Abad cree que 'de 1992 queda el esfuerzo. Luego vinieron años demasiado fáciles'
El máximo responsable de la organización de los JJOO de Barcelona 92, Josep Miquel Abad, cree que la mejor lección de aquellos años fue comprobar "la capacidad de esfuerzo y la prevalencia de los intereses generales", valores que -avisa- el país parece olvidar tras unos años "demasiado fáciles".
En una entrevista con la Agencia Efe con motivo del vigésimo aniversario de los Juegos Olímpicos, el consejero-delegado del Comité Organizador Barcelona 92 (COOB) resume el éxito de aquel reto en los valores de "tenacidad, esfuerzo, responsabilidad y en la prevalencia de los intereses generales por encima de cualquier consideración".
Según Abad, Barcelona, Cataluña y España fueron capaces de demostrar en 1992 que "además de simpáticos y buenos anfitriones, éramos organizados" y que, si entonces se superó el reto, el país sería hoy capaz de repetirlo si recuperara aquellos valores".
Para el responsable organizativo de los JJOO, veinte años después queda la convicción de que "el país se demostró a sí mismo que era capaz de hacer lo que hizo y demostrar que no éramos, como país, más que nadie pero tampoco menos". "Luego han venido tiempos demasiado fáciles, que se han llevado por delante muchas cosas", añade.
Abad, que en septiembre recibirá la medalla de oro de la ciudad en reconocimiento a su papel en la organización de los Juegos, considera que este evento generó alrededor un consenso "porque se supo explicar y se supo entender", y "se vio que no se lanzaba el dinero por la ventana y las inversiones eran útiles para la ciudad".
"Todo lo que se hizo fue pensando en el día después de los Juegos, porque éstos debían estar al servicio de la ciudad y no al revés", asegura el responsable del COOB, que cerró con superávit.
Aunque reconoce que antes y durante los Juegos no siempre fue fácil la relación con los líderes de entonces (Felipe González en el Gobierno, Jordi Pujol en la Generalitat y Pasqual Maragall en la alcaldía), tiene también claro que esos fuertes liderazgos fueron efectivos cuando se pusieron al servicio de aquel reto.
"Gracias a esos liderazgos se pudieron superar momentos difíciles", apunta Abad, que subraya que "eran las segundas y terceras líneas las que complicaban las cosas, invocando a la primera líneas cuando a veces el líder ni lo sabía".
"Aquí mandábamos nosotros. En el COOB mandaba la organización y ahí no se consintieron intentos de interferencias. Por eso en algunos momentos se me clasificó de inflexible", afirma Abad, quien recuerda que hubo "maniobras" para interponer un vicepresidente de perfil político, lo que, a su juicio, "hubiera sido un desastre".
Abad cree que su experiencia años antes al frente de urbanismo en el Ayuntamiento le otorgaba la ventaja de "conocer en qué aguas navegaba y con quién navegaba". "Y no nos desbordaron nunca", añade.
"Maragall hacía de evangelista de los Juegos y protegía al comité organizador, mientras que yo hacía de pararrayos para atraer todos los rayos hacía mí y que la gente pudiera trabajar a gusto", asegura el actual director general de El Corte Inglés en Cataluña.
También hubo tensión en la relación con el entonces presidente del COI, Juan Antonio Samaranch, ya que, según Abad, pasó de una fase colaboradora antes de la nominación a otra más exigente durante los preparativos, propia de su condición de mandatario olímpico.
No obstante, pese a esos momentos de tensión debido a esta exigencia respecto a la organización de los Juegos, Abad recuerda que, incluso mucho después, siempre que Samaranch se refería a Barcelona 92 "acababa sacando mi nombre. Si hubiera sido su hijo no me hubiera tratado mejor".
Recuerda como una "cura de realismo" la inauguración del Estadio Olímpico en 1989, cuando diversos elementos, como una fuerte lluvia que causó goteras y una "guerra" de banderas originó una polémica que puso en cuestión la organización de los Juegos.
"En aquel momento nadie nos obligaba a organizar un campeonato del mundo. Nos expusimos a mucho riesgo", confiesa Abad, que añade: "estábamos convencidos de que la máquina ya funcionaba y vimos que no". Sin embargo, cree que esa "cura de realismo" contribuyó a mejorar los preparativos y al éxito de 1992.
Preguntado sobre si es más fácil organizar unos Juegos en 2012 que en 1992 responde con un rápido y escueto "sí" y argumenta que hoy día la organización sabe desde el minuto cero de cuánto dinero dispone, ya que el COI gestiona todos los derechos de patrocinio y televisión, que son el 95 % de los ingresos.
Precisamente, 1992 fue la última vez en la que el comité organizador, y no el COI, negoció los derechos de televisión. Abad recuerda con satisfacción que, tras una maratoniana reunión en Nueva York con las tres principales cadenas norteamericanas, se obtuvo más de 416 millones de dólares de la época con el contrato con la NBC.
Preguntado sobre si, veinte años después, ha pensado desvelar aspectos desconocidos de la organización de Barcelona 1992, responde que "no se ha dejado de contar nada que valga la pena ser contado". "Siempre he dicho que no escribiré mis memorias porque yo sé lo que sé en función de mi cargo y esa es una información que no me pertenece", concluye.