Punto final, indulto, obediencia debida.

Parece mentira que con 30 años de democracia tengamos que volver a pronunciar estas palabras obscenas que ofenden la condición humana y erosionan la República.

Tiene razón Laura Ginsberg, una luchadora incansable e insobornable contra la impunidad y por la verdad y la justicia. Ella definió esta vergüenza como un punto final para la causa en la que se investiga el asesinato masivo de 85 personas en el edificio de la AMIA.

Tiene razón Laura Ginsberg. Hoy, el Congreso Nacional con los votos del kirchnerismo en todas sus formas, convertirá en tratado el pacto de Etiopía que el canciller Héctor Timermam firmó con Irán. En ese momento, se consagrará una forma de indulto a los terroristas que perpetraron el atentado mas grave de la historia argentina.

Tienen razón en creer que los diputados y senadores del oficialismo fueron sometidos a la obediencia debida y que muchos, demasiados, se callan la boca por miedo pero saben que esta locura que hoy va a ser convertida en ley es empujar al precipicio la causa que investiga esos crímenes imperdonables que además, deberían ser imprescriptibles porque, como también dijo Laura Ginsberg, fue un acto de terrorismo de estado en plena democracia.

La historia juzgará duramente a Cristina en este tema. Porque su volantazo es demasiado brusco. Porque puso sus intereses ideológicos y comerciales por encima del dolor y el horror de los familiares de las víctimas. Pero ya nadie olvidará, nunca más el apellido Timerman. Hasta ahora, ese apellido era sinónimo de periodismo, del diario La Opinión, de un Jacobo Timerman que fue un preso sin nombre en una celda sin número en las catacumbas de los dictadores donde sufrió la tortura de un fuhrer criollo llamado Ramón Camps. Pero a partir de hoy, el apellido Timerman quedará grabado como el responsable de haber sido el ejecutor, el autor material de este crimen de lesa impunidad. De esta alta traición al pueblo hebreo y al pueblo argentino, según las palabras de su ex amiga y ex jefa política, Elisa Carrió. Lo dije en otra ocasión: un canciller no judío no se hubiera atrevido a tanto. “Debería haber renunciado antes de firmar esa vergüenza”, le recriminó también Carrió.

Luis Czyzewski perdió a su hija Paula cuando el edificio de la AMIA estalló por el aire y desapareció de la faz de la tierra como Irán quiere hacer desaparecer al estado de Israel y por eso niega el Holocausto nazi que es la mayor inhumanidad de la humanidad. Luis fue muy claro sobre la ley que hoy será aprobada: “Es pactar con los asesinos. Irán es capaz de elegir a algún miembro de Hezbollah para integrar la comisión”.

Hay legisladores que quieren impulsar el juicio político a Héctor Timerman. Es difícil que eso pueda implementarse. Pero el juicio de la sociedad en general y de la comunidad judía en particular ya dio su veredicto: es culpable. Muchos familiares que no resisten 19 años de impunidad dicen que esta ley sale forzada porque es una forma de volver a asesinar a las víctimas. De no permitirles que descansen en paz. De atentar nuevamente en forma simbólica contra la AMIA. Porque es la causa judicial y las alertas rojas de INTERPOL las que volarán por el aire producto de esta explosión política, de esta postura conversa que sobreactúa por que deja de ser confiable para ambas partes. Y hay que aclarar que jamás se puede poner en igualdad de condiciones a ambas partes.

Unos son victimarios y deben ir a la cárcel. Otros son víctimas y solo pueden ir al cementerio. Unos defienden a los asesinos y otros rezan por sus muertos. Hoy es un día que quedará grabado en lo peor y lo más triste de la historia Argentina. Hoy se consagrará el indulto y el punto final a los máximos terroristas que mancharon de sangre este país. Hoy será un día de luto. El día que en la Argentina el poder político resolvió asociarse con el espanto.