Una de las peores características del kirchnerismo es que le gusta controlar todo y que no lo controle nadie. Para cumplir ese objetivo vienen desarrollando con bastante éxito un plan sistemático. Se han propuesto destruir el papel de fiscal del poder que debe realizar el buen periodismo y además, anular, todos los organismos de control del estado. Utilizan la ley de medios, muy democrática y positiva en un 90% de su contenido, para reducir al máximo a medios y periodistas críticos y para multiplicar y potenciar la maquinaria propagandística del gobierno. Todo disfrazado de una presunta lucha antimonopólica.

Pero este no es el tema central de la columna. Quiero hacer el eje en la otra pata, en la cooptación y/o vaciamiento al que han sometido a todas las instancias estatales que tienen como misión equilibrar y ponerle algún tipo de límites al poder ejecutivo. Todavía no han destruido todo, pero van por todo. Queda en pié, por ejemplo, la Auditoria General de la Nación encabezada por el radical Leandro Despouy. Pero en el resto de los organismos, han logrado meter cuñas que paralizan el funcionamiento, que lo reducen a la mínima expresión, lo neutralizan o hacen que directamente jueguen con la camiseta de Cristina puesta.

Hablo de la Defensoría del Pueblo, de la Oficina Anticorrupción, de la Fiscalía de Investigaciones Administrativas, de la SIGEN, y hasta del Consejo de la Magistratura que entre otras atribuciones puede destituir y premiar a jueces. Por eso desde el punto de vista de la calidad institucional y el vigor republicano es tan importante el cargo de Procurador General de la Nación.

El jefe de todos los fiscales que propone el gobierno se llama Daniel Reposo y su misión será la de completar este operativo de control de la justicia por parte del gobierno de Cristina. Es clave esclarecer a la opinión pública sobre este tema. No es una cuestión meramente formal o administrativa. Si los fiscales no se sienten con la libertad suficiente como para impulsar investigaciones que involucren al gobierno nacional, gran parte de las posibilidades de combatir contra la corrupción habrán muerto.

Eso es lo que dicen la diputada nacional Graciela Ocaña y el legislador de la ciudad Daniel Amoroso en su campaña: “No queremos una justicia en reposo”. Sería un gran retroceso que Reposo lograra sumar los dos tercios de los votos de los senadores nacionales presentes que necesita su designación. Todavía están contando los porotos porque nadie está seguro del resultado. Pero su figura representa casi lo contrario de lo que debe ser un procurador en una democracia moderna y de avanzada. Reposo carece de antecedentes académicos de importancia. Es un abogado laboralista que nunca fue titular de una cátedra universitaria. Su currículo está lleno de charlas y seminarios, básicamente de la SIGEN.

No tiene la excelencia profesional que necesita una autoridad de ese nivel. No se le conoce ninguna actividad en el derecho penal. Pero además, tampoco tiene la independencia necesaria respecto de los funcionarios nacionales.
 
Está acusado en una misma causa con el vicepresidente Amado Boudou por una compra directa de 19 automóviles y uno de esos vehículos, casualmente, fue a parar a su despacho. Fue el lugarteniente de Guillermo Moreno en su provocación patotera de la asamblea de Papel Prensa que terminó a las trompadas. Y como si esto fuera poco, en las redes sociales fue un fervoroso propagandista del gobierno en general y de Boudou en particular.

¿Cómo se puede sentir un fiscal para investigar a cualquier funcionario nacional con un jefe con esa trayectoria? Designar a Reposo es erosionar la calidad institucional, es forzar situaciones para proteger a los más altos funcionarios y actuar con complicidad respecto de los que tienen que dar explicaciones a la justicia. Parece un tema menor, gris, solo burocrático pero es algo grave. Ese cargo tiene un valor semejante al de un miembro de la Corte Suprema.
 
Esteban Righi fue votado por unanimidad. Porque debe representar al estado y no al gobierno. Si Daniel Reposo se convierte en el próximo Procurador, la posibilidad de controlar al poder político se habrá achicado brutalmente. Será el mayor intento de disciplinar a los fiscales. Porque Reposo es un soldado de Cristina como él dijo y los soldados sirven en los cuarteles y no en los tribunales. Los delincuentes que se roban el dinero de todos tendrán más posibilidades y la división de poderes menos espacio. Menos control es más corrupción. Y más justicia en reposo es más impunidad. Más obediencia debida en la justicia es menos democracia para todos. Y todas.