina de los que hasta ahora fueron sumisos a los caprichos y las imposiciones de Cristina. Eso cree Moyano y por eso fue el primero que levantó la bandera. Quiere ser el abanderado del post kirchnerismo.
Cristina está convencida de que Moyano ya no. Pero Moyano cree que tiene cuerda para rato. Y está dispuesto a dar batalla. No tengo vocación de bufon, dijo. El PJ es una cáscara vacía, completó. La selva está convulsionada porque la leona y el elefante ya no pueden ni verse. A buen entendedor, pocas palabras.