Tras el Gran Premio de Las Vegas de F1, que coronó campeón merecidamente al implacable Max Verstappen, está más claro que Estados Unidos tendrá en 2026 a sus dos marcas más importantes en el Mundial, algo que la FOM de Ecclestone jamás logró. 

Eliminada la absurda competencia entre F1 y el mundo Indy, con superposiciones de fechas para impedir la participación de pilotos de la máxima en clásicos como la Indy500 y ninguneo a las carreras de la F1 en Estados Unidos, comprendido que los dos campeonatos pueden coexistir perfectamente, y, sobre todo, teniendo en cuenta el cambio revolucionario que tuvo la F1 en Estados Unidos a partir de la serie de Netflix ‘Drive to survive’, que inició a la juventud fierrera del gran país del norte en los deliquios y secretos del campeonato deportivo más complejo del mundo, se legó en poco tiempo a tres carreras por año.

Y, pese a las arteras maniobras de los equipos europeos para bloquear la entrada de Andretti en 2026, con la colaboración activa de Liberty Media, gestionada por Stefano Domenicali (su mayor virtud es ser un lobbysta y public relations, su mayor hazaña deportiva fue destruir el equipo Ferrari que ganó casi todo entre 1999 y 2008), el patriarca Mario y su hijo Michael (uno excampeón de F1, el otro excompañero de Ayrton Senna en Miami, dos glorias del automovilismo estadounidense) insistieron y fueron buscando entresijos políticos y legales mientras seguían desarrollando la fábrica en Estados Unidos.

El año pasado, Greg Maffei, mandamás de Liberty Media, le había espetado a un estupefacto Mario Andretti que, mientras ellos estuvieran involucrados en el proyecto de Andretti Global en la F1, incluso apoyados por General Motors, jamás entrarían a la F1 estando él en Liberty. Resultado: los Andretti acudieron al Congreso estadounidense para protestar por maniobras monopólicas, negándoles la entrada pese a que se presentaron con una garantía de inversión de casi mil millones de dólares aportada por General Motors-Cadillac con el pretexto de que el equipo en ciernes no le aportaba nada sustancial a la categoría. 

Andado el tiempo, los Andretti dieron un paso al costado como rostros del proyecto, pero también se anunció la salida de Greg Maffei desde el próximo 1 de enero. Sin dudas hubo frenéticas negociaciones y lobbys a muchas puntas para cambiar el rechazo inicial de Liberty Media a la entrada del equipo en 2026 (y la consecuente postergación hasta, mínimo, 2027) por una aceptación que ahora se juzga inminente. General Motors ahora encabeza el proyecto y prácticamente asegura para 2026, cuando se estrenen los nuevos motores de la F1, tener a los dos máximos fabricantes estadounidenses de automóviles. Es que Red Bull Powertrains construirá motores Ford de Fórmula 1 para ese año. 

En este contexto, el estadounidense Zak Brown, mandamás y máximo responsable de la maravillosa resurrección del equipo McLaren en la F1 (así como de su ingreso, hoy algo ajado, a la maravillosa IndyCar) dio por hecho este fin de semana en Las Vegas que General Motors entrará al Mundial cuando lo proyectaba, en 2026. Así, las objeciones monetarias y deportivas que, sin ruborizarse, prodigaron los jefes de los principales equipos europeos (Red Bull y Mercedes, sobre todo), y en las que se había basado Liberty Media para bloquear a los Andretti se caerán para que entre General Motors. 

Según el team principal de McLaren (asociado en Indy con la firma estadounidense), "General Motors tiene una gran historia en el deporte del automóvil. Su llegada sería genial para la F1, porque a buen seguro entusiasmará a los fans. Sería algo excitante". Para el locuaz Brown, las sonrisas de dirigentes de GM como Dan Towriss y Mark Walter, este fin de semana en la ciudad del pecado muestran que sólo falta el anuncio oficial, que se haría incluso antes de que termine la temporada. "Tener a los dos gigantes americanos, es desde luego algo grande", ponderó Brown.