Vuelve la Fórmula 1 tras las vacaciones estivales de Europa. Será desde el viernes a las 6.30 de la mañana argentina en Spa, y los tres días presentan 40% de chances de lluvias. Esto implica que es poco menos que imposible un diluvio, pero no se pueden descartar chubascos que mojen sólo algunos sectores de la vertiginosa y larga pista de casi siete kilómetros y obliguen a transitarlos sin calzar neumáticos para piso húmedo.

Dirán que es poca cosa, pero un chubasco inoportuno en la Clasificación puede cambiar drásticamente el orden de la parrilla de salida, como ocurrió en 2018. O generar un caos absoluto en el final de la carrera, como pasó en el GP de 2008:

F1 2008 GP de Bélgica Últimas 3 vueltas de órdago, relatadas por el español Lobato.

Además, se prevén temperaturas máximas bastante por debajo de los 20 grados todo el fin de semana, lo que influirá para que los neumáticos no se derritan tan rápido y beneficiará, eventualmente, el funcionamiento del motor atmosférico con un aire más denso (así como una estrategia con neumáticos Blandos y Medios para toda la parrilla sin estirarse a dos paradas).

Estas bajas temperaturas pueden ser la clave de la victoria para Mercedes, que añadió en Silverstone un truquito que permite aprovechar las tomas de aire para enviar aire más frío al motor: el choque de Ham a Max, en parte, se debió a la potencia descontrolada que mostró el Mercedes ese fin de semana, y que sorprendió al holandés, como ya comentamos, en la curva de Copse.