F1: Pérez aprovechó la siesta de Ferrari y ganó su carrera más importante
Red Bull fue como siempre el más reactivo estratégicamente, y Ferrari fue como siempre un gigante remolón. Esa diferencia definió la carrera a favor del mexicano, que tuvo un fin de semana casi perfecto.
Dulce victoria para Checo Pérez en el GP de Mónaco. Luego del trago amargo de España (donde el equipo lo obligó a ceder la posición con su compañero de equipo), el mexicano tuvo un fin de semana casi perfecto (la única mácula, el choque en el final de la Q3) y aprovechó una siesta de Ferrari para ganar de manera angustiosa, tras superar de manera incuestionable a su compañero de equipo durante todo el fin de semana, como nunca le ha pasado a Verstappen desde que está en F1. La última frase bastaría para ilustrar la magnitud de la actuación del mexicano, el clímax por el momento de un año muy bueno del piloto 11.
Para Ferrari y sobre todo para Leclerc, otra jornada lóbrega en Monte Carlo. La carita de Charles Leclerc cuando la lluvia empezó a amenazar el circuito, a poco del comienzo programado de la carrera era un poema, y presagió lo que al cabo terminó pasando: la lluvia empiojó una carrera que él necesitaba sobre seco y lo más aburrida posible. Ferrari sigue perdiendo oportunidades.
Pero párrafo aparte para la pésima gestión de carrera por parte del director, Eduardo Freitas. Primero demoraron inexplicablemente más de los diez minutos necesarios el comienzo de la carrera: casi una hora, en verdad. Mientras duró la modorra, la Dirección de Carrera brilló por su mutismo, salpicado cada tanto por mensajes confusos. La realización televisiva fue un desastre a nivel estadístico, además.
Volvamos a la carrera: tras el marasmo provocado por Freitas (¿no se puede correr más con pista mojada en F1? Si es así, díganlo, no jueguen más con la gente), la carrera arrancó con neumáticos para Lluvia Extrema resbalando en una pista que ya estaba secándose. A las pocas vueltas, con una parrilla que no se estiraba pese a que Leclerc sacaba clara ventaja, se advirtió que el secreto era aguantar con las gomas azules hasta que se pudiera calzar neumático para piso seco, para ahorrarse una parada.
Pero, en un circuito como Mónaco, el riesgo de undercut en una pista secándose rápidamente es muy, muy alto. Pérez apostó a una parada temprana, Sainz Jr se quedó afuera hasta poner las Duras, Leclerc dudó y pasó de primero a cuarto. Ahí se acabó la carrera.
En la Vuelta 27, Mick Schumacher mordió una zona mojada, trompeó y partió en dos su Haas. Cuatro vueltas en condiciones de Bandera Amarilla y (¿por qué la demora y autoextirparse cinco vueltas sin correr?) Bandera Roja, otra confusa gestión de Freitas.
Cuando volvió la Bandera Verde en la Vuelta 32, las dos Ferrari calzaban todavía las Duras que habían puesto en la Vuelta veintipico y casi todos los demás de adelante estaban con Medias. Los italianos apostaron al graining de las gomas amarillas en los autos austríacos, y casi les sale con Sainz Jr against Checo.
El mexicano aguantó los trapos con unas ruedas delanteras que ya no doblaban en las zonas lentas y le hacían perder hasta tres segundos respecto de su mejor giro de hoy. Sainz Jr entregó todo, pero no hizo locuras y terminó segundo; bien por él. Verstappen se quedó mosca en el tercer puesto, como 'underdog' de su equipo durante cada sesión del GP de Mónaco, algo que jamás le había pasado (se repite).
Detrás, Russell volvió a ganarle a Hamilton, que se fue en rabietas intentando pasar a un Alonso que manejó el ritmo de las gomas para piso seco como quiso, yendo tres o cuatro segundos más lento de lo que podía (quizá, con maldad, para restarle puntos a su compañero de equipo, que lo aventaja claramente en el campeonato; las cosas no están bien con Alpine internamente, aunque por ahora no hay escándalos ni desplantes públicos). Entre George y Nano se ubicó un Lando Norris que se aburrió corriendo en tierra de nadie. Bottas rescató dos puntitos de un fin de semana que otra vez arrancó para él con problemas en el auto, y Vettel rascó la última unidad con este Aston Martin con una performance tan fea como su decoración.
Mónaco, el mito del automovilismo europeo, cuyo sitial de privilegio comienza a ser por primera vez cuestionado por Liberty y por el público, se resiste a extinguirse y hoy regaló una de sus mejores versiones: el galimatías meteorológico de esta parte montañosa de la costa mediterránea barajó las cartas y le jodió la mano a Leclerc. Como siempre, fue una carrera aparte y fuera de contexto del campeonato. Dentro de dos semanas volverá el campeonato en otra carrera singular: el Gran Premio de Azerbaiyán. Hasta entonces, los labios de Checo Pérez seguirán dulces.