La celebración de los Juegos Olímpicos en Londres dirige las miradas al este de la ciudad, una zona que antes de la llegada de los grandes deportistas del mundo fue conquistada por jóvenes modernos y creativos.

Limitada por la City financiera londinense y la estación de Liverpool Street, el East London se abre hasta el Estadio Olímpico de Stratford a través de las áreas de Whitechapel, Spitalfields, Shoreditch y Hoxton, un cordón estratégico del fuerte resurgir de un área que, históricamente, ha sido conocida como el Londres marginal, que inspiró a Charles Dickens para escribir sus novelas y donde Jack el Destripador cometió sus crímenes.

La zona guarda un lugar destacado a este asesino, el vecino más célebre del East London, que mató a varias mujeres en 1888, y del que hoy todavía algunos turistas buscan saber algo más sobre un misterio nunca esclarecido.

La taberna “The Ten Bell”, lugar que supuestamente frecuentaban sus víctimas, es sólo un paréntesis en una zona que actualmente presume de ser la referencia de artistas, el Londres más “cool”, donde se ubican las galerías con el arte más arriesgado, los mercados más auténticos y la vida nocturna más “in”.

A pesar de su apariencia decadente y su arquitectura industrial, el East London ha sabido vencer sus prejuicios y la debilidad que ha mantenido durante siglos con el West London, la parte señorial y adinerada de la ciudad.

A esta regeneración han contribuido grandes creadores que, a comienzos de los años noventa del pasado siglo, ocuparon la zona para exponer ideas y talento, como Alexander McQueen, que dio aquí sus primeros pasos como diseñador, o el célebre grafitero, Banksy.

Un espacio de referencia es la Whitechapel Gallery, la centenaria galería que acogió en 1939 el “Guernica” de Picasso y donde han expuesto figuras de la talla de Frida Khalo.

Para Rachel Mapplebeck, responsable de comunicación de esta galería, “la zona de East London tiene muchísima diversidad. Por un lado tenemos la City, el corazón financiero de Londres, pero también una creciente comunidad creativa: más de 12.000 artistas y 200 galerías. Es un zona que da muchas oportunidades a los jóvenes artistas”.

BRICK LANE, LA CALLE DEL MUNDO.

La expansión del East London se percibe en los miles de turistas que recorren sus calles, la mayoría con un plan preconcebido. Porque a esta parte de la capital se viene con la idea de que los sábados la cita es en Broadway Market, un buen lugar para tomar un aperitivo y degustar su variedad de productos ecológicos.
El domingo es momento oportuno para acudir a Columbia Flower Road, el popular “mercado de las flores”, una estrecha calle animada por los gritos de sus comerciantes ofreciendo todo tipo de plantas y flores, y en la que también se puede escuchar música en directo. Desde aquí, el plan perfecto es marcharse a Brick Lane, la calle más popular y de mayor energía del este londinense.
Aunque Brick Lane se puede visitar cualquier día, el domingo se percibe la esencia de esta vía multicolor, considerada “la calle del mundo”, dominada por los bengalíes y que antes fue territorio de los judíos.
Uno de las tiendas más emblemáticas es Beigel Baker, un santuario de los bagels (o beigel), bocadillos de pan de trigo con un agujero en el centro, que abre las 24 horas del día y en el que siempre hay gente esperando a degustar un sabroso bocado de ternera asada, crema de queso o salmón ahumado.
La dominante colonia bengalí se refleja en el olor a curry que se desprende de sus innumerables restaurantes, alternados con tiendas “vingate” y puestos en los que se puede comprar de todo y no coincidir en gustos con nadie.
Otro de los lugares de mayor ajetreo de Brick Lane es una antigua fábrica de cerveza, la Old Truman Brewery, un lugar donde se puede encontrar platos de cualquier parte del mundo.
Tras empaparse de Brick Lane y superar el impacto inicial de una calle abarrotada de curiosos y comerciantes, el mercado de Spitalfields es otra apuesta alternativa que ofrece el este londinense, un espacio cubierto que en su día fue el mayor mercado de fruta de Londres y que hoy es un núcleo de referencia del estilo “vintage” que impera en la ciudad.
Al margen de sus afamados mercadillos, el este de la capital británica ofrece lugares de visita obligada para empaparse de historia, como el Geffrey Museum, un lugar donde conocer los hogares de la clase media británica en diferentes períodos de la historia.
Otro espacio de referencia turística es el cementerio de Bunhill Fields, incluido en la lista de patrimonio protegido de Londres y denominado el “camposanto de los disidentes”, donde descansan los restos de célebres literatos como Daniel Defoe, autor de “Robinson Crusoe”, John Bunyan o el poeta William Blake.
VENTAJAS Y DESVENTAJAS.
Tras esta vorágine por las zonas más turísticas, la regeneración de esta parte de Londres ha traído cosas buenas y no tan buenas. En el lado positivo, la transformación de viejas viviendas en hogares, antiguas fábricas en estudios de diseño y creación, la llegada de restaurantes con apuestas ecológicas y hoteles que han rehabilitado edificios abandonados.
También, la mudanza a este área de más de seiscientas empresas de tecnología en el último año, que forman la denominada Tech City (Ciudad Tecnológica), ha servido para estimular el empleo en esta zona.
En el lado negativo, el East London actual vive el mismo fenómeno que ocurrió en Camden Town o Notting Hill, donde la especulación inmobiliaria y los elevados precios de arrendamiento obligaron a los creativos que regeneraron la zona a asentarse en otro lugar.

Este encarecimiento ya tiene algunas víctimas. El “cockney”, un dialecto inglés muy arraigado y usado por los ciudadanos de esta zona de la ciudad, pero que la especulación ha ido trasladando a barrios como Stratford, donde se levanta el Parque Olímpico, o Hackney es una demostración más de que Londres, más que nunca, se mueve hacia el Este.



Por Juan A. Medina