El antipático, llorón e insidioso jefe de Mercedes, Toto Wolff, ha desplegado con menos timidez incluso que Christian Horner su dosis de bilis para ningunear al equipo estadounidense Andretti en su intento de llegar a la F1. El motivo es claro: Andretti tiene el expertise técnico y el respaldo financiero para armar muy pronto un equipo top, y en cualquier caso significaría el desembarco político del automovilismo estadounidense en la FIA a niveles jamás soñados. Andretti no sería un gigante de la fabricación de automóviles intentando convertirse en un equipo competitivo: ellos ya son un equipo top; de ser comparados con una escudería de F1 serían Ferrari, no un emporio multitask al estilo de Red Bull y Mercedes.