No hay patota buena
No es la primera vez que lo decimos y esperemos que sea la última. En infinidad de oportunidades hemos dicho desde este programa que no hay patota buena. Que la violencia es intolerable en la Argentina democrática que tenemos que construir entre todos.
No es la primera vez que lo decimos y esperemos que sea la última. En infinidad de oportunidades hemos dicho desde este programa que no hay patota buena. Que la violencia es intolerable en la Argentina democrática que tenemos que construir entre todos.
Que el odio transformado en justicia por mano propia lo único que genera es venganza y da comienzo a un peligroso círculo vicioso que nunca se sabe como termina. Bastantes lágrimas tuvimos que derramar los argentinos por la lucha fraticida. Demasiada sangre de hermanos se derramó en este bendito país por los enfrentamientos políticos.
Para que quede bien claro: Repudiamos absolutamente todo tipo de escraches, y de aprietes y no importan quien sea la víctima ni quien sea el victimario. A esta altura es un lugar común, pero tiene la potencia de la verdad: la violencia es el derecho de las bestias. Y la agresión de un grupo de gente contra dos o tres personas es la máxima categoría de la cobardía.
En el barrio, la cultura mas básica de convivencia dice que esta mal pero que puede haber trompadas o una pelea entre dos personas que tengan mas o menos equivalencias físicas. Hay que hacer el máximo esfuerzo para evitar irse a las manos. Pero si encima la pelea es entre muchos contra pocos, insisto, no importa cual sea la camiseta que cada uno tenga, es una canallada de alto vuelo.
En estos últimos días han crecido las agresiones. Energúmenos y trogloditas de distinto pelaje han apelado a los puños o las patadas contra un equipo de periodistas de 6,7 y 8, por ejemplo. Otros que no estaban de acuerdo con una medida del gobierno de Macri respecto del club Comunicaciones la emprendieron a huevazos y golpes contra Horacio Rodríguez Larreta y varios vecinos que estaban participando de una charla.
Yo comprendo que mucha gente tenga bronca. Yo entiendo el enojo acumulado. Pero si no les gusta un programa de radio o de televisión lo dejan de escuchar o de mirar y listo. Si no les gusta el gobierno de Cristina o el de Macri o el de Bonfatti para nombrar tres líneas ideológicas, no lo votan y se terminó.
Y si la oposición es tan fuerte que no les alcanza con votar a otro, se pueden organizar en un partido, en una corriente de opinión, en una agrupación barrial y militar para producir alguna respuesta superadora que reciba el voto de la gente y supere electoralmente al que a usted no le gusta. Es muy clara nuestra idea: si no le gustan las palabras o las ideas o las medidas de tal o cual gobernante, debe responderle con mejores palabras, con mejores ideas y con mejores propuestas de gestión.
Esa es al convivencia civilizada en el disenso que sostiene el sistema menos malo que se conoce que es la democracia. No se puede justificar la violencia contra nadie. No importa el motivo. El ojo por ojo y el diente por diente termina por dejarnos ciegos a todos y es ese el momento en el que las sociedades quedan al borde del infierno. Toda persona que ejerza la violencia es alguien que está en las antípodas de mi pensamiento.
No me interesa lo que diga. Si lo dice a los palos no lo escucho. Le pierdo el respeto. Esto no significa igualar las cosas. Siempre digo que en todos los planos la violencia que viene desde el estado es más condenable que las otras. Porque el estado tiene el monopolio de la fuerza y tiene mas responsabilidad todavía. También entiendo desde el análisis político que esta sociedad con fractura expuesta es producto del hostigamiento permanente y en todos los planos que fomentó el gobierno. No surgió de repente, por generación espontánea. Lamentablemente tenemos un país dividido donde han resurgido viejos odios que nos hacen mal a todos.
Por las acusaciones de golpistas y antipatrias que el gobierno hace ante la menor oposición se fue sembrando un enfrentamiento que debemos desactivar lo antes posible. Me gusta decir que la Argentina es de todos y de todos es el debate y la obligación de participar y el derecho a expresarnos con toda libertad.
Solo los corruptos y los golpistas deben estar al margen de la sociedad. Si es posible deben estar en la cárcel condenados por la justicia republicana. El resto de los ciudadanos, debemos participar del más caliente y apasionado de los debates. Sin cargar de pólvora los hechos, ni apelar a la acción directa. Porque a las patotas las carga el diablo y la descargan los cobardes.