Lo de Instituto, sin ser brillante, resultó interesante. Incluso, con momentos para el aplauso. Primero, aprovechó errores ajenos, golpeó y se adueñó del partido. A los 27 minutos, Martín Pautasso se equivocó en el área, la tocó con la mano, penal y gol de Claudio Fileppi.


Desde entonces, Huracán quedó desnudo, expuesto a lo que pudieran ofrecer individualmente Cristian Sánchez Prette y Javier Cámpora. Instituto, con prolijidad, con orden, cubriendo muy bien las bandas (con ese 4-3-3 con intenciones ofensivas), se mostró superior. Hubo otro detalle que habla del momento en el que se encuentra cada uno: la tarea con las pelotas detenidas fue mucho más productiva en el trabajado Instituto de Darío Franco.

El segundo grito (a través de un cabezazo de Facundo Erpen) fue el mejor de los ejemplos en ese sentido. Mientras Instituto festejaba, los defensores de Huracán se miraban sin saber quién debía marcar a cada rival.