La negación sistemática de la realidad por parte de la presidenta de la Nación genera situaciones ridículas. Uno no sabe si reír o llorar ante semejantes disparates. Sin ir más lejos, anoche, Cristina dijo que no existe ningún cepo al dólar. Parece mentira pero es la más cruda realidad. Y nadie le editó con maldad su respuesta.
 
Lo dijo en su propio programa llamado “Desde otro lugar” y con su propio equipo de edición. A propósito, una chicana al paso: ¿La presidenta habla “Desde otro lugar”? ¿Desde que lugar? ¿Desde un planeta lejano llamado Marte? Porque solo un marciano o marciana puede decir que no hay cepo.

Pero lo mas grave no es que está convencida de que no hay cepo en el país que ella preside. Lo realmente patético y preocupante es el argumento con el que sostiene esa ficción: la cantidad de argentinos que la saludaron en la Quinta Avenida en Nueva York cuando salió del hotel en donde se hospedaba Dilma Rouseff. O los muchos argentinos que hacen turismo en Rusia según le dijo la traductora que le puso el gobierno en Moscú. Esta claro que una mentira tan evidente surge de una expresión de deseo mezclada con información muy parcial, subjetiva y nada rigurosa.

Decir que no hay cepo es una tomadura de pelo. Un cachetazo a la inteligencia de los argentinos. Pero esa no fue la única falsedad disfrazada de relato. Es una lógica que se viene repitiendo todo el tiempo. Es una estrategia política profundamente equivocada que subestima a los ciudadanos porque piensa que son los medios de comunicación destituyentes lo que les llenan la cabeza.

Y por eso todo lo que hacen desde el gobierno es tratar de llegar primero para llenarle la cabeza a la gente con sus presuntas verdades. Ese es el objetivo principal de la Ley de Medios. Por eso atacan con tanta ferocidad a los que se atreven a decir que la reina esta desnuda. Y por eso gastan fortunas inmensas en subsididar al aparato de propaganda oficial y a los periodistas para oficiales.

El Cronista hoy titula que solo en “Fútbol para todos”, se va a gastar 4 millones de pesos por días. ¿Escuchó bien ese despropósito? Cuatro millones por día. ¿Se acuerdan cuando Aníbal Fernández dijo que iban a ganar mucho con la publicidad privada y que iban a ayudar al deporte amateur con tanto dinero que les iba a sobrar? ¿Es una mentira mía? ¿Inventé esto o fue lo que se prometió? La presidenta puede decir que eso no existe. Igual que el cepo que no existe. O que la inflación venenosa y galopante. En un momento, incluso llegó a negar la derrota electoral con ese frágil truco de decir que siguen siendo la primera mayoría. Pero no explica como fue que perdió casi 6 millones de votos en tan poco tiempo.

¿Qué fue lo que pasó? Entre otras cosas, mucha gente perdió la confianza en este gobierno. Mintieron tanto que dejaron de creerle. Por eso nadie compra un Cedin ni de casualidad. Por eso el blanqueo fracasó tal como lo reconoció Ricardo Echegaray. ¿O no fracasó el blanqueo inmoral? A lo mejor Cristina dice que no fracasó y que los resultados son extraordinarios. Que se yo, nunca se sabe, lo que puede llegar a inventar Cristina en el país de las maravillas. Una buena contribución que podemos hacer los periodistas independientes es marcar todas las sombras del gobierno porque de las luces y los espejitos de colores se ocupan los chupamedias a sueldo. No se puede ahorrar en pesos es algo que pasa. Tenemos un agujero energético de 15 mil millones de dólares. Están cerrando más empresas de las que abren. Las reservas del Banco Central se van sin prisa pero sin pausa por la alcantarilla.

Igual que las personas, al envejecer el modelo, fue potenciando sus defectos y relativizando su eficacia. Varios líderes opositores bautizaron como “mala praxis” a ese cruce de realidades antagónicas. Lo bueno va decreciendo y lo malo va creciendo. Las urnas de agosto reflejaron eso y las de octubre lo van a confirmar.

La gran pregunta es hasta que punto llegará esa degradación. ¿Cuál será el piso de sus propias torpezas? Muchos anuncios positivos (Ganancias, monotributo, créditos hipotecarios) caen en saco roto porque se quebró el contrato de credibilidad entre gran parte de la población y Cristina. Varias de las decisiones o posturas atolondradas caen en el ridículo, que es lugar desde donde nunca se vuelve. O en la negación de estado que es como vivir siempre de noche. Y decir que el sol brilla para todos y todas.