Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
coronados de gloria vivamos,
o juremos con gloria morir.

Le confieso que a mi me sigue emocionando el himno nacional. Lo canto cada vez que lo escucho. Mañana se cumplen 200 años de su creación. Fue aquí cerquita de la radio en el 533 de la calle Perú donde la Asamblea General Constituyente del año XIII la designó:”única canción de las provincias unidas”. El bicentenario de nuestra canción nacional ocurre en un momento muy particular de la patria. Esa marcha que nos unifica a todos se canta hoy en una Argentina dividida, fracturada como pocas veces en su historia. Sin embargo, esta identidad, estas raíces transformadas en estrofas y melodías es un poncho que nos abriga a todos. Lo rescato por eso. Son pocas los símbolos que nos ubican a todos en el mismo territorio.

Se canta por igual en los actos del gobierno y en los cacerolazos de la oposición. Se canta con fervor, subrayando como consignas, por ejemplo, el “o juremos con gloria a morir”. La negra Merceces Sosa, en su último disco, modificó esa parte y la cantó como “o juremos con gloria vivir”. Ojalá se cumpla esa expresión de deseos colectivos. Que los laureles sean eternos. En ese himno que pasó por tantas manos y hasta fue manoseado por varias dictaduras que, por momentos, lograron hacerlo propio. Mi generación tuvo esa relación conflictiva con el himno que había pasado a ser una bandera de los militares.

La recuperación de la democracia también rescató al himno. Fue un grito de paz y no de guerra. Fue perdiendo almidón y borceguíes. Y se metió definitivamente en el corazón de los jóvenes cuando aparecieron las versiones de los artistas populares, sobre todo la de Charly García, que primero fue tan polémica y luego tan aceptada. Hoy hay himnos para cada gusto. Hasta con música de cumbia. Parece irrespetuoso pero creo que es una forma que tienen las distintas tribus que conformamos este país de abrazarse al himno y de ponerle el cuerpo. Yo lo cantaba en mi colegio primario atravesado por el frío, las medias tres cuarto y la gomina cruel. En la facultad, mezclada con las consignas libertarias de los 70 y el mas doloroso recuerdo de mi colimba. En plena dictadura, con soldados y compañeros que desaparecían. Yo pensaba en ellos mientras entonada eso de coronados de gloria. Era mi deseo, mi homenaje y me callada rebeldía de lágrimas y pánico.

Yo también les decía a los mortales que escucharan el grito sagrado de la libertad. Y el ruido de las rotas cadenas y soñaba con la noble igualdad con la que todavía sueño y por la que todavía peleo.
 
En 1900, el presidente Julio Argentino Roca con el objetivo de no ofender, ordenó que se cantaran solo la primera y la última cuarteta del largo himno original escrito por el abogado y diputado Alejandro Vicente López y Planes. Quedaron afuera frases marciales y potentes. A sus plantas rendido un león. O las que se referían a los fieros opresores que doblaron su cerviz orgullosa pese a que eran tigres sedientos de sangre. El pobre catalán Blas Parera que cobró 200 pesos por la música debió regresar a España como una suerte de nuevo exilio. Dicen que siempre extrañó tocar el órgano en la Catedral de Buenos Aires donde había forjado sus amistades.

La seño y el Billiken nos enseñaron que unos días después se cantó por primera vez en la casa de Mariquita Sanchez de Thomposon y fue realmente cierto. Era el himno completo que duraba 20 minutos. El que cantamos ahora nos define como Nación. Es un canto a nuestro amor por la patria. Así lo siento yo, que soy nacionalista en el mejor sentido de la palabra, en el que manifiesta el amor por lo nuestro, por la tierra en la que mueren nuestros padres y nacen nuestros hijos.

El himno siempre se cantará en voz alta. Porque sale del pecho, expresa lo más profundo que tenemos: el suelo por el que caminamos. Sin ese suelo, caeríamos al vacío de la historia. La tierra es nuestro soporte, nuestra plataforma de lanzamiento. El grito sagrado por los siglos de los siglos. A 200 años, al gran pueblo argentino, salud. El himno es el anuncio de que estamos y que seguimos peleando. Por más justicia, por mas independencia, y sobre todo, por los tiempos de cólera que atravesamos, por mas libertad, libertad, libertad.