El partido se armó de a poquito, de ida y vuelta, con alguna llegada para cada uno.

El gol de Alemania llegó, así, fuera de contexto, cuando el que jugaba el partido a su gusto era Uruguay. Un remate desde afuera del gran Schweinsteiger obligó a Muslera a dar rebote, que recogió el brillante joven Thomas Müller, a los 18 minutos de la primera parte.

A partir de ahí, Alemania dominó unos minutos, con la Celeste desorientada por el gol.

Sin embargo, Uruguay casi sorprende a los 24, cuando un centro de Suárez casi termina en gol de Forlán (la sacaron casi en la línea). Y el equipo del Maestro Tabárez siguió yendo, hasta que un gran quite de Diego Pérez a Schweinsteiger permitió la contra que derivó en el empate de Cavani.

A partir de allí, la Celeste dispuso de la pelota y de las chances de gol hasta los 35 minutos, en que se estabilizó un poco el juego, excepción hecha de una gran contra oriental que no terminó en gol de Suárez de milagro (a los 42).

En el segundo tiempo, todo fue una montaña rusa donde los dos fueron y fueron hasta la extenuación.

A los 6, el golazo de Forlán pareció poner las cosas a favor de Uruguay, pero enseguida, las dudas del fondo uruguayo permitieron el empate de Jansen (11').

El partido continuó en esa tónica de vértigo, y Uruguay dispuso de la mayor cantidad de chances netas, pero fue Alemania, con Khedira (a los 36') el que desniveló el score al 3-2.

En los últimos 10, el partido quedó a piacere de Alemania: los celestes yendo a la desesperada; los germanos tirando contras escalofriantes.

Pero Uruguay le discutió el bronce hasta el último segundo: la última acción del partido fue un tiro libre de Forlán que se estrelló en el travesaño, cerca del ángulo derecho.